Maria Rosa
Dresde acaba de aprobar el estado de emergencia por nazismo.

Maravillas de este siglo

Fantasmas en el Paraíso

05/11/2019 | 09:57 |  

María Rosa Beltramo

La ciudad alemana de Dresde tiene algo menos de 600 mil habitantes, está armoniosamente unida por puentes elegantes sobre el Elba, cada año la visitan miles de turistas que terminan enamorados de sus edificios barrocos y a despecho de su apariencia perfecta y colorida, el ayuntamiento acaba de aprobar el estado de emergencia por nazismo.

El concejal que presentó la iniciativa advirtió que era preciso adoptar medidas urgentes ante los reiterados casos de “extremismo de derecha y racismo”. También el ministro del Interior, Horst Seehofer expresó su preocupación por “la brutalización muy problemática" de la sociedad.

Más allá de esas afirmaciones, es difícil entender desde afuera que en un entorno casi paradisíaco pueda insinuarse el rebrote de una ideología que costó miles de vidas y sumió a Alemania en el período más oscuro de su existencia como nación. Dresde tiene la particularidad de haber sido la víctima propiciatoria de lo que cierta corriente histórica describe como “el crimen de los buenos”, ubicando en ese bando a ingleses y norteamericanos que la bombardearon sin piedad durante tres días de febrero de 1945, aunque sabían que no tenía defensas y Hitler ya estaba en retirada.

En el corazón de la capital sajona se encuentra la Iglesia evangélica luterana de Nuestra Señora, ahora reconocida como un monumento en contra de la guerra. El edificio original de George Bähr fue uno de los mejores exponentes del Barroco, se levantó entre 1723 y 1743 y fue reducido a escombros por las bombas aliadas el 14 de febrero de 1945.

Esa ciudad cuyo ayuntamiento declaró la emergencia para tratar de arrancar de raíz los brotes xenófobos, tiene en el templo luterano el símbolo perfecto de la reconciliación, porque donantes de muchos países y de todos los credos aportaron para su reconstrucción que culminó hace apenas 14 años, en octubre de 2005.

En 2015, la ciudad fue galardonada junto con la sueca Vara con el Premio de Europa, una distinción otorgada por el Consejo continental a aquellos municipios que hayan hecho notables esfuerzos para promover el ideal de la unidad europea. Dresde parece disponer de casi todo lo que se necesita para disfrutar de una vida tranquila y civilizada.

Por supuesto, hay episodios que en términos históricos han ocurrido con cierta contemporaneidad, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, que, probablemente, pueden haber contribuido a este presente peligroso que alimenta el temor por el futuro inmediato.

Es difícil conjurar lo que el bombardeo dejó en la memoria colectiva .En algo más de 40 horas se arrojaron sobre los indefensos habitantes de Dresde, 4 mil toneladas de explosivos. Dicen que sir Arthur Harris, de la poderosa Real Fuerza Aérea logró imponer su punto de vista según el cual nada desmoralizaba más a las tropas enemigas que un buen ataque a civiles, a puntos neurálgicos de distribución del transporte y a edificios emblemáticos incluidos hospitales, iglesias y colegios.

Es temerario establecer relaciones automáticas de causa y efecto pero es cierto que sería mejor no ignorar lo ocurrido. Lo real es que ahora, a punto de ingresar en la tercera década del siglo, representantes de los vecinos de esa ciudad que parece un paraíso, han notado “ideas y acciones antidemocráticas, antipluralistas, misántropas y de extrema derecha, incluyendo violencia que, se suceden en Dresde cada vez con más fuerza, a plena luz del día".