En todos lados se cuecen habas

Un diputado del partido de Angela Merkel debió renunciar a su cargo tras admitir que había cobrado una comisión de 250 mil euros para intermediar entre el estado alemán y una firma que debía proveer a Salud Pública de barbijos. Nikolas Lobel intentó capear el temporal que generó la difusión de la noticia, pero a los pocos días de que tomara estado público, presentó su dimisión.

El titular de la bancada conservadora, Ralph Brinkhaus aseguró que “la obtención de beneficios económicos por parte de diputados por la intermediación en el suministro de equipos de protección médica en el contexto de la respuesta a la pandemia choca con nuestra total incomprensión y la condenamos enérgicamente”.

El escándalo de los barbijos, ese elemento que sólo se veía en los hospitales y se convirtió por obra de la Covid, en un apéndice indispensable, no es el primero - y seguramente no será el último-de los que han jalonado esa larga y difícil batalla contra la pandemia que tiene a Alemania y a su gobierno como ejemplos de gestión efectiva y transparente.

Sobre todo en esta parte del mundo, cada vez que han surgido dudas sobre las medidas que debían adoptarse para proteger a la población del avance de la enfermedad, se convocaba a elevar la mirada hacia Alemania y la batería de medidas dispuestas por su canciller.

En términos estadísticos la nación europea figura, efectivamente, entre las que reaccionaron con mayor rapidez para enfrentar tanto la irrupción del coronavirus como su reaparición cuando la población creía que era cosa del pasado y se preparaba para el retorno a la normalidad.

Sin embargo ni siquiera la prestigiosa Merkel se salvó de la ira de ciudadanos que, al igual que aquí, consideraban que el gobierno les coartaba la libertad de circulación y perjudicaba los medios de producción. No sin sorpresa fuimos testigos de nutridas manifestaciones callejeras y de enfrentamientos con la policía.

Con la campaña de vacunación en marcha retornó la paz y la concordia que el caso de corrupción descubierta no conseguirá alterar, pero de todos modos demuestra que aún en los países que figuran bien arriba en la tabla de transparencia siempre hay gente que se ve tentada a apoderarse de los dineros públicos.

Nikolas Lobel ya se fue. La oposición se quedó revisando los números y ya hoy otro representante de la bancada oficialista que está en la mira. Todavía no acepto los cargos, pero Georg Nusslein avisó que no irá por la reelección.