Impeachment

Política y Economía

Impeachment

28/08/2018 | 07:34 |

Aunque más de una vez se afirma que el mundo está enfermo de realidad, no hay nada como la ficción para agitar las aguas de la polémica. 

María Rosa Beltramo

Donald Trump pavimentó el camino que lo depositó en la Casa Blanca de críticas impiadosas hacia gran parte del periodismo, y, ya instalado en el 1600 de la avenida Pensilvania, al menos una vez por semana se da el gusto de exhibir su desprecio por la actividad que considera una de las más deshonestas del planeta. Podría decirse que mal no le va, porque sigue guiando el timón, pero también es cierto que pocas veces en la historia política contemporánea, un presidente ha sufrido descalificaciones como las que recibe de políticos, periodistas y artistas.

En el frente mediático, sólo la cadena Fox conserva, inalterable, su apoyo al mandatario que todos los demás, desde el más influyente de los diarios al último de los canales de televisión, denosta por razones que ni siquiera vale la pena enumerar, pero a menudo obedecen a medidas de política exterior, otras al racismo encubierto o directo de su verborrágica cuenta de Twitter y también a la natural vocación de Trump por avanzar a los codazos.

El presidente de los Estados Unidos parece sentirse en su elemento en la pelea constante y caminando a centímetros del abismo, pero ahora amenazan con someterlo a juicio político. Lo acusan de violación de las leyes de financiamiento de campaña, por haberles pagado 150 mil dólares a una mujer y 130 mil a otra para que mantuvieran la boca cerrada sobre los supuestos contactos amorosos que había mantenido con ambas, cuando ya estaba casado con Melania, su actual esposa.

Cuando esas operaciones se hicieron públicas, DT contaba con la protección total de su abogado Michael Cohen que comenzó afirmando que el dinero había salido de su propio bolsillo y que ni siquiera había comentado el problema con su famoso cliente.

Todo eso forma parte del pasado. Cohen se desdijo, se hizo añicos el vínculo que lo unía al líder republicano y por estas horas ya estamos en que los 280 mil dólares salieron de la chequera del entonces candidato que, obviamente, sólo ha podido mantener la negativa de que sean fondos de campaña los que fueron a engordar las cuentas de Stormy Daniels y Karen McDougal.

Con esa capacidad ya probada de crear cada día un nuevo enemigo, Trump ha logrado que sean legiones los que se ilusionan con su juicio político, una posibilidad que los estudiosos consideran lejana. Es verdad que en cualquier otro país del mundo, los intentos de silenciar a una ex estrella porno y una ex conejita de Playboy habrían circulado por los circuitos menos prestigiosos de las redes sociales, pero Estados Unidos sometió al escarnio de un juicio televisado a Bill Clinton, un presidente que era amado con el mismo fervor con el que el actual presidente es rechazado.

Más que estudiar el proceso que terminó con la renuncia de Richard Nixon, los asesores del cuadragésimo quinto mandatario estadounidense debieran indagar en el clima social y el comportamiento de los medios cuando surgió, a dos años del nuevo siglo, el escándalo Lewinsky y BC se vio obligado a dar explicaciones sobre su relación con la pasante de la Casa Blanca.

Lo de Nixon y su Watergate –el espionaje  en el edificio donde deliberaba la oposición demócrata– siempre ha parecido un problema digno del pronunciamiento de la justicia y los organismos de control, mientras que lo de Clinton revistó tradicionalmente  casi en el plano de la chismografía, salvo en la administración norteamericana donde rige la convicción de que el que le miente a la pareja  también lo hará con el pueblo. En realidad ese principio no es tan estricto porque, por caso, George Bush Jr . se desdijo nada menos que de su afirmación sobre la supuesta existencia de armas químicas en Irak. Y en ese tema sí los dichos presidenciales suelen hacer la diferencia entre la guerra y la paz.

Desde su asunción Trump ha consolidado muchas de las actitudes que le valieron el apoyo de una parte importante de la población y la crítica casi unánime de los medios. En el podio figuran sus anuncios sobre el muro con México; la relación con Rusia y la probable intervención de ese país  en los últimos comicios y las idas y vueltas que culminaron con la reunión con Kim Jong-Un en Singapur .Todo eso alimenta encendidos editoriales en los medios que a él le encanta ignorar.

Lo de los pagos a las chicas, en cambio, parece una amenaza más seria. Por las dudas, Trump habló con sus amigos de Fox para manifestar: "No sé cómo puedes hacerle un juicio político a quien ha hecho un gran trabajo".