Pobre millonario

Maravillas de este siglo

Pobre millonario

11/09/2020 | 09:19 |   

María Rosa Beltramo

Dueño legítimo de dos Oscars, dúctil, histriónico y simpático, Kevin Spacey fue hasta hace tres años un actor que tenía a todos los realizadores dispuestos a ofrecerle lo que pidiera para que encabezara cualquier clase de proyectos fílmicos. Su fama y su prestigio no tenían techo hasta que llegó aquella primera denuncia sobre conducta sexual impropia y la incredulidad se transformó primero en decepción, luego en enojo y terminó arrojándolo del olimpo de Hollywood a una especie de purgatorio en el que sigue atrapado.

A diferencia de otras figuras de la televisión que ya pasaron por tribunales y sobre las que pesan condenas concretas, el laureado protagonistas de House of Cards zafó hasta ahora de la decisión de los magistrados pero sin que lo atrapara el largo brazo de la ley, sus empleadores decidieron de manera casi sumaria que las imputaciones en su contra debían tomarse en cuenta.

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Fue así que los abogados trabajaron a destajo para arreglar su desvinculación de la tele, además de borrarlo literalmente de una película que ya estaba en proceso de edición y cerca de su estreno internacional. Más rápido que cualquier otro lo eliminaron de programas que eran exitosos, filmes que prometían y media docena de prometedoras realizaciones .

Anthony Rapp es quien manifestó que cuando tenía 14 años, en 1986, coincidió en una fiesta con KS, entonces de 26 años, y apenas pudo eludirlo cuando se le arrojó encima con inequívocas intenciones de mantener relaciones sexuales. Poco después se sumó una denuncia del otro lado del océano, de una presunta víctima de la época que el protagonista de Belleza Americana trabajaba en Londres.

El año pasado un fiscal neoyorquino desistió de continuar el proceso contra Spacey por una imputación parecida y su situación legal parecía casi favorable y su horizonte tribunalicio quedó despejado. Sin embargo, el estado de Nueva York cuenta ahora con una ley que permite a quienes han sufrido abusos infantiles demandar sin que opere la prescripción y Rapp y otro hombre del que solo se conocen las iniciales, C.D., están resueltos a intentar que llegue la condena que pretenden.

Desde que Netflix se animó a meter mano en el guión de House of Cards para sacar de la historia a su personaje, el presidente Frank Underwood, el actor no ha podido volver a ejercer su oficio. La prensa especializada lo ha mostrado una vez en una calle de Roma leyendo un poema, en otra ocasión cantando junto a un conjunto de músicos sevillanos y junto a su abogado, en las dos oportunidades en las que compareció ante la justicia.

De una agenda recargada y difícil de manejar, se convirtió en un jubilado al que todos evitan. Sin contar la fortuna que había amasado hasta el día que llegó la primera denuncia y lo que le pagaron algunos productores por cancelar los contratos, Netflix le puso 36 millones de dólares en el bolsillo para que se fuera en silencio cuando todavía quedaban decenas de episodios por filmar.

No importa el destino que le tengan deparado los jueces. La industria del entretenimiento no le dará cabida nuevamente. Ahora, al menos, las presuntas víctimas tendrán el espacio que reclamaban para hacer oír su voz y el denunciado la posibilidad de defensa que en su trabajo no le concedieron.

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El actor estadounidense fue denunciado formalmente por dos hombres que dicen haber sido agredidos sexualmente por él en la década del '80, cuando tenían apenas 14 años.  

Supuesto abuso sexual

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