Martín Demichelis y Evangelina Anderson junto a sus hijos.

Maravillas de este siglo

Sonrían y digan whisky

18/02/2023 | 13:17

 

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

Evangelina Anderson no dudó en tildar de racista la exigencia de enviar una foto de familia que le planteó el colegio de la zona de Olivos donde inició los trámites para inscribir a sus tres hijos Martín Bastián, Lola y Emma. 

La afirmación, que volcó en sus redes sociales junto a la aclaración de que nunca le sucedió algo parecido, originó un encendido debate entre sus seguidores.

Mientras algunos coincidieron en su apreciación y advirtieron que es una medida habitual que forma parte de los requisitos impuestos por los establecimientos privados más caros, otros la culparon por elegir una escuela de ese estilo y varios manifestaron que si no le gustaba debía buscarse otro lugar.

El tercer grupo no acepta ninguna clase de discusión porque quienes lo integran están convencidos de que una institución que no recibe ayuda estatal puede establecer las normas que considere más convenientes, sin limitaciones.

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En realidad, el Estado no puede renunciar a controlar el cumplimiento de normas generales que están por encima de las características del colegio, aunque no sea la fuente directa de financiamiento. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) uno de cada dos chicos asiste a una escuela privada. El Nivel Inicial es el que tiene más alumnos, con un 55% del total y casi un 60% de jardines privados. En secundaria, casi el 70% de las escuelas son privadas.

En la mayoría de los casos se trata de establecimientos que se reconocen como de gestión privada pero el dinero que paga total o parcialmente los salarios docentes procede de las arcas oficiales. Más allá de quien afronta los gastos, y aunque un mínimo porcentaje no recibe ayuda estatal, eso no lo exime de la obligación de ajustarse a la legislación vigente .

Hay una tendencia bastante extendida a suponer que si una institución educativa se autofinancia puede imponerle al alumnado cualquier norma que apruebe su consejo directivo. Esa no es una verdad absoluta aunque haya mucha gente dispuesta a aceptar calladamente cualquier tipo de imposición para pertenecer a esa comunidad que se percibe como socialmente valiosa.

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Por algo a Evangelina Anderson le llamó la atención el pedido de la foto familiar, un requisito que no le exigieron en Alemania donde sus hijos estudiaban últimamente, ni en España e Inglaterra, países en los que la familia residió por la ocupación del padre de los niños, Martín Demichelis, ex futbolista y actual entrenador de River.

Lo llamativo, cada vez que se plantea alguna situación polémica vinculada a la educación, es que la mayoría de las personas concibe al ámbito público como un espacio libre de imposiciones y al privado como un escenario donde es posible establecer muchas reglas gracias, básicamente, al poder de la cuenta bancaria.

Es habitual la respuesta "si no te gusta, mandá a tus chicos a una escuela pública" como si en ese lugar alumnos y padres pudieran hacer su voluntad irrestricta en contraposición al mundo perfectamente organizado y auténticamente formativo de lo privado.

En ese contexto es que varios de los seguidores de Anderson, en lugar de analizar las razones por las que un colegio reclama ver la foto de la familia antes de anotar a un chico, dejan de lado cualquier cuestionamiento y sugieren enfilar para el lado de la escuela pública.

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