Trump extiende negociaciones comerciales globales: pocos acuerdos y mucha confusión

WASHINGTON (AP) — En abril, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, junto a sus asesores, prometieron una intensa ronda de negociaciones comerciales globales con numerosos países.

El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, había vaticinado que se cerrarían “90 acuerdos en 90 días”. Funcionarios del gobierno indicaron que otras naciones estaban ansiosas por ceder para evitar los elevadísimos aranceles a las importaciones que Trump amenazaba con imponer desde el 9 de julio.

Sin embargo, ha transcurrido el tiempo y los acuerdos comerciales contabilizan solo dos, uno con Reino Unido y otro con Vietnam, mientras que el marco para un acuerdo con China aún no tiene detalles claros.

Trascurrido el plazo inicial, Trump ha prorrogado las negociaciones hasta el 1 de agosto y ha modificado sus amenazas arancelarias, dejando el sistema comercial global en un estado de parálisis. Las empresas ahora retrasan decisiones sobre inversiones y contrataciones, sin claridad sobre cuál será el futuro comercial.

William Reinsch, exfuncionario comercial de EE.UU. y actual asesor del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, criticó la estrategia de Trump, señalando que el presidente y su equipo no están logrando los acuerdos deseados y, en cambio, se acumulan las amenazas.

“Es básicamente una repetición”, afirmó Reinsch, sugiriendo que es un patrón habitual en la administración de Trump. “Esto es clásico de Trump: amenazar, amenazar más, pero luego extender el plazo”, agregó.

Aún así, la falta de acuerdos contrasta con las expectativas previas. Negociar con múltiples países a la vez es una tarea monumental, algo que Trump mismo reconoció recientemente. “Hay 200 países, no se puede hablar con todos”, comentó en una entrevista.

Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump había instaurado un impuesto de importación base del 10% y aranceles de hasta el 50% a ciertos países, generando un cambio significativo en la política comercial estadounidense.

Los aranceles base, que promedian alrededor del 2,5% antes de las medidas de Trump, se han establecido como una fuente de enriquecimiento para el Tesoro estadounidense, lo cual es crucial para tapar el déficit provocado por su reforma impositiva.

La implementación de aranceles recíprocos ha quebrantado las normas que regulaban el comercio internacional. Durante décadas, Estados Unidos y sus socios respectaron una serie de normas establecidas en negociaciones previas, pero la administración de Trump está definiendo unilateralmente los aranceles.

El temor a que estas decisiones provoquen distorsiones en el comercio mundial ha llevado a los inversores a actuar con cautela. Por ejemplo, la introducción repentina de los aranceles en abril detuvo los mercados financieros durante varios días, lo que obligó a Trump a retractarse y aplazar su implementación.

“Los países tienen su propia política interna”, explica Reinsch, indicando que la estructura de negociaciones de Trump busca que todos cedan, mientras que Estados Unidos solo debe renunciar a la imposición de aranceles.

Por lo pronto, Trump ha remitido cartas a Japón, Corea del Sur y otros doce países, advirtiendo que aplicará aranceles a partir del 1 de agosto si no se logran acuerdos adecuados. Japón, por ejemplo, busca reducir ciertas tarifas impuestas anteriormente.

Recientemente, Trump acordó también con Reino Unido y Vietnam, aunque estos pactos han dejado ver que el enfoque de Trump es más efectivo con economías más pequeñas que con aquellas que son más grandes y complejas, lo que continúa alimentando la incertidumbre económico-comercial.

En este contexto, el panorama que se presenta es de un tira y afloja continuo entre las naciones y la administración estadounidense, cuyo desenlace no parece claro.