Las mentiras de Scaloni

Sobre Agüero, Suárez y Messi

Las mentiras de Scaloni

08/03/2019 | 13:01 |

Por Carlos "Bocha" Houriet

Diego Borinsky

Siempre es más directa la ruta de la verdad. Más directa, más honesta, más liviana, con menos curvas que te lleven a explicaciones que poco explican. Aunque es un valor que escasea cada vez más en la sociedad, la verdad te deja siempre más tranquilo con tu conciencia. Ahora, hecha la aclaración, los protagonistas del fútbol, en este caso, muchas veces son sometidos a una maquinaria mediática arrasadora, tienen que disimular, o callar verdades, o no decir todo lo que piensan, para poder seguir trabajando con la menor interferencia posible. Bah, para subsistir.

Supongamos que Lionel Scaloni se hubiera sincerado ayer acerca de la no convocatoria de Agüero y la citación confirmada de Di María: “Nos vimos en agosto con Sergio, y la verdad que no lo noté entusiasmado con volver a vestir esa camiseta, como si le diera lo mismo, a diferencia de lo que vi en Angel, y por eso llamo a uno y no al otro”. Con una mano en el corazón, y recordando que siempre la verdad es el camino más directo y el que corresponde tomar: imaginemos el escándalo que se hubiera armado, los portales y redes sociales on fire y los coletazos entre los propios convocados por Scaloni. Sería imposible trabajar así. ¿Qué eligen hacer, entonces, Scaloni y tantos otros entrenadores en el mundo del fútbol? Maquillar la situación, contar verdades a medias, ser lo menos hipócrita posible, decir que no hubo pelea con el Kun en el Mundial (cierto) o que no tiene mucho sentido sacar a la estrella del City de su ámbito para sentarlo en el banco de suplentes. Porque también es verdad que Scaloni ha hecho debutar a muchísimos jugadores en estos 6 amistosos para ampliar la base de plataforma de cara al futuro. Y quiere ver más delanteros, entre otras cosas: cómo asimilan la responsabilidad de vestir la tan pesada Celeste y Blanca en un partido (amistoso, sí, pero ante la vista de millones de argentinos), cómo se relacionan con sus compañeros en el día a día, cómo responden en las prácticas, ya con el ojo del entrenador bien cerquita. La otra opción que tenía Scaloni era no decir nada, no dar conferencia de prensa. Imaginemos: eh, che, este no habla nunca, ¿quién se cree que es, cómo no va a dar una conferencia después de una citación? En fin.

La convocatoria de Matías Suárez pareció más la necesidad de neutralizar las posibles quejas de River y de Boca que otra cosa. Scaloni dijo que a Suárez lo venían siguiendo desde hacía un tiempo, y que estuvieron a punto de convocarlo para los últimos amistosos con México, cuando aún jugaba vestido de Celeste. Probablemente sea cierto. En un punto también fue explícito al hablar del Oreja: “Lo llamamos por lo hecho en Belgrano, no por lo de River”. Pareció que se justificaba de algún modo para que no lo rotularan como un entrenador exitista que sólo ve camisetas de equipos grandes. En ese sentido, hay que reconocer que ha convocado a muchos futbolistas del medio local, y no siempre los de camisetas más pesadas. En la última citación incluyó a Lisandro Martínez y Domingo Blanco, de Defensa y Justicia. Ahora, como de Boca quería llamar a Andrada, Marcone y Benedetto y de River tenía planeado citar a Armani y Montiel, la de Matías Suárez pareció una convocatoria para que no pataleen los más poderosos del fútbol argentino, para que ninguno se sienta más perjudicado que el otro. Ya sabemos que se paran los campeonatos durante la fecha FIFA (la Conmebol corrigió su programación original hace dos semanas después de haber puesto partidos en esos días, ¿qué le hace una mancha más al tigre?), pero no deja de ser un incordio el jet lag, la ausencia del futbolista en los entrenamientos del equipo, la falta de descanso y, obviamente, la probabilidad de una lesión al participar en un par de partidos.

Por último, una reflexión sobre nuestro niño prodigio. Muchos anti Messi le critican todo: ahora dicen que elige cuándo jugar y cuándo no. Parece un chiste: si hay partidos menos motivantes para jugar son estos amistosos de fecha FIFA que no le interesan a nadie. Le interesan tan poco a todos, que la propia UEFA decidió crear una nueva competencia con estos cruces entre europeos que otorgue clasificaciones a la Eurocopa y tenga más peso en la elaboración de los rankings. Eso determina que cada vez sea más difícil concertar amistosos con las potencias europeas. Enfrentar a Venezuela y Marruecos, con todo respeto para estas Selecciones que luchan con armas nobles para ser cada día mejores, tampoco es un canto a la seducción. Messi atravesó el luto lógico que hasta cualquiera de nosotros vivió después de un nuevo palazo en el Mundial (¿quién tenía ganas de ver un partido de la Selección?) y en este tiempo sintió que extrañaba la camiseta, que quiere seguir vistiéndola, que va a insistir una vez más, a pesar de la opinión en contrario de parte de su familia, que ya no quiere verlo sufrir más con la Selección. No necesitó demasiado tiempo para recuperar ese entusiasmo, apenas 8 meses y 6 amistosos, y a pesar de estar en etapa de definiciones de Champions con su club y con alguna molestia en su aductor derecho (se tocó la zona en varios pasajes del duelo con el Real Madrid), el tipo no aterriza derecho en la Copa América, que es su real obsesión (ganar un título con la Selección mayor) sino que se presta a jugar un amistoso y a estar con el grupo, como una muestra evidente de su respeto hacia el resto.

¿Quién le hubiera podido cuestionar algo si se salteaba estos amistosos para ir derecho a la Copa América? Messi no le debe nada a la Selección, aunque muchos de los que nos maravillamos con su talento único creamos que podría haber dado más en un par de finales que perdió. Pero no le debe nada a la Selección porque siempre estuvo a pesar de las críticas y del desgaste descomunal que implican la distancia y las críticas interesadas, porque siempre se entregó al máximo y porque nadie más que Messi (un ganador obsesivo compulsivo) quiere levantar un trofeo con la camiseta de su país. Hay que corregir los manuales: en Argentina el deporte nacional no es el Pato sino el cuestionamiento permanente. Ojalá algún día todos pudiéramos disfrutarlo como se lo merece. Sería más un regalo para nosotros mismos que para Messi.