Peluqueros ingeniosos

Maravillas de este siglo

Peluqueros ingeniosos

14/06/2021 | 11:59 |  

María Rosa Beltramo

Si hay algo que en Córdoba no se puede negar es la inventiva puesta al servicio de todo tipo de causas, y si se trata de las más nobles, mucho mejor. Desde que los números de la pandemia de covid revelaron una situación sanitaria al borde del colapso, distintos sectores salen diariamente a la calle para reclamar que se les permita trabajar. A pie, o en caravana, llevan sus problemas a la esquina de Vélez Sarsfield y el bulevar San Juan y a voz en cuello proclaman su adhesión a los protocolos y reivindican su derecho a ejercer honestamente su profesión.

El éxito o fracaso de sus legítimas demandas siempre depende de la evolución de la enfermedad, el número de camas disponibles y también, de la capacidad de lobby del sector que se moviliza. Algunos no necesitan reunir multitudes ni cortar la circulación vehicular toda la mañana; pueden formular veladas amenazas a través de los medios o recordar distraídamente la inminencia de las elecciones.

Hay cámaras empresarias que ante el menor inconveniente sacan un comunicado o apelan a sus contactos y consiguen una audiencia con funcionarios importantes, pero el problema serio es siempre de los sectores sin una estructura corporativa pesada ni conexiones con el poder, esos que saben que, a lo sumo, ocupan media calzada y aunque griten fuerte, sus pedidos se pierden en el fragor del tránsito y entre voces de resonancia mayor.

En esos casos, el único recurso válido es el del ingenio. De los cientos que ganaron la calle en los últimos días para advertir que están al borde del precipicio, se ganaron un espacio impensado un puñadito de peluqueros con un cartel confeccionado a mano y con un fibrón por el más imaginativo del grupo, con un mensaje lo bastante importante como para que siete palabras lograran imponerse en esa verdadera jungla de consignas que de lunes a viernes inunda el centro de Córdoba.

Con fibra negra sobre cartulina verde escribieron “Schiaretti, vos la teñís a la Vigo?” trasladando directamente a los hombros del mismísimo gobernador de Córdoba el problema del cierre de las peluquerías. Nada de distraer a la gente con un montón de peticiones ni de citar artículos de la Carta Magna; fueron al meollo de la cuestión.

Dieron por sentado que la diputada nacional y esposa del mandatario, Alejandra Vigo, requiere de los servicios de los representantes del sector y señalaron , aunque como una interrogación, la imposibilidad de que el marido se ocupara de esas demandas, una forma elegante de sugerir que haga frente al problema y les autorice la reapertura.

Los que se dedican al noble oficio de lidiar con las cabelleras ya habían demostrado el año pasado, a comienzos de la cuarentena, una disposición especial para afrontar las dificultades y un humor a prueba de los malos tiempos que oscurecían el horizonte. Fue el propietario de un humilde local en un barrio el que apareció en la tele en horario central advirtiendo que la ciudad se estaba quedando sin rubias.

Con media cara detrás del barbijo y sonriendo con la mirada, otro representante de la actividad enfrentó la cámara y subió el tono para decir que necesitaban abrir las peluquerías para “terminar con todos los problemas de raíz”. Un año después los representantes de ese gremio castigado por las restricciones vuelven a demostrar que les sobran los recursos para llegar hasta el centro del poder y exigirle respuestas.

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