Un Tigre polémico

Maravillas de este siglo

Un Tigre polémico

16/07/2019 | 09:53

María Rosa Beltramo

Adrián Suar ha sido acusado de armar un programa para reforzar las chances electorales de la fórmula que encabeza Mauricio Macri, agigantando los prejuicios sobre el sindicalismo, un sector que, previsiblemente, está más cerca de la oposición. El dueño de Pol-Ka es el responsable de El Tigre Verón, la serie que protagoniza Julio Chávez y que exhiben El Trece y TNT y cuyos 12 capítulos están disponibles en Flow.

Se trata de una ficción que gira en torno del  secretario general del gremio de la carne y de las herramientas a las que echa mano  para mantenerse al frente de la entidad sindical, negociar con la patronal y eludir la persecución judicial por una media docena de delitos que cambian a lo largo de la historia e incluyen la titularidad de cuentas offshore.

A más de uno le pareció una coincidencia sospechosa que el primer episodio viera la luz el mismo día que el presidente de la Nación le decía a la CNN que Hugo Moyano (camioneros), Sergio Palazzo (bancarios) y Pablo Biró (pilotos) “son gente que no entiende el cambio que ha tenido la Argentina", "patoteros" y cuyos "privilegios e ineficiencias cuestan millones de pesos por mes".

El diccionario define a la ficción como "cosa, hecho o suceso fingido o inventado, que es producto de la imaginación" y aunque es inevitable que cualquier creación humana incluya un sesgo ideológico, parece exagerado atribuir a los guionistas Marcos Osorio Vidal y Germán Maggiori – El Jardín de BronceFarsantesLos Simuladores- el alumbramiento de media docena de criaturas, diseñadas para alertar al público sobre lo malo que son los sindicalistas.

Lleno de excesos, gritón y puteador serial, el dirigente que compone Chávez es, sin embargo, el héroe de la tira y a su modo, defiende los intereses de sus afiliados y lucha por conservar la unidad familiar, además de hacerse cargo de errores que no ha cometido para proteger a los suyos.  

Las conductas despreciables corren por cuenta de su contrafigura, que no es el sindicalista que le disputa el cargo, ni la fiscal que lo persigue durante los 12 capítulos, sino Antonio "El Chaqueño" Morán, un empresario admirablemente interpretado por Manuel Callau, que de tan abominable convierte al Tigre en el muchachito de la película.

Es cierto que resulta inevitable que los Verón hagan pensar en los Moyano, por el oficio del padre y los hijos que siguen sus pasos, pero el parecido no va más allá de las remeras prendidas hasta el último botón que usa Fabito (Marco Antonio Caponi) que recuerdan vagamente a Pablo, aunque uno sea, en la vida real, líder de los camioneros y el otro dirija en la ficción un taller clandestino .

Desacreditar a los sindicalistas no es una tarea compleja ni requiere de un esfuerzo imaginativo importante. A los representantes de ese sector los suelen correr por izquierda con el expediente de que son burócratas y por derecha porque representan piedras en el camino que los empresarios exigen despejado para agrandar sus negocios.

La dinastía de los Verón tiene toda la carga dramática que los autores parecen haber necesitado para armar una historia atrapante y no tanto para que los televidentes asumamos que convendría apostar por la fórmula que se mantiene alejada de todo tipo de expresiones sindicales.

¿Es demasiado que el primogénito sea un adicto irrecuperable, que su hermana arranque comprando mercadería robada y que la madre de ambos y ex mujer del Tigre viva aferrada a una botella de whisky?. Parece excesivo si uno no tuviera referencias de otras ficciones que han ido mucho más lejos para mantenernos expectantes.

Los escritores de “El Tigre…” parecen documentalistas al lado de Shonda Rhimes, la autora de Scandal, cuya protagonista se pasa la mitad de los capítulos intentando que su padre no asesine a su madre y el presidente de los Estados Unidos ahorca con sus propias manos a la titular de la Suprema Corte de Justicia.

Puede que el programa de Pol-Ka tenga demasiados clichés y que los guionistas no hayan podido apartarse ni un milímetro del estereotipo, pero parece haber un abismo entre eso y la presunción de que es un burdo panfleto. La serie tampoco deja bien parada a la justicia. La fiscal Lorena Raimundi (Muriel Santa Ana) parece dispuesta a cualquier cosa con tal de detener a Verón, incluyendo procedimientos a todas luces irregulares y un pacto con el más corrupto, que es el empresario y no el gremialista.