Culebrón en Washington
01/07/2025 | 11:58
Redacción Cadena 3
La relación entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el magnate tecnológico Elon Musk, alguna vez considerada una alianza estratégica clave, se desmoronó en una disputa pública que capta la atención mundial.
Lo que comenzó como una colaboración estrecha, con Musk al frente de iniciativas en el gobierno de Trump, derivó en amenazas de deportación y la posible cancelación de contratos federales para las empresas del multimillonario.
Esto marca un punto de inflexión en la dinámica política y económica del país.
Ascenso y caída de la elación
Elon Musk, CEO de Tesla, SpaceX y xAI, emergió como una figura central en la campaña presidencial de Trump en 2024, al aportar cerca de 300 millones de dólares para apoyar su reelección. Tras la victoria de Trump, Musk fue nombrado co-líder del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una iniciativa para recortar el gasto federal y reducir el tamaño del gobierno.
Su rol le otorgó una influencia significativa, que incluyó la supervisión de despidos masivos de empleados federales y la reestructuración de agencias gubernamentales.
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/Fin Código Embebido/Musk participó en reuniones de gabinete, viajó en el avión presidencial Air Force One y fue descrito por Trump como “una de las mentes más brillantes” del país.
Sin embargo, la relación comenzó a fracturarse a finales de mayo de este año, cuando Musk renunció a su rol en DOGE, por aparentes desacuerdos con las políticas económicas de Trump, particularmente el proyecto fiscal conocido como “Big Beautiful Bill”.
Este paquete legislativo, que incluye recortes de impuestos para los más ricos, aumento del gasto en defensa y medidas de aplicación migratoria, fue calificado por Musk como una “abominación repugnante” que incrementaría el déficit federal y no estaría en línea con los objetivos de reducción de gasto de DOGE.
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/Fin Código Embebido/Insultos, acusaciones y amenazas
El desencuentro escaló el 5 de junio pasado, cuando Trump y Musk intercambiaron ataques públicos a través de sus plataformas, Truth Social y X, respectivamente.
Trump acusó a Musk de oponerse al proyecto fiscal por intereses personales, y alegó que su crítica surgió tras la eliminación de subsidios para vehículos eléctricos que beneficiarían a Tesla, a pesar de que Musk había apoyado previamente la eliminación de dichos subsidios.
Musk respondió, sin evidencia, que Trump aparece en documentos gubernamentales relacionados con Jeffrey Epstein, magnate financiero y depredador sexual, insinuando que esta era la razón por la cual no se habían hecho públicos.
La disputa alcanzó un punto crítico cuando Trump amenazó con cancelar los contratos federales de las empresas de Musk, valuados en unos 38 mil millones de dólares, entre ellos los de SpaceX con la NASA.
Esta amenaza, que Trump describió como “la forma más fácil de ahorrar miles de millones”, podría tener graves consecuencias para las operaciones espaciales estadounidenses, dada la dependencia del gobierno en SpaceX para transportar astronautas y suministros a la Estación Espacial Internacional.
Musk contraatacó sugiriendo que SpaceX retiraría su nave Dragon, aunque luego se retractó de esta declaración.
La intervención de Steve Bannon
El aliado de Trump y exestratega jefe, Steve Bannon, intensificó la disputa al exigir una investigación sobre el estatus migratorio de Musk. Sostuvo que el multimillonario, nacido en Sudáfrica y ciudadano estadounidense naturalizado, podría ser un “inmigrante ilegal” que debería ser deportado inmediatamente.
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Bannon también pidió cancelar todos los contratos de Musk y abrir investigaciones sobre supuestos usos de drogas y otras irregularidades, acusándolo de ser un “criminal” y un “comunista”.
Estas acusaciones carecen de pruebas concretas, pero reflejan el tono hostil de la ruptura, exacerbado por el rechazo de Trump a la nominación de Jared Isaacman, un aliado de Musk, para liderar la NASA, por considerarlo “demasiado demócrata”.
Las amenazas de deportación y cancelación de contratos tienen raíces tanto personales como políticas. Primero, la oposición de Musk al proyecto fiscal de Trump, que incluye medidas que podrían afectar los intereses de sus empresas, como la eliminación de incentivos para vehículos eléctricos, desató la ira del presidente. Segundo, la decisión de Trump de retirar la nominación de Isaacman para la NASA, un puesto clave para SpaceX, fue percibida por Musk como una traición, dado su apoyo financiero y político a Trump.
Tercero, la influencia de figuras como Bannon, que ven a Musk como una amenaza debido a su poder económico y su control sobre X, ha alimentado un discurso anti-Musk dentro del círculo de Trump.
Finalmente, la retórica de deportación parece ser una táctica para desacreditar a Musk y debilitar su posición, aunque expertos consideran que tales acciones serían legalmente inviables y perjudiciales para el gobierno, dada la dependencia de SpaceX para misiones espaciales críticos.
Musk buscaba aprovechar su rol en el gobierno para promover sus intereses comerciales y visiones a largo plazo, como la colonización de Marte y la reducción de regulaciones para sus empresas.
Su liderazgo en DOGE le permitió influir en la política federal, pero también generó críticas por posibles conflictos de interés, ya que SpaceX depende de contratos con la NASA y el Departamento de Defensa, mientras Tesla se beneficia de subsidios federales.
La ruptura con Trump pone en riesgo estos contratos, que representan una parte significativa de los ingresos de SpaceX (1,1 mil millones de dólares solo de la NASA en 2025) y podrían afectar proyectos como el sistema de defensa “Golden Dome” o la misión lunar Artemis.
El enfrentamiento entre Trump y Musk no solo marca el fin de una alianza poderosa, sino que plantea riesgos significativos para ambos.
Para Musk, la pérdida de contratos federales podría dañar financieramente a SpaceX y Tesla, cuya acción cayó un 14% tras las amenazas de Trump.
Para el gobierno, cancelar estos contratos podría paralizar misiones espaciales críticas, dado que SpaceX es el único proveedor estadounidense capaz de transportar astronautas a la Estación Espacial Internacional.
Expertos como Lori Garver, exadministradora de la NASA, consideran que ni Trump ni Musk pueden cumplir fácilmente sus amenazas debido a la interdependencia entre el gobierno y SpaceX.
El conflicto, que se ha descrito como “el culebrón de la década” en Washington, también tiene implicaciones políticas. Musk ha insinuado la creación de un nuevo partido político y amenaza con financiar a opositores de los republicanos que apoyen la agenda de Trump, lo que podría fracturar al Partido Republicano.
Mientras tanto, Trump busca consolidar su liderazgo, minimizando el impacto de Musk al destacar la fortaleza de su administración.
Sin embargo, la disputa pública, que incluye acusaciones personales y referencias a escándalos como el de Epstein, sugiere que la reconciliación es improbable en el corto plazo.
La ruptura entre Trump y Musk, dos de las figuras más influyentes del mundo, expone las tensiones inherentes a una alianza basada en conveniencia política y económica.
Mientras Musk enfrenta amenazas a su imperio empresarial, Trump arriesga su agenda legislativa y su imagen de liderazgo unificado.
Este enfrentamiento, jugado en las redes sociales y los titulares, no solo redefine su relación, sino que podría alterar el panorama político y tecnológico de Estados Unidos en los próximos años.
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