Schiaretti debe evitar una borrachera de poder

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Schiaretti debe evitar una borrachera de poder

13/05/2019 | 12:06

Carlos Sagristani

La contundencia del triunfo de Juan Schiaretti reseteará la política de Córdoba. Y le reservará al gobernador reelecto un protagonismo nacional cuyo perfil e intensidad aún está por develarse. 

Los votos premiaron la gestión provincial y castigaron la de Mestre, y canalizaron el desencanto con la economía de Macri, en una medida que se explicitará en octubre. El cisma radical abonó el terreno.

En diciembre el peronismo mutará de su condición de partido dominante en los últimos 20 años al de fuerza hegemónica en la Provincia. Retendrá todos los resortes de la decisión política: dos tercios en la Legislatura y control de las cinco ciudades más pobladas: Córdoba, después de 43 años sin un intendente peronista; Río Cuarto, Villa María, Carlos Paz y San Francisco.

El republicanismo empieza por casa

El mayor reto de Schiaretti será evitar que el peronismo de Córdoba incurra en una borrachera de poder. Será su responsabilidad autolimitarse en el ejercicio de ese poder, dialogar más y ampliar los espacios de control de la oposición y de la sociedad civil. 

En esa línea, sería deseable una relación franca con el periodismo, más abierta a las preguntas y cuestionamientos. La comunicación unilateral puede resultar eficaz para ganar elecciones pero no satisface el derecho a la información de los ciudadanos.

La agenda debería incluir una reforma política y judicial con amplio consenso.
Serían señales de transparencia a tono con el republicanismo ratificado anoche y decisivas para la salud institucional de la Provincia.

Protagonismo nacional y bajada de línea

Schiaretti se hizo cargo de su nuevo rol protagónico en la política nacional.
Definió su espacio como un peronismo moderado, federal, republicano, progresista, plural, comprometido con los derechos humanos, respetuoso de la iniciativa privada y sostenedor del papel del Estado como garante de la justicia social. Tal la identidad que postula para la construcción de una alternativa que logre colarse en la grieta entre Macri y Cristina.

Fue el discurso de un líder político nacional, aunque en la Gobernación insisten que su prioridad será ejercer el mandato provincial que le asignaron las urnas. Algunas dudas no fueron resueltas.

¿Le alcanzará el poder territorial reafirmado con holgura para consolidarse como referente de los gobernadores del peronismo no kirchnerista? ¿Logrará bajar de su intransigencia a Lavagna, Massa y Urtubey? ¿Podrá constituirse en el gran armador del tercer espacio? ¿Conseguirá replicar a nivel nacional su alianza con Stolbizer y Lifschitz?

Schiaretti emerge también como una pieza clave la gobernabilidad. Despegó a Macri de la derrota opositora en Córdoba y levantó las bandeas del equilibrio fiscal y del pago puntual a los acreedores, la sustancia de los 10 puntos del oficialismo.

Cataclismo radical

El radicalismo de Córdoba sufrió este domingo un cataclismo electoral.
Schiaretti aplastó a Mario Negri y Ramón Mestre. Casi los duplicó en votos a los dos sumados.

La principal espada de Cambiemos en la Cámara de Diputados quedó averiada. No parece probable que Negri conserve chances de pelear la reelección –como especulaban algunos estrategas de la Rosada– con esta herida aún sangrante.

Lo de Mestre fue catástrofe. Él mismo dijo que deberá recomenzar de cero. No reveló si renunciará a la conducción partidaria y tuvo expresiones ambiguas sobre cómo jugarán sus delegados en la Convención Nacional de la UCR ¿Se sumarán a los disidentes que intentarán enfrentar a Macri o condicionarlo para una renovación de la alianza Cambiemos?

En cualquier caso, su legitimidad como dirigente radical quedó seriamente cuestionada. Aunque retenga el aparato, las urnas lo convirtieron en minoría. Y sobre todo, en el padre de la derrota en la Capital, la mayor ciudad gobernada hasta ahora por el radicalismo.