Economía política: más nafta para llegar a las elecciones

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Economía política: más nafta para llegar a las elecciones

09/04/2019 | 13:33 |

La entidad estimó una baja del 1,2% en 2019. Consideró imprescindible alcanzar el déficit cero para incentivar la "confianza de inversionistas y el crecimiento sostenible".

Carlos Sagristani

Los estrategas políticos de Cambiemos comparten un temor: que el Plan Llegar no llegue finalmente a octubre si no se recarga el tanque de las expectativas. 

Macri acaba de hacer una ratificación de su credo económico en la cena del Cipecc, una usina de pensamiento que reúne cada año lo más representativo del círculo rojo de empresarios, políticos e intelectuales. Rechazó los controles de precios e insistió en que el camino para abatir la inflación es la austeridad fiscal y monetaria. Y que la estabilidad de la moneda abrirá, por fin, las puertas a un “crecimiento sano”.

Pero la necesidad electoral tiene cara de hereje. Es preciso “hacer algo más”, como le reclamara en cámara un obrero al Presidente.

Dujovne-Sandleris llevarían dos pedidos al FMI: 1) aplazar para después de octubre la suba de impuestos requerida en la última revisión, 2) libertad para usar reservas si las liquidaciones del campo y los 10 mil millones que subastará la tesorería no alcanzaran para contener una dolarización de los ahorros.

El Plan Llegar tiene al dólar como ancla principal de los precios y, sobre todo, de las expectativas.

Además el Gobierno decidió sacudir las alcancías pasa subsidiar créditos destinados al consumo y a viviendas populares; lanzar un plan Zeta para los aumentos de tarifas pendientes, y acordar con los empresarios el congelamiento de algunos precios sensibles y un menú de descuentos para jubilados.

Un botiquín de primeros auxilios para cruzar el puente hasta junio o julio. Para entonces, según la hipótesis del Gobierno, la inflación debería bajar al 2 por ciento mensual y el suave repunte de la actividad económica desde el segundo subsuelo, sería más perceptible.

No hay espacio para otras audacias.

Motores cebados

La sequía monetaria se ha demostrado eficaz para cortar la inflación de demanda. Pero hay otros motores que impulsan  la suba constante de precios en la Argentina.

Uno de ellos es la inflación de costos.  Cada salto en Insumos dolarizados, tarifas de energía, transporte, tasas de interés, golpea la ecuación de costos de las empresas y, en mayor o menor medida, se traslada a precios.

Otro motor es la inflación de expectativas. Los precios empiezan a moverse al ritmo de la inflación esperada, por un comportamiento defensivo de los diferentes actores de la economía. Se remarca “por las dudas” para defender los stocks, para no descapitalizarse, aun a costa de perder ventas. Se negocian cuando se puede cláusulas “gatillo” en los salarios y otros sistemas de actualización de contratos.

Así, las expectativas inflacionarias terminan generalizando el uso de mecanismos indexatorios realimentan la hoguera de los precios.

Tarea pendiente

Un programa antiinflacionario efectivo requiere, desde ya, disciplina monetaria y fiscal. Pero también instrumentos para desindexar la economía y reformas estructurales que comiencen a alinear los costos de las empresas con los costos internacionales.

Si cayera la inflación volvería la confianza, podrían bajar las tasas  y se reactivarían el consumo y la inversión. Y la mayor competitividad que aportarían las reformas estructurales estimularía las exportaciones. Se reiniciaría el círculo virtuoso del crecimiento.

Semejante faena exige amplios consensos y mucho poder político para alcanzarlos. Será tarea de un próximo gobierno legitimado en las urnas y de una oposición responsable.

Para eso hay que esperar. Ahora hay que echarle nafta al tanque para llegar a octubre.