La mirada que transforma: menos etiquetas y más atención a la persona

El 3 de diciembre es el Día del Médico y de las Personas con Discapacidad. Es fundamental conmemorar este día para recordar la importancia de los derechos de todas las personas. Para homenajear este día estuve charlando con un profesional de la salud: el Dr. Enrique Orschaski, el médico pediatra que tuve desde muy chiquita.

Recordando el momento en el que me recibió en su consultorio teniendo solo 4 días de nacida dijo: “Tus padres estaban conmocionados porque habían recibido noticias de que había un síndrome. Qué susto, ¿no? Y en aquella época, después de más de 20 años, la sensación era fuerte. Y yo... Lo primero que atiné a decir es, ¿quién es Male? Veamos quién es Male. Ustedes no me trajeron un síndrome, me trajeron a una personita femenina que es Malena y veamos quién es”. Resalto esta cita ya que me emocioné muchísimo cuando lo escuché hablando con total naturalidad, se me llenaron los ojos de lágrimas.

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En relación con el acompañamiento que un profesional de la salud debe brindar a las familias, sobre todo a los padres cuando se enteran que su hijo o hija tiene un diagnóstico de discapacidad, planteo lo siguiente: “Cuando la noticia los sorprende, lo primero, por lejos, es quitarle la culpa a los padres. Porque siempre hay una sensación de que algo hice mal, algo no hice, o algo hice de más. A partir de ahí, uno empieza a construir una crianza. A través de las creencias. Y no a través de prejuicios o a través de cómo le fue a otra familia”. En base a esto le pregunté sobre el contexto y el impacto que provocan los paradigmas antiguos y los estereotipos de los profesionales de la salud cuando reciben bebés recién nacidos con una discapacidad: “El impacto es igual que en un niño que nació sin discapacidad. Es lo mismo considerarlo alguien especial. Alguien que no tiene techo y alguien que no tiene límites”. Destaco estas palabras porque nos deja pensando como sociedad sobre el impacto y las consecuencias que pueden llegar a tener los paradigmas y estereotipos en los que se basan algunos profesionales de la salud cuando atienden bebés, niños y niñas en su diversidad. Además, para acompañar estas situaciones, Enrique remarca y pone en valor el trabajo en equipo entre profesionales: "Ya hemos roto esta tradición de que los pediatras son, exclusivamente, quienes tienen el poder, quienes tienen la posibilidad. Trabajamos en equipo, convocamos a mucha gente, a psicopedagogos, a psiquiatras, a psicólogos”.

Enrique planteó un frase que me dejó pensando en relación a sus vivencias y aprendizajes en relación con sus pacientes: “Y los pacientes, al menos me pasa a mí, abro la puerta del consultorio y viene mi maestro. Mi maestro puede tener un año, dos años, cinco años, ocho”.

Muchas veces los niños y niñas buscan la aprobación constante y la mirada de sus padres. En relación a esta mirada, el Dr. Orschanski nos invita a reflexionar: “La mirada de los padres, la mirada afectiva, hace existir a los chicos. Una mirada distraída, por muchas razones los pone borrosos. Y la falta de la mirada de los padres y madres los hace desaparecer”. La falta de la mirada de los padres se observa mucho en la actualidad, por ello, es clave que hagamos foco como sociedad en mirarnos y poner en evidencia el poder de la solidaridad, la empatía y el amor.

En relación a esto y a modo de cierre, con palabras del Dr. Orschanski, quiero recordarles algo clave: “si rompemos el individuo, rompemos el individualismo y nos creemos sociedad y si sabemos que de esta nos salvamos todos, nadie queda afuera. Absolutamente nadie”.