Sociedad

Conmueven las revelaciones del Papa a un cura de La Rioja

30/05/2013 | 23:34 | Francisco respondió, de puño y letra, una carta enviada por el sacerdote Enrique Martínez. Le confesó que vivir en Santa Marta y hacer una vida normal lo ayudan a no quedar “aislado”.

El papa Francisco destacó la labor que cumple el sacerdote Enrique Martínez, de la diócesis de La Rioja, a través de una carta donde el pontífice a su vez le agradeció el "aire fresco" que le trajo conocer la realidad de la comunidad que conduce.

Ocurre que el padre Martínez le había escrito una carta al Papa argentino en el que le contaba el devenir de su comunidad riojana.

El Papa le respondió en una misiva escrita de puño y letra, donde le confió al presbítero que sus famosos "gestos" papales forman parte de su ser cotidiano y lo ayudan a evitar "que quede aislado".

A su vez, el párroco le había escrito el 1º de mayo, tras la fiesta de San José, para contarle el espíritu que se había vivido y le contó a la agencia Aica que también el Papa necesita esto. “Hay problemas graves, que a nosotros nos tocan periféricamente, pero a él le van directo al corazón", dijo.

"Le cuentan tantas cosas malas, que quería darle una linda alegría", relató el párroco de la Anunciación del Señor, en el barrio Cochangasta, de la capital provincial.

El Papa le comentó al padre Quique, como todos lo llaman: "Estoy a la vista de la gente y hago vida normal: misa pública a la mañana, como en el comedor con todos, etc. Esto me hace bien y evita que quede aislado".

En la carta, valora la posibilidad de continuar viviendo en Santa Marta, en contacto con los obispos, sacerdotes y religiosos que se hospedan, compartiendo los desayunos, almuerzos y cenas en el comedor del edificio.

Este sacerdote, de tono afable y tonada mezclada entre su Córdoba natal y el habla riojana, recibió el domingo, momentos antes de celebrar misa en la parroquia, una carta que había caído en la casa de retiros Tinkunaco, que administra la hermana Lucrecia, de las Esclavas del Sagrado Corazón, al lado del templo.

Mientras se acomodaba el alba, la estola y ceñía el cíngulo a la cintura para comenzar con la Eucaristía dominical, el padre Quique advirtió la presencia de la carta.

En ese momento, ingresó a la sacristía una chica del coro para consultarle por unas canciones de misa. "Mirá quién nos escribe -le dijo-: el papa Francisco".

El padre Quique había escrito a la Santa Sede el miércoles 1º de mayo, luego de las fiestas patronales de la capilla San José Obrero, del barrio 4 de Junio.

"Le contaba del calor popular de la fiesta, donde se había integrado toda la comunidad, incluso los enfermos. La procesión se paraba a cada rato y me esperaba a que caminara media cuadra o una cuadra para darle la unción a un enfermito, y no tenían problema de esperar. Y yo pensaba: le cuentan tantas cosas malas, que quería darle una linda alegría", relató.

"Procuro tener el mismo modo de ser y de actuar que tenía en Buenos Aires, porque, si a mi edad cambio, seguro que hago el ridículo", admitió el Papa.

Además, le dijo: "Quique, saludos a tus feligreses. Te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí. Saludos a Carlos y Miguel. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Fraternalmente, Francisco".