Horror en Río: hallan más de 60 cadáveres y los colocan en una plaza pública

La madrugada de este miércoles, el horror se apoderó del Complexo da Penha, en la zona norte de Río de Janeiro. Residentes de la comunidad trasladaron más de 60 cadáveres hasta la plaza São Lucas, después de encontrarlos en una zona boscosa entre los complejos del Alemão y la Penha, epicentro de la operación policial más sangrienta registrada en el estado. Hacia el mediodía, la Defensa Civil confirmó la cifra oficial: 132 muertos, incluidos cuatro policías, y 81 detenidos.

La escena fue de una crudeza estremecedora. Los cuerpos fueron depositados sobre el suelo de la plaza con ayuda de vecinos y personas en situación de calle; entre ellos, un niño de apenas nueve años. Una de las víctimas fue hallada decapitada, su cabeza dentro de una bolsa. 

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Otros cadáveres presentaban heridas de bala en la nuca, puñaladas y signos de tortura, según la abogada Flávia Fróes, quien presenció el operativo y calificó lo ocurrido como “la mayor masacre de la historia de Río de Janeiro”.

“Las manos del cadáver estaban cerradas, apretando pasto”, relató un testigo al diario Folha de São Paulo. En medio del dolor, una madre gritaba entre los cuerpos: “¡Policía asesina, ¿dónde está mi hijo?!”. Su joven de 20 años fue encontrado con las muñecas atadas.

La operación, que involucró a 2.500 agentes de seguridad, buscaba capturar a líderes del grupo criminal Comando Vermelho (CV) y ejecutar más de 100 órdenes de arresto. El despliegue, sin embargo, derivó en un enfrentamiento masivo que incluyó granadas lanzadas desde drones, barricadas incendiadas y enfrentamientos en las laderas del morro.

Entre los arrestados figura Thiago do Nascimento Mendes, alias Belão do Quitungo, considerado uno de los jefes del CV en la región. El gobernador Cláudio Castro celebró el operativo y lo calificó como “un éxito”, asegurando que “las únicas víctimas fueron policías”.

Pero las versiones de los residentes, defensores de derechos humanos y periodistas difieren drásticamente. El periodista brasileño Raúl Fitipaldi, en diálogo con Cadena 3, denunció que “murió gente inocente durante los enfrentamientos” y advirtió que “Río de Janeiro vive en estado de miedo”.

“No se mata a 60 sospechosos. Esto no es un operativo exitoso, es una masacre”, afirmó Fitipaldi. También cuestionó la falta de planificación y aseguró que el narcotráfico en Brasil “es un poder paralelo, un Estado dentro del Estado”.

Un grupo de 27 organizaciones de derechos humanos solicitó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la presencia de observadores y peritos internacionales en Río, ante lo que calificaron como “una violación masiva a los derechos fundamentales”.

Mientras tanto, las imágenes de la plaza São Lucas —con decenas de cuerpos cubiertos por sábanas y familiares intentando reconocerlos— recorren el mundo como símbolo del fracaso del Estado brasileño en materia de seguridad y derechos humanos.

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“El 90% de los muertos son pobres y negros. No se puede permitir que se mueran personas en sus casas simplemente por ser sospechosas”, concluyó Fitipaldi.

Lo que comenzó como un operativo contra el narcotráfico terminó convertido en un episodio que marcará un antes y un después en la historia reciente de Río de Janeiro.

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Entrevista de Rodolfo Barili.