Expulsados

Maravillas de este siglo

Expulsados

23/11/2018 | 10:10 |

Aunque más de una vez se afirma que el mundo está enfermo de realidad, no hay nada como la ficción para agitar las aguas de la polémica. 

María Rosa Beltramo

El tema ya no está en las portadas y como cualquier otro tiene el olvido como destino, pero por algunas horas circuló en las redes sociales y le permitió a un pequeño sector alarmarse y a otro más importante, encogerse de hombros. Mujeres que trabajan como mucamas en Nordelta se quejaron de que las combis que les permitían desplazarse por el complejo, ya no las recogían luego de que algunos de sus empleadores rechazaran compartir el transporte, con el argumento de que hablan demasiado y se ven transpiradas.

Por aquello de que la estupidez tiende a multiplicarse cual manada de gremlins expuestos al agua, en coincidencia con la demorada llegada a estas tierras de esa antigua y foránea forma de segregación, el fundador, desarrollista y propietario del exclusivo emprendimiento inmobiliario de las empleadas de a pie, decidió romper el silencio y criticar aspectos del programa económico actual que, según él, lo han expulsado del grupo de los billonarios.

Eduardo Constantini tiene, como cualquier argentino, el derecho de quejarse de medidas que lo perjudican pero hay que revisar la colección completa del Wall Street Journal y ni así aparece un rico capaz de unir su voz a la de los que cotidianamente padecen dificultades económicas propias de cualquier mortal, que se anime a hablar en nombre de los que han dejado de ser billonarios.

La mera decisión de asumir la representación de esa categoría en un país con los problemas del nuestro, es una forma grosera de ignorar la realidad, de situarse por encima de ella o de exhibir una absoluta falta de sensibilidad.

Claro que al margen de ese excepcional descuelgue discursivo, las declaraciones no perjudican a nadie y en cambio sí lo hace la prohibición dirigida a las mucamas de viajar en el hasta ahora único sistema de transporte colectivo interno.

En coincidencia con la campaña electoral que culminó con el triunfo de Cambiemos, el humorista Miguel Granados había popularizado un personaje, Martincito, el nene gorila de Nordelta, una variante infantil del Micky Vainilla de Peter Capusotto, que sometía a las trabajadoras de su familia a toda clase de iniquidades. No se le ocurrió, sin embargo, bajarlas del colectivo como si fueran afroamericanas en una ciudad estadounidense de los 60.

Como sucede cada vez que se produce un hecho de estas características, los protagonistas del caso lo negaron o lo relativizaron. La abogada y diputada del Frente de Izquierda, Myriam Bregman, junto al Centro de Profesionales por los Derechos Humanos, radicaron la correspondiente denuncia ante el Inadi que, probablemente, elaborará un comunicado elocuente condenando la discriminación.

Otros asuntos ocuparán pronto la atención de la sociedad. Los habitantes de Nordelta retornarán a su cerrado y opulento universo y a su transporte libre de transpiración .Y como Argentina siempre muestra una capacidad milagrosa de recuperación, en cualquier momento la gente de Dujovne pega el volantazo y Constantini regresa al círculo dorado de los billonarios del que lo arrojaron sin miramientos ni explicaciones, cual si se tratara de una sudorosa y verborrágica doméstica.