Telegrama de despido

Maravillas de este siglo

Telegrama de despido

06/09/2018 | 06:40 |

Aunque más de una vez se afirma que el mundo está enfermo de realidad, no hay nada como la ficción para agitar las aguas de la polémica. 

María Rosa Beltramo

La vida, ya se sabe, puede cambiar en un segundo. No hay forma de evitarlo. Poco importan los recaudos y el empeño que se ponga en tratar de ganarle la pulseada al destino. Hace un año en el glamoroso cielo de Hollywood brillaba con intensidad enceguecedora la estrella de Kevin Spacey. El protagonista indiscutido de House of Cards, hacía simultáneas y filmaba junto a la quinta temporada, “Todo el dinero del mundo” a las órdenes de Ridley Scott y Billionaire Boys Club dirigido por James Cox. En los ratos de ocio se las arreglaba para cantar, organizar homenajes a sus artistas preferidos y colaborar con cualquier causa noble que requiriera de su presencia.

Imposible calcular ahora lo que cotizaba una foto con  Kevin y lo que daban políticos, productores o simples fanáticos por una selfie que lo incluyera con una sonrisa franca o una mirada sobradora a lo Frank Underwood. La agenda del hombre que levantó dos Oscars se parecía a la de un presidente, hasta que en octubre de 2017, Anthony Rapp reveló que cuando era adolescente había sido acosado por KS. Y fue el principio del fin.

La reputación y la carrera del actor se desplomaron como un castillo de naipes. Hace algunas horas Netflix anticipó el primer trailer de la sexta temporada  y , por si hacía falta, mostró que Frank está muerto y enterrado. Y no es una metáfora. Claire (Robin Wright), de pie en medio de un paisaje arbolado, advierte: “Te diré esto, Francis, cuando me entierren a mí no será en mi patio trasero. Y cuando me presenten sus respetos tendrán que esperar en fila”. La cámara se demora ante la lápida de Calvin Underwood y en el último instante se abre para mostrar una más nueva, con la inscripción “Francis Underwood”, 46 presidente de los Estados Unidos.

Netflix, el gigante del streaming que edificó su fama sobre los cimientos de House of Cards, depositó en la cuenta de Kevin Spacey 39 millones de dólares  y le agradeció los servicios prestados, dando por concluída una relación que rindió frutos extraordinarios, fue magnífica mientras duró y tuvo un final horrible a pesar de la jugosa indemnización.

Con abogados dispuestos a clausurar con dólares cualquier orificio por el que pueda filtrarse una demanda, el hombre con el que medio planeta quería fotografiarse, se convirtió en una suerte de leproso del medioevo y en cuestión de horas lo eliminaron prolijamente de los afiches, las redes sociales y hasta volvieron a filmar una película ya finalizada, para borrarlo del reparto.

Demostrando que cualquier precaución es insuficiente, la producción de Billionaire Boys Club decidió estrenar sin cambios la película para lo cual hizo una presentación formal al sólo efecto de aclarar que el proceso de filmación se remontaba a 2015, cuando nada ensombrecía la trayectoria de Spacey. No les sirvió de nada, los medios se ocuparon de revisar la taquilla y consignar, para el libro de los récords, que en la jornada original el filme había recaudado…126 dólares.

Poco  importa el peso que tenía en la historia de la serie el personaje del presidente. Salvo alguna suerte de milagro que nadie espera, Kevin Spacey es un caso cerrado y sin posibilidad de reapaertura. Y aunque los espectadores reclamen su presencia para que no haya ruptura en la historia, su muerte formará parte de un relato.

“Debiste haberlo sabido” dice el tuit de House of Cards al pie de la imagen de las tumbas de Calvin y Francis. No hay vuelta atrás. Esta vez la realidad obligó a modificar la ficción. Las acciones de Kevin se llevaron puesto a Mr. Underwood. A Netflix y a los espectadores no les queda otra que hacer votos por el éxito de la señora presidenta.