En Gaza luchan por vivir sin electricidad mientras la guerra deja la red eléctrica en ruinas

Bajo el sol abrasador cerca de las ruinas del Hospital Al-Shifa en la ciudad de Gaza, Shorouq Abu Naji, de 22 años, lava a mano la ropa de sus hijos al aire libre, junto a una tienda de campaña.

Sus dedos están rojos e hinchados de tanto frotar. "Ya no podemos usar lavadoras por los largos cortes de luz", dijo. "Me duelen las manos constantemente. A veces lloro del dolor".

Para Abu Naji y sus tres hijos, la electricidad es un recuerdo lejano. "Hace más de dos años que no tenemos electricidad en nuestra zona", afirmó.

"Todo lo que hacemos ahora depende de nuestro esfuerzo físico". Su hijo mayor le entrega un papelito con el número "15", un vale para recuperar un teléfono móvil tras cargarlo en una estación solar.

"Si perdemos este papelito, no podremos recuperar nuestro teléfono", explicó, añadiendo que el teléfono es una herramienta de comunicación fundamental y una importante fuente de luz por la noche. Por la noche, su marido enciende una pequeña hoguera afuera. "Antes de dormir, la apaga para que la tienda no se incendie", dijo. "Dentro de la tienda, dependemos de la linterna del teléfono".

En toda Gaza, las tiendas improvisadas permanecen a oscuras tras la puesta de sol, iluminadas solo por velas, pequeñas hogueras o el tenue resplandor de las pantallas de los teléfonos.

Israel lanzó una operación militar a gran escala en Gaza el 7 de octubre de 2023, después de que un ataque de Hamás en el sur de Israel matara a unas 1200 personas y dejara a otras 250 como rehenes. Israel pronto impuso un "asedio total" al enclave, cortando el agua, la electricidad y el combustible.

Desde entonces, la mayoría de los dos millones de habitantes de Gaza han vivido con poca o ninguna electricidad. En Jan Yunis, Shaker Murtaja, de 42 años, padre de cuatro hijos cuyo taller de costura fue arrasado por un ataque aéreo, habla del miedo generalizado.

"¿Quién puede vivir sin electricidad durante dos años?", preguntó, con incredulidad. "Somos seres humanos y tenemos derecho a vivir como los demás". Recuerda una época anterior al conflicto en la que sus hijos veían la televisión y estudiaban bajo luces brillantes durante algunas horas al día.

"Ahora le temen a la oscuridad. Calentamos el agua con fuego, y cada noche es una lucha". La escasez de electricidad ha debilitado aún más la ya devastada economía de Gaza.

En Deir al-Balah, Samer Afana, un empresario de 53 años, reabrió parte de su fábrica de dulces utilizando generadores alimentados con combustible hecho de plástico fundido.

"Antes, los generadores se usaban para cortes de luz breves", dijo. "Ahora dependemos completamente de ellos, y nuestros gastos se han triplicado".

Afana afirmó haber perdido alrededor de 1,5 millones de dólares estadounidenses debido a la guerra. "La destrucción de la red eléctrica de Gaza ha duplicado las pérdidas de las empresas y destruido miles de empleos", declaró.

Según la Compañía de Distribución de Electricidad de Gaza, el enclave ha perdido alrededor de 1.200 millones de kilovatios-hora de energía desde que comenzó la guerra.

Los daños a la infraestructura eléctrica superan los 728 millones de dólares, según informó la compañía, con miles de redes, transformadores y contadores destruidos.

"Actualmente, la central eléctrica está prácticamente fuera de servicio", declaró el portavoz de la compañía, Mohammed Thabet. Sin un plazo definido para las reparaciones, la mayoría de los habitantes de Gaza siguen viviendo sin electricidad y dependen de velas, lámparas solares y fuentes de combustible improvisadas.