Bullrich
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich

Maravillas de este siglo

Patricia y las mafias

28/05/2019 | 08:18

María Rosa Beltramo

Estrella indiscutida del gabinete nacional, la ministra de Seguridad  se ha ganado un lugar de privilegio en el universo de Cambiemos a fuerza de apariciones diarias al frente de grupos uniformados.Y no es sólo su presencia lo que parte de la ciudadanía parece valorar, sino también esa propensión justiciera que la lleva a alardear sobre los logros en la guerra contra el narcotráfico y el esclarecimiento rápido de otros crímenes que conmueven a la sociedad.

Últimamente ni el diccionario parece alcanzar para describir su tarea; tanto que llamó a “desmafializar” el país que a su juicio, nunca termina de arrancar por culpa de esos grupos corporativos responsables del estancamiento. Tras señalar que era consciente de que se trataba de un neologismo, sostuvo, no obstante, que creía que se podía incluir tranquilamente en el diccionario de la ciencias políticas.

Las mafias que desvelaron en los últimos días a Patricia Bullrich no son las que suele mencionar con insistencia en medio de los operativos que lidera, sino una construcción de carácter político que tanto puede englobar a sindicalistas que convocan al paro como a rivales de la administración de la que forma parte, pasando por piqueteros que obstruyen el libre desplazamiento de la producción nacional.

“Mafia” parece ser una palabra fetiche en el vocabulario de la ministra.A principios de este mes, atribuyó el asesinato de Miguel Yadón y Héctor Olivares a un “clan mafioso de gitanos” y puesta a analizar las motivaciones de los homicidas, opinó casi lacónicamente que se trataba de “un crimen por códigos de sangre”.

Para los micrófonos no dijo una sola palabra más, pero en el off de record los periodistas que seguían el caso recibieron la versión de los investigadores según la cual el objetivo del ataque era Miguel Yadón, supuesto amante, de la “zíngara” Estefania Fernández Cano, una mujer casada causante de la tragedia cuando el marido se enteró del romance y puso a otros miembros del clan a lavar a los tiros su honor mancillado.

Para la posteridad quedó el tuit de la cuenta oficial de la funcionaria: “Todo el “clan mafioso de gitanos” detenidos, incluido el segundo que iba en el auto, uno de los dos asesinos de Yadon y el que hirió gravemente al Diputado Olivares. El último detenido en Uruguay. Gracias a Interpol Uruguay.¡El que las hace las paga!!”.

 

La causa avanzó y hasta donde se sabe, no hubo clan ni mafia gitana y la mujer fatal que supuestamente había motivado la venganza no conocía al hombre que le adjudicaron ni a su compañero de infortunio. No pudo zafar de dos semanas de detención por haber colaborado con la huída de su padre, pero, naturalmente, nadie le pidió disculpas por haberla involucrado en una historia falsa.

Medios entusiasmados por los aportes de Bullrich llegaron a publicar, inclusive, que el detonante del ataque era el inesperado embarazo de la gitana nacida en España. La ministra había pasado de evaluar el ataque como “de extrema gravedad institucional”-cuando se creía que el objetivo del asesino era un diputado de la Nación- al alivio de atribuir todo a la “mafia gitana”. Y allí se quedó pese a que las pericias no lograron demostrar el vínculo pasional que le daba sustento a la cobarde agresión, ni la relevancia de que el o los asesinos fueran argentinos, españoles o gitanos.

Entre el clan gitano y la creación del neologismo a través del cual llama a “desmafializar”, la ministra que prefiere usar el apodo doméstico y amable de "Pato" en las redes sociales, se tomó un largo día para pronunciarse sobre la masacre de San Miguel del Monte y aunque reapareció condenando el accionar de la Policía, responsable de la muerte de cuatro chicos, no pudo evitar que legisladores de la oposición la denunciaran por incumplimiento de los deberes de funcionario público.