Newell’s recibió a las familias de los chicos sancionados y vuelven a entrenar

Luego del revuelo generado por la viralización de una foto en la que un grupo de chicos de la Escuela de Fútbol Malvinas Argentinas posaba junto al hijo de un jugador de Rosario Central, Newell’s Old Boys mantuvo una reunión con las familias de los jóvenes involucrados.

La intención del club es que los chicos puedan volver a entrenar con normalidad, aunque la decisión final quedará en manos de cada familia.

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La imagen, tomada semanas atrás durante un partido infantil disputado en Funes, mostraba a los niños tomándose una foto con el hijo del mediocampista de Central, lo que derivó en una fuerte controversia puertas adentro de la institución rojinegra. Aunque el hecho pasó desapercibido en su momento, la viralización posterior desató una ola de críticas y opiniones divididas en el ámbito futbolístico rosarino.

Según indicaron desde el entorno familiar a Cadena 3 Rosario, los chicos asistirán el próximo martes a la escuela de fútbol Malvinas, donde serán recibidos y escuchados. A partir de allí, cada familia decidirá si continúan o no formando parte del club.

Desde Newell’s se reconoció que la reacción inicial buscó dar un mensaje “ejemplificador” relacionado con el respeto a los colores y a la identidad institucional. Sin embargo, también admitieron que los chicos no fueron responsables del acto, que fue espontáneo y motivado por el entusiasmo natural que genera la figura de un jugador profesional. “Los chicos fueron los perjudicados en todo esto”, reconoció públicamente el vocero del club, Pablo Panciroli.

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La situación puso de relieve el delicado equilibrio que muchas veces deben gestionar los clubes en una ciudad marcada por la intensa rivalidad entre Newell’s y Rosario Central. En este caso, lo que desde la institución fue interpretado como una medida preventiva, desde otros sectores fue leído como una sanción desmedida hacia menores por un gesto de simpatía futbolística.

Juan Álvarez, responsable de la Escuela Malvinas Argentinas, había explicado en diálogo con Cadena 3 Rosario que la decisión de apartar temporalmente a los chicos tuvo como objetivo “preservar la seguridad”, tras recibir amenazas y registrar una jornada en la que el resto de los jugadores no pudo entrenar.

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No obstante, uno de los padres desmintió públicamente la existencia de tales amenazas, lo que volvió a alimentar la polémica sobre cómo se manejó la situación.

El caso, más allá de sus particularidades, vuelve a interpelar al fútbol rosarino y a su cultura de rivalidad. En una ciudad donde la pasión es bandera, la discusión que queda flotando es hasta qué punto esa pasión puede (o debe) imponerse sobre la lógica, el respeto y, en este caso, la inocencia de los más chicos.