Cerruti

Maravillas de este siglo

La portavoz

08/08/2022 | 10:08 | Por María Rosa Beltramo.

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

Con la pretensión que ayudara a generar una comunicación “clara, precisa y transparente”, Alberto Fernández designó en octubre del año pasado a Gabriela Cerruti como su portavoz. El tiempo transcurrido y las complejas situaciones que ha experimentado la administración nacional dificultan una evaluación taxativa sobre la labor de la autora de “El Jefe”.

Ha tenido unos pocos momentos de relativa tranquilidad y un rosario de dificultades provocadas, en ocasiones, por la naturaleza de su labor o por cierta displicencia en su ejercicio. Por ejemplo, no es indispensable hacer una maestría sobre el oficio de los voceros para saber que tendría que haberse olvidado de las bromas por Twitter con su grupito de amigas.

Eso le hubiera evitado al jefe de Estado una jornada completa de escarnio y de notas envenenadas de ironía por la adhesión de Cerruti al sorteo de un juguete sexual. Una auténtica tontería más cercana a la dinámica estudiantil que a la realidad de los despachos oficiales.

Es probable que la portavoz se haya descuidado porque está estresada. Puede que haya gente que envidie su proximidad con el poder, pero pocos estarían dispuestos a reemplazarla en ese trabajo de ser la voz del presidente y atajar los misiles que se dirigen a él, pero la encuentran en el camino a ella.

La veterana periodista no parece muy dispuesta a escuchar consejos pero le vendría de maravillas tomar nota de lo que Alfredo Di Stéfano le advertía al arquero de su equipo.

“No te pido que atajes las que vayan dentro, pero por lo menos no te metas las que vayan fuera”. En otros términos, Cerruti no puede evitar las respuestas a cualquier tema que le plantean cuando se sube a la tarima durante las conferencias de prensa, pero no tiene que andar tratando de detectar críticas abiertas o solapadas al gobierno para ponerles el pecho o doblar la apuesta.

En la categoría de las que se van afuera figura una nota de Horacio Verbitsky en la que afirmaba que Alberto Fernández le había brindado alojamiento en Olivos a Gustavo Santaolalla y gastaba madrugadas colaborando con el músico en la escritura de arreglos para su próxima grabación.

Para el ex compañero de la portavoz en Página 12, el dato no tenía por qué ser real -varios medios publicaron fotos de Santaolalla en Europa- pero cumplía con su propósito de mostrar al Jefe de Estado desconectado de la realidad, mientras se proyectaba el reemplazo de Batakis y el volantazo que implicó la designación de Massa.

Cerruti no pudo con el genio y desmintió la noticia. Nadie la había consultado sobre ese tema, pero con su aclaración consiguió que además de la módica cantidad de lectores que sigue a Verbistsky en “El cohete a la luna”, se enterara de la presunta e inventada jazz session con el ex Arco Iris, el resto del país.

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