Elina Fernández de Constantini y su marido Eduardo Constantini

Maravillas de este siglo

La venganza es un plato que se sirve frío

23/09/2023 | 09:02

 

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

A Francisco de Quevedo, político y escritor del Siglo de Oro español, se atribuye la indiscutida sentencia según la cual la venganza es un plato que se sirve frío.

La frase no requiere de ulteriores explicaciones. Es sencilla, comprensible y alude a la conveniencia de no actuar de inmediato cuando una persona ha recibido un agravio porque difícilmente de la urgencia surja un comportamiento inteligente.

La idea es permitir que el tiempo transcurra, los ánimos se serenen y el damnificado -imaginario o real, lo mismo da- pueda adquirir la perspectiva correcta para planificar la revancha.

Seguramente Elina Fernández Fantacci de Constantini adhiere sin medias tintas a los dichos de Quevedo. Con una paciencia digna de Job aguantó un entripado más de tres años hasta que en las últimas horas se lo sacó de encima con elegancia, en silencio y sin dejar huellas, aunque hasta el menos experimentado de los detectives cree que todas las evidencias la señalan.

Elina organizó en el Museo de Arte Decorativo de Recoleta la Semana de la Alta Costura. Un entorno lujoso -el edificio, un bello exponente de la arquitectura neoclásica brilla en la avenida del Libertador- para que mostrara sus diseños Adrián Brown.

El artista es amigo personal de Anamá Ferreira, a quién según el posterior relato de la ex top model ,envió una invitación para someter su nueva colección a la mirada experta de la mujer que vio la luz hace 71 años en Mina Gerais y lleva más de medio siglo vinculada a esa actividad.

Vestida para la ocasión, Anamá intentó hacer una entrada triunfal a tono con el entorno, pero no logró atravesar el umbral. El hombre que custodiaba celosamente la puerta le negó el ingreso.

Con delicadeza no exenta de determinación le espetó un firme: "No puede entrar, ¿Me acompaña, por favor?”.

"Me está sacando la policía", se descontroló Anamá y ahí el patovica de desfile, bajó la voz, optó por el tuteo y le aclaró: "No soy policía, soy de seguridad.Te invito a que salgas.Te pido por favor que te retires".

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Y ahora hay que volver a Francisco de Quevedo y a sus consejos sobre la venganza. En febrero de 2020 el millonario, economista y patrocinador cultural Eduardo Constantini, entonces de 73 años, se unió en matrimonio a Elina Fernández Fantacci, de 30.

Las personas más inclinadas a la maledicencia observaron a la feliz pareja con ojos críticos. Y Anamá, entre ellos, pasó de la sospecha a la acusación y en un audio que dirigió a un amigo -y filtró a los medios- aseguró que lo de Elina no era amor sino un plan maestro para atrapar al candidato. Incluso se puso aguda y dijo “más elaborado que el que permitió el asalto al banco Río”.

Habló entre otras cosas de la concurrencia diaria de la joven al bar del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) a la espera de que apareciera el dueño, al que previamente había investigado y sabía que estaba soltero.

Y deslizándose feliz en la corriente de su propio arrebato agregó que a la flamante esposa de Constantini la conocía desde hacía tiempo porque ya la había visto en compañía de un “viejito” -la caracterización es de Anamá, por supuesto- a quien confundió con su abuelo.

Tres audios repletos de información que nadie le pedía filtró Anamá en 2020. Todos ellos estuvieron en cuestión de minutos en poder de distintos portales que, naturalmente, lograron que un chisme incomprobable pasara a formar parte de la biografía no autorizada de una persona.

Cuando la información pasó del subsuelo de medios desconocidos a la portada de los hegemónicos, la responsable pidió disculpas a través de las redes “hablé de más y sin saber sobre la vida privada de las personas, lo cual no se debe hacer”, aceptó y dio el asunto por cerrado.

Es evidente que no conocía la sentencia de Quevedo. Indignada por el destrato acudió de nuevo a las redes para mostrar evidencia de que había recibido la invitación y no le habían permitido el ingreso. ”Se está vengando”, clamó.

Por las dudas debería abstenerse de concurrir a las muestras del Malba y examinar con detenimiento cualquier convocatoria a reuniones en Nordelta.

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