El estilo negociador de Trump mezcla coerción y aranceles en acuerdos diplomáticos

WASHINGTON (AP) — El presidente Donald Trump se enorgulleció de ser un negociador, pero su estilo de negociación resultó más un ultimátum que un compromiso.

En la última semana, Trump impuso aranceles a socios comerciales en lugar de proceder con largas conversaciones para buscar acuerdos. Aumentó la presión sobre la Reserva Federal para que reduzca las tasas de interés. Su gobierno lanzó una nueva investigación sobre la educación superior mientras intentó reformar las universidades.

Para Trump, un acuerdo no fue necesariamente un compromiso en el que ambas partes ceden; fue una oportunidad para doblegar a otros a su voluntad. Aunque retrocedió en algunas de sus amenazas, la semana pasada fue un recordatorio de que estas son una característica permanente de su presidencia.

A medida que Trump reforzó su control sobre las instituciones independientes, se observó una disminución de los controles sobre su poder. Los congresistas republicanos temieron desafíos en las primarias respaldados por el presidente, y la Corte Suprema se llenó de nombramientos de su primer mandato.

Trump resumió recientemente su estrategia al hablar con periodistas sobre las negociaciones comerciales con otros países. “Ellos no marcan el trato”, dijo. “Yo marco el trato”.

Los aliados de Trump consideraron que su agresión fue necesaria en un ecosistema político donde se encontraba bajo asedio de los demócratas, el sistema judicial y los medios de comunicación. En su opinión, el presidente simplemente trató de cumplir con la agenda para la que fue elegido.

Sin embargo, los críticos expresaron que esta estrategia erosionó las bases democráticas del país con un estilo que consideraron autoritario. Dicen que la estrategia del presidente en negociaciones fue una fachada para intentar dominar a sus oponentes y expandir su poder.

“El pluralismo y una diversidad de instituciones que operan con autonomía —empresas, el poder judicial, instituciones sin fines de lucro que son elementos importantes de la sociedad— son gran parte de lo que define la verdadera democracia”, comentó Larry Summers, exsecretario del Tesoro y expresidente de la Universidad de Harvard. “Eso está amenazado por estrategias autoritarias y extorsionistas”.

Buscando el control de la educación superior

Harvard ha sido un objetivo principal para Trump a partir de abril, cuando exigió cambios en la gobernanza de la universidad y nuevos miembros del profesorado para contrarrestar el sesgo progresista.

Ante la resistencia de Harvard, los funcionarios del gobierno cancelaron 2.200 millones de dólares en subvenciones federales. El dinero es el sustento del enorme programa de investigación de la universidad, que incluye estudios sobre el cáncer, la enfermedad de Parkinson, los viajes espaciales y la preparación para pandemias.

Trump también intentó impedir que Harvard recibiera a aproximadamente 7.000 estudiantes extranjeros y amenazó con revocar su estatus de exención de impuestos. Su gobierno envió citaciones solicitando datos de estudiantes.

“Desde luego llegarán a un acuerdo”, dijo Trump el miércoles.

Los funcionarios del gobierno también retiraron fondos de 175 millones de dólares de la Universidad de Pensilvania en marzo debido a una disputa sobre los deportes femeninos. Los restablecieron cuando los funcionarios de la escuela acordaron actualizar las marcas fijadas por la nadadora transgénero Lia Thomas y cambiar sus políticas.

La Universidad de Columbia cedió ante Trump al poner su departamento de estudios de Oriente Medio bajo nueva supervisión, entre otros cambios, después de que el gobierno retirara 400 millones de dólares en financiamiento federal. En la Universidad de Virginia, el presidente James Ryan renunció bajo presión tras una investigación del Departamento de Justicia sobre prácticas de diversidad, equidad e inclusión. Una investigación similar se abrió en la Universidad George Mason.

“El financiamiento federal es un privilegio, no un derecho, para las universidades”, dijo Kush Desai, portavoz de la Casa Blanca.

Estas medidas no tuvieron precedentes antes de que Trump asumiera el cargo. Ted Mitchell, presidente del Consejo Americano de Educación y funcionario del Departamento de Educación bajo el expresidente Barack Obama, afirmó que Trump no estaba buscando acuerdos, sino que estaba “exigiendo más y más y más”.

“La autonomía institucional es una parte importante de lo que hace que la educación superior funcione”, agregó. “Es lo que permite a las universidades buscar la verdad sin consideraciones políticas”.

Atacando la independencia de la Reserva Federal

La Fed también enfrentó la ira de Trump. El mandatario acusó al presidente de la Fed, Jerome Powell, de moverse demasiado despacio para reducir las tasas de interés, una medida que podría hacer más asequible la deuda del consumidor. También podría ayudar al gobierno de Estados Unidos a financiar la deuda federal, que se espera que aumente por los recortes de impuestos que Trump firmó recientemente.

Powell se abstuvo de reducir la tasa de referencia del banco central, ya que los aranceles de Trump podrían empeorar la inflación y las tasas más bajas podrían intensificar ese problema. Desai informó que la Casa Blanca cree que la Fed debería actuar en función de lo que muestran los datos, que es que “las políticas del presidente Trump han domado rápidamente la inflación”.

Aunque Trump aseguró que no intentaría despedir a Powell —un paso que podría ser imposible según la ley—, también pidió su renuncia. Además, los aliados de Trump aumentaron su escrutinio sobre la gestión de Powell, especialmente en relación a una costosa renovación de la sede del banco central.

David Wessel, investigador principal en estudios económicos en la Institución Brookings, dijo que el enfoque de Trump podría socavar la credibilidad de la Fed al arrojar una sombra política sobre sus decisiones.

“Habrá costos reales si los mercados e inversores globales piensan que la Fed ha sido sometida por Trump”, advirtió.

Amenazas de aranceles en lugar de acuerdos comerciales

En un principio, Trump quería promulgar aranceles generales en abril. Según su opinión, los impuestos a la importación solucionarían el desafío de que Estados Unidos compra demasiado a otros países y no vende lo suficiente en el extranjero.

Después de una reacción negativa en los mercados financieros, Trump instituyó un período de negociación de tres meses sobre los aranceles. Peter Navarro, uno de sus asesores, declaró que el objetivo era “90 acuerdos en 90 días”.

El gobierno anunció algunos marcos comerciales con el Reino Unido y Vietnam, pero Trump perdió la paciencia. Envío cartas a dos docenas de naciones y a la Unión Europea informándoles de sus nuevas tasas arancelarias, como el 30% contra la UE y México, lo que podría socavar el trabajo de sus propios negociadores.

Desai opinó que la estrategia de Trump generó “un interés abrumador” de otros países en alcanzar acuerdos comerciales y le dio a Estados Unidos ventaja en las negociaciones.

John C. Brown, profesor emérito de economía en la Universidad Clark en Massachusetts, sostuvo que el “establecimiento arbitrario de aranceles según los caprichos de una persona no tiene precedentes en la historia de la política comercial desde el siglo XVII”.

“Es simplemente extraño”, comentó Brown sobre las acciones de Trump. “Nadie ha hecho esto en la historia”.

El presidente también empleó la amenaza de aranceles para ayudar a aliados políticos e influir en los sistemas judiciales de otros países. Le dijo a Brasil que implementaría un arancel del 50% si el país no abandonaba su enjuiciamiento al expresidente Jair Bolsonaro, quien, al igual que Trump, fue acusado de intentar anular una elección.

Inu Manak, investigadora en política comercial en el Consejo de Relaciones Exteriores, manifestó que la estrategia inconsistente de Trump fomentará la desconfianza sobre los motivos de Estados Unidos.

Señaló que dos de las cartas fueron enviadas a Canadá y Corea del Sur, aliados que tienen acuerdos comerciales existentes con Estados Unidos aprobados por el Congreso.

Al imponer nuevos aranceles, dijo, Trump planteó “serias dudas sobre el significado de firmar cualquier tipo de acuerdo con Estados Unidos”.