Roger Waters vistiendo el satírico traje neonazi. (Foto: archivo)

Maravillas de este siglo

Enfermos de literalidad

05/06/2023 | 10:32

Por María Rosa Beltramo.

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

Es muy peligroso confundir la satirización de un episodio con su exaltación. Si hasta ahora no le había parecido importante plantear las diferencias entre esas dos cosas, las acusaciones de las que fue objeto recientemente harán que el músico Roger Waters destine en lo sucesivo, minutos de su espectáculo a aclararlo.

Sucede que el exlíder de Pink Floyd, ha sido acusado de incitación al odio y antisemitismo tras el concierto que ofreció en Berlín, en donde reprodujo parte de la estética de la famosa y ya antigua ópera rock The Wall (1979), además de vestir un uniforme con reminiscencias nazis cuando cantó “In the flash”.

Aunque el mundo actual parece repentinamente enfermo de literalidad, lo extraño en este caso es que no se trata de un estreno que el público y las autoridades desconozcan sino de una obra que a lo largo de más de cuatro largas décadas ha sido representada en todos los escenarios y ya se sabe que condena al fascismo en lugar de reivindicarlo.

Sin embargo, ignorando lo que creíamos era globalmente conocido, el vocero de la policía de la capital alemana reveló que "estamos investigando incitación al odio, porque la ropa lucida en escena es susceptible de exaltar o justificar al régimen nacionalsocialista y alterar el orden público".

Cuando se puso de moda hace seis o siete años la denominada cultura de la cancelación, sus impulsores parecían justicieros, rebosantes de buenas intenciones, dispuestos a eliminar de la faz de la tierra lo que estaba mal y que, por ausencia de leyes, falta de pruebas o presión cultural sobrevivía sin sanción.

Es cierto que la sociedad recibió con beneplácito que algunos intocables que habían aprovechado su condición para hacer su voluntad, experimentaran de la noche a la mañana las consecuencias de su repentino ostracismo, pero también es innegable que muchas veces el público se ha visto desconcertado por imputaciones poco claras que además ignoran el principio de inocencia.

Es conocido el pronunciamiento que hicieron algunos intelectuales, entre los que se cuentan Noam Chomsky, Margaret Atwood y el recientemente desaparecido Martin Amis, sobre “la nueva serie de actitudes morales y compromisos políticos que debilitan el debate público”

Advirtieron, en ese sentido, que "el libre intercambio de información e ideas, que son el sustento vital de una sociedad liberal, está cada día volviéndose más estrecho”.

La presentación de Waters en Berlín incluyó un cerdo inflable decorado con grafitis y símbolos judíos y una pantalla gigante que mostraba los nombres de las víctimas del Holocausto, destacando el de Ana Frank.

La demanda contra Roger Waters ignora la historia de The Wall, incluida la película y la obra teatral. Las referencias al holocausto también han merecido críticas.

El embajador de Israel en Chile, Gil Artzyeli, sostuvo que Waters es una persona con un estándar moral dudoso, y para respaldar el calificativo dijo que no condenó la invasión rusa a Ucrania y, sobre todo, que el músico británico “defiende al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela”.

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