El asesino idolatrado

Maravillas de este siglo

El asesino idolatrado

25/07/2019 | 09:31

María Rosa Beltramo

En tiempos de aparente confusión entre realidad y ficción y mientras el abogado de Hugo Moyano demanda a Pol-Ka por el presunto uso indebido de su imagen e historia, otra productora, Underground, se despachó en El Marginal 3 con la sangrienta  recreación de un femicidio múltiple.

El responsable es en la serie, un químico apodado Tubito, perfecta réplica de Ricardo Barreda, el dentista que el 15 de noviembre de 1992 tomó la escopeta, que descansaba en el pasillo, y mató a sus hijas Cecilia y Adriana, a su mujer, Gladys McDonald y a su suegra, Elena Arreche y una vez concluida la faena, se duchó, subió a su auto, se dirigió a la casa de su novia y pasó las siguientes dos horas en un hotel alojamiento.

El odontólogo platense ha alimentado con sus crímenes todos los tratados sobre violencia de género que se han escrito en el  país en los últimos años y la narración que eligió para justificar los asesinatos es utilizada tanto para describir la anatomía del femicidio, como para atenuar la responsabilidad de sus ejecutores.

La clave está en que RB reveló que cuando dijo que iba a quitar unas telarañas del techo y recortar la parra, su esposa le contestó “andá a limpiar, que los trabajos de conchita son los que mejor te quedan”. Las 13 palabras que acompañan el particular apodo, han funcionado desde la primera vez que el cuádruple homicida las pronunció, como el justificativo ideal para el baño de sangre posterior.

El problema es que nadie pudo establecer si alguna vez el dentista fue llamado de esa forma e interpelado como supuestamente lo hizo su mujer. El no dejó testigos. Por esa especial circunstancia, es que un número apreciable de personas lo considera una suerte de varón justiciero que dejó de lado la apacible y gris existencia de odontólogo de barrio para reordenar un mundo que a esa altura tenía los valores subvertidos.

Los guionistas de El Marginal 3 reescribieron la historia para favorecer una mirada tolerante y comprensiva hacia el matador.Redujeron el número de víctimas de cuatro a tres y quitaron a las hijas del conflicto.Tubito, el Barreda de ficción, acribilla a la esposa, la suegra y la cuñada. En el tercer episodio del programa que se puede ver en la Televisión Pública, las tres mujeres someten al desdichado personaje a un maltrato tan increíble que la muerte aparece como una liberación hasta para el espectador.

Los guionistas Nicolás Marina y Omar Quiroga decidieron cargar las tintas sobre el mutismo de Tubito y su aparente indefensión, además de su ostensible malestar mientras tres señoras que parecen salidas de una mala comedia italiana le gritan al unísono reclamándole la comida. La cámara baja entonces hasta los pies del hombre y sus inofensivas pantuflas y avanza despacio por su pijama – no hay que olvidar que se sentía mal y pretendía retirarse a descansar- y se detiene en la escopeta. Después viene el festival de tiros y ocupa toda la pantalla el rostro salpicado de sangre del hombre de la casa.

A diferencia de Barreda que durante los primeros tiempos en la cárcel, estudiaba Derecho, Tubito asume la dirección del  laboratorio y se transforma en una especie de Walter White del penal de San Onofre.

David Masajnik, el actor que se pone en la piel del triple homicida, está caracterizado para acentuar el parecido. Una de sus víctimas lo llama “Cotorrita”, réplica evidente del “Conchita” que operó como disparador de la masacre real. El Marginal es sólo una ficción, pero resulta llamativo que de todas las aristas que tiene un lamentable episodio de la crónica roja, hayan resuelto destacar justo el más controvertido.