Mentiras atractivas, verdades aburridas

Maravillas de este siglo

Mentiras atractivas, verdades aburridas

20/02/2019 | 06:13 |

Aunque más de una vez se afirma que el mundo está enfermo de realidad, no hay nada como la ficción para agitar las aguas de la polémica. 

María Rosa Beltramo

A Samuel Chiche Gelblung, un veterano de mil batallas, se atribuye la frase “que la verdad (o la realidad) no te impida hacer una buena nota”. Semejante indicación, dirigida por un secretario de redacción o un editor a un cronista, alcanza para un tratado de periodismo pero, esencialmente, alerta sobre dos términos que deberían marchar juntos pero a menudo se repelen.

De vez en cuando aparecen en los grandes medios, estrellas fugaces que advierten que el apego a los hechos redunda en notas honestas que no le interesan a nadie. Y que, con algún toque mágico, que incluya la alteración de la cronología, el agregado o la supresión de algún protagonista y , al fin , detalles pintorescos producto de la imaginación, las historias mejoran, enamoran a los jefes de redacción y , sobre, a los lectores.

En 2003, el New York Times debió admitir que Jayson Blair, uno de sus mejores periodistas, era un tremendo fraude .Detectaron primero que había plagiado un artículo del San Antonio Express-News sobre la madre de un soldado desaparecido en Irak e inmediatamente comprobaron que 36 de sus 73 entrevistas eran mentira.Por estas horas, la revista de investigación alemana Der Spiegel acaba de advertir que todos y cada uno de los artículos de Claas Relotius, el mejor de la redacción, pueden ser total o parcialmente inexactos .

Sucede que el joven pero veterano escriba decidió que las notas realmente buenas requerían de testimonios que no siempre encontraba y de hechos que nunca eran lo bastante heroicos, terroríficos o impactantes como para organizarlos en una narración atractiva.

Y una vez que logró recostarse sobre los laureles de los artículos más leídos de la revista, fue por más y decidió que la realidad no le impediría la sagrada misión de hacer cada vez mejores notas, a despecho de la realidad.

Sus jefes describen al cronista de 33 años como “modesto, alto, reservado, atento, en ocasiones demasiado serio. Pero, en conjunto, el tipo de persona a cuyos padres te gustaría felicitar”.

La carrera de Claas avanzaba sin obstáculos hacia los premios más disputados por el periodismo europeo, cuando le tocó en desgracia un artículo a cuatro manos con un tal Juan Moreno, menos famoso que él, y apenas un free lance que empezó a prestarle atención a algunas inexactitudes y terminó presentándoles a los jefes las pruebas del delito.

Der Spiegel envió a Moreno a México a reunir datos sobre la marea de migrantes que pugna por llegar a Estados Unidos.

El periodista español radicado en Alemania debía acompañar a uno de ellos para retratar el día a día mientras Claas Relotius, infiltrado en la milicia civil, tenía a su cargo la narración de las acciones desplegadas por esos grupos para contenerlos fuera del territorio norteamericano.

La frontera de Jaeger tituló la revista el artículo de Claas.Para entonces, Moreno había descubierto sospechosas similitudes entre lo escrito por su compañero y lo publicado mucho antes por medios norteamericanos.

No tuvo éxito cuando les advirtió a los editores que algo estaba mal, pero siguió investigando.

En Estados Unidos entrevistó a personas que aparecían en las notas de Relotius. Y descubrió que no habían hablado con él y no lo conocían.

Con nuevos elementos pudo convencer a la cúpula de la revista de la necesidad de examinar con detenimiento cada una de las publicaciones.

Esta vez , el rastrillaje incluyó las computadoras y los servidores. Relotius terminó confesando que inventaba por miedo al fracaso y que “la presión para no fallar fue creciendo a medida que iba teniendo más éxito”.

Der Spiegel comunicó a sus lectores el fraude a través de un número en el que reprodujo en portada una frase de su fundador: “Cuenta lo que es”.

Cuesta creer que profesionales del talento del periodista alemán o de su colega norteamericano Jayson Blair, vayan a ignorar que la tecnología actual permite descubrir con relativa facilidad un plagio o un detalle discordante en un tema tan popular.

Sin embargo, parece que la promesa del éxito es lo bastante atractiva como para que rechacen el sentido común, la prudencia y el apego a los hechos.