ONU celebra 80 años en medio de crisis humanitaria y recortes alarmantes

KAKUMA, Kenia (AP) — En un campamento de refugiados en el norte de Kenia, Aujene Cimanimpaye recibió un almuerzo de lentejas y sorgo junto a sus nueve hijos, quienes nacieron mientras recibían ayuda de la ONU tras huir de la violencia en su hogar en Congo en 2007.

"No podemos regresar a casa porque siguen matando a la gente", señaló la mujer de 41 años en el campamento de Kakuma, donde el Programa Mundial de Alimentos de la ONU y la agencia de refugiados asisten a más de 300.000 personas.

Su familia se trasladó allí hace tres años desde Nakivale, un asentamiento en Uganda que alberga a más de un millón de refugiados de diversas nacionalidades que huyen de conflictos en el este de África.

A pocos kilómetros, en el asentamiento de Kalobeyei, la congoleña Bahati Musaba, madre de cinco hijos, afirmó que desde 2016, "las agencias de la ONU han apoyado la educación de mis hijos: hemos recibido alimentos, agua y medicinas", así como asistencia económica del PMA para adquirir productos básicos.

Este año, muchas actividades de asistencia de la ONU, incluidas las transferencias de efectivo, se vieron interrumpidas, lo que amenaza con afectar a millones de personas en situación de vulnerabilidad.

Mientras Naciones Unidas celebra su 80 aniversario, sus agencias humanitarias enfrentan una de las crisis más severas de su historia, ya que el mayor donante —Estados Unidos— bajo el mandato de Donald Trump y otros países occidentales han reducido drásticamente el gasto en ayuda internacional. Esta decisión se traduciría en un desvío de esos fondos hacia la defensa nacional.

Diversas agencias de la ONU han comenzado a culparse entre sí, aumentando la competencia por recursos cada vez más escasos, según un diplomático de un país donante que solicitó permanecer en el anonimato.

Las restricciones, según los grupos humanitarios, amenazan el papel vital que la ONU y sus socios juegan en salvar vidas, al proporcionar elementos esenciales como tiendas, alimentos y agua a quienes huyen de la violencia en lugares como Myanmar, Sudán, Siria y Venezuela, recordando también la erradicación de la viruela hace décadas.

“Es el cambio más abrupto en el trabajo humanitario de la ONU en mis 40 años como cooperante”, afirmó Jan Egeland, exjefe de ayuda humanitaria de la ONU, actualmente al frente del Consejo Noruego para Refugiados. “Y a su vez, ampliará la brecha entre las crecientes necesidades y las contribuciones destinadas a la labor humanitaria”.

Recortes alarmantes en apoyos humanitarios

El secretario general de la ONU, António Guterres, ha instado a las agencias a recortar un 20% de sus plantillas, y su oficina en Nueva York ha propuesto reformas radicales que podrían modificar drásticamente la forma en que se distribuye la ayuda.

Los trabajadores humanitarios enfrentan peligros y desempeñan su labor en áreas donde muchos no se atreven a entrar, desde barrios marginales para recopilar datos sobre virus emergentes hasta territorios afectados por sequías para ofrecer agua.

La ONU reportó que 2024 se convirtió en el año más letal para el personal humanitario desde que existen registros, en gran parte a causa del conflicto en Gaza. En febrero, se suspendieron las operaciones de ayuda en el bastión de los rebeldes hutíes en Yemen, donde se detuvo a decenas de trabajadores de la organización y otros grupos humanitarios.

A pesar de las críticas hacia su operatividad, muchos sostienen que las campañas de la ONU han ayudado a millones en todo el mundo afectados por la pobreza, enfermedades y conflictos.

Las críticas también han sido contundentes, señalando que muchas operaciones han perdido eficacia, son burocráticas y distan de las necesidades locales. Estas objeciones incluyen el argumento de que las donaciones postcoloniales han fomentado la dependencia y la corrupción, lo que, a su vez, limita la capacidad de los países para desarrollarse por cuenta propia.

En el caso del PMA, conocido por ser el mayor programa humanitario del mundo, y de las agencias de refugiados y migración, Estados Unidos representaba al menos el 40% de sus financiamientos, recortes que han hecho temblar su sostenimiento tras las disminuciones de asistencia exterior que rondan los 60.000 millones de dólares. Así, todas las agencias de la ONU han recortado miles de puestos de trabajo y han revisado su gasto en asistencia.

“Es demasiado brutal lo que ha sucedido”, comentó Egeland sobre los recortes que han sacudido a la comunidad internacional. “Pero nos ha obligado a establecer prioridades para lograr que más recursos se dirijan a quienes realmente los necesitan”, concluyó.

A medida que las divisiones en el Consejo de Seguridad de la ONU se intensificaron, afectando, por tanto, la capacidad de la organización para evitar conflictos, los esfuerzos humanitarios para vacunar a niños o ayudar a refugiados comenzaron a desvanecerse. Sin embargo, el impacto de su asistencia permanece.

Desafíos y cambios en el entorno humanitario global

Aparte de los recortes drásticos, los conflictos políticos también han entorpecido la labor de la ONU. La UNRWA, la agencia que ayuda a refugiados palestinos, ha brindado diversos servicios desde su fundación en 1948, asistiendo a millones en Líbano, Siria y Jordania, así como en Gaza y Cisjordania.

Israel argumenta que las escuelas de la UNRWA fomentan el antisemitismo, afirmación que esta agencia refuta, insistiendo que su enfoque es entregar ayuda directamente a quienes más la necesitan.

La falta de financiamiento ha llevado a muchas familias a una crisis severa. Por ejemplo, una madre soltera comparte un pequeño apartamento en Beirut y reconoce que “sin UNRWA, moriríamos de hambre... Su apoyo ha sido vital para construir mi hogar y cuidar de mis hijos”.

Los organismos internacionales advierten que este año, aproximadamente 343 millones de personas podrían enfrentar inseguridad alimentaria aguda, un aumento considerable desde hace cuatro años, mientras que los fondos han disminuido un 40%. Esta realidad pone en riesgo a las familias que dependen de estos programas.

El PMA está en proceso de recortar cerca de una cuarta parte de sus trabajadores, lo que podría impactar directamente en su capacidad operativa.

La ONU, como muchos de sus socios, enfrenta un entorno cada vez más difícil, ya que el interés nacional y la autodefensa predominan en el ámbito de ayuda internacional. Algunos programas alternativos y grupos privados han emergido, pero estos no han logrado llenar los vacíos dejados por las reducciones de financiamiento.

Los expertos coinciden en que el futuro de la ONU está en manos de los 193 países miembros, destacando la necesidad de un debate en las capitales sobre cómo empoderar a la ONU para que actúe de manera efectiva y no permitir que su labor se paralice.