Rodrigo Battaglia disputa la pelota con Neymar.

Gira por Arabia Saudita

La Selección argentina estuvo a la altura del desafío

16/10/2018 | 18:23 |

A todos nos gusta ganarle a Brasil. Es un rival clásico, con el que competimos desde 1914. Se jugó la edición N° 100. Los pentacampeones lograron desequilibrar el balance: 38-37, con 25 empates.

Diego Borinsky

A todos nos gusta ganarle a Brasil. No nos engañemos. Pero el desafío de nuestra Selección, este martes, era estar a la altura del partido. Tité ya lleva más de dos años al frente del Scratch, ha producido una renovación luego de que echaran a Dunga tras haber sido eliminados en la primera ronda de la Copa América Centenario 2016 y pasó a todos por encima en las últimas Eliminatorias. Clasificaron caminando y con un muy buen funcionamiento. En el Mundial se chocaron con una formidable Bélgica (para muchos, me incluyo, la que jugó el fútbol más cautivante de Rusia), que la embocó de contra y luego resistió con un formidable Courtois. Brasil se fue de Rusia en cuartos de final injustamente. Merecía más. Por eso tuvo su lógica que la Confederación Brasileña no dinamitara lo que había construido en esos dos años y avalara la continuidad de Tité.

No hay que perder de vista ese escenario para evaluar el partido de este martes. Porque Argentina es un canto a la desorganización, utilizó tres presidentes y tres entrenadores para aterrizar en Rusia, se clasificó milagrosamente en Quito y bueno, ya sabemos, el desastre que hizo Sampaoli en pleno Mundial, cediéndole parte de las decisiones estratégicas al plantel. Lionel Scaloni es un entrenador interino que en sus primeros tres compromisos al frente de la Selección hizo debutar a 13 futbolistas. Salvo Chiquito Romero y Nicolás Otamendi, no hubo en el clásico futbolistas que superaran los 20 partidos con la celeste y blanca. No nos olvidemos.

Leo a periodistas y opinadores en redes sociales escribir “¡Qué vergüenza, cómo se mete tan atrás Argentina!”, obviando este contexto. Y tampoco es que Argentina se haya metido tan atrás. Sí dio la sensación de que salió a jugar el partido pensando más en achicar espacios y no ser abofeteada por un Brasil que se presentaba con todas sus figuras, menos el lesionado Marcelo, que en agredir ofensivamente. No querían ser humillados por Brasil. Tiene su lógica. Después de los 25 minutos del primer tiempo, se fue animando y completó un desarrollo parejo en ese primer tiempo.

En los primeros 25 minutos del complemento se mostró superior a su rival, generó un par de situaciones de gol, quizás no producto de una elaboración químicamente pura, pero parecía que pasaba a ganar en cualquier momento. En el último cuarto de hora, con las piernas pesadas por la tensión lógica y el calor sofocante (se paró dos veces el partido a los 30’ de cada período para que los jugadores se hidrataran, a pesar de jugarse en horario nocturno) Scaloni realizó varios cambios, Neymar comenzó a manejar los hilos del partido y allí sí Argentina sufrió algunos sofocones. En el anteúltimo centro, Miranda se sacó de encima a Otamendi con un forcejeo que algún árbitro podría haber pitado como falta y algún otro, como el de hoy, no, Chiquito Romero salió tarde y Brasil consiguió el 1-0 agónico, de cabeza, cuando parecía que todo se definía en los penales.

Argentina sacó un aprobado en este examen más que complicado. Se destacaron Renzo Saravia, quien anuló a Neymar en casi todos sus intentos, hasta que el crack se cansó de perder casi siempre y dejó la banda izquierda para ir al centro, y Nicolás Otamendi, quién salvó a Romero despejando un cabezazo en la línea, tuvo varios cortes en última instancia cuando Brasil había quedado mano a mano (aunque falló en la última) y también Germán Pezzella, quien se sumó a las muy buenas actuaciones anteriores para pensar seriamente en que será una de las caras definitivas de la renovación. En el medio alternaron buenas y no tanto Battaglia, Paredes (casi clava un golazo de lejos con su reconocida pegada) y Lo Celso. Volvió a decepcionar Paulo Dybala, quien estuvo muy cerca con un tiro libre que casi se clava en el ángulo, pero que no influyó en ofensiva y perdió muchísimas pelotas fáciles. Por supuesto que tiene crédito aún, porque es un crack, pero es hora de que pueda sacarse la mochila que cada vez pesa más y convierta su primer gol vestido de celeste y blanco (ya van 16 partidos).

También fue pobre la actuación de Mauro Icardi, de quien sabemos que está para terminar las jugadas en el área y participa poco en el armado de las jugadas. En su favor hay que decir que le tiraron varios centros, pero que le pasaron bastante lejos. Es otro que necesita un gol para agarrar confianza y terminar con esta malaria extraña sin convertir que suelen traumar a los goleadores (suma seis partidos en la Selección).

No hay que dejarse tentar por la bronca de la derrota. Es muy grande la diferencia de trabajo, de plantel y hasta de entrenadores entre ambas selecciones. Son muy distintos los momentos. Pensando en el futuro, Argentina dio un paso adelante: un partido parejo, con mucha entrega y sentido colectivo. Faltó agresividad en ataque, es cierto, pero enfrente estaba una de las mejores selecciones del mundo. Y no podemos cambiar el análisis por un gol en el minuto 93. Buenas señales.