La princesa María Luisa de Orange y Durek Verrett (Foto: Vanity Fair)

Maravillas de este siglo

Corona de espinas

19/11/2022 | 13:08 |  

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

No hay dudas de que en esta parte del mundo solemos experimentar cierta fascinación con episodios que protagonizan integrantes de cualquiera de las casas reales europeas. El interés se explica porque las historias de castillos, reyes y princesas y la de los plebeyos que logran cruzar el foso y acceden a palacio tienen la estructura típica de los cuentos de hadas.

Pero también, es cierto, que esas narraciones edulcoradas pueden transformarse abruptamente cuando los universos encantados que describen explotan por la presencia de algún elemento extraño o por las intrigas y las peleas intestinas que las dinastías arrastran a lo largo de décadas y sólo en ocasiones consiguen ocultar.

Aunque en el país hay información privilegiada acerca de los Orange porque Máxima, la reina consorte, es argentina, en los últimos días el mundo está pendiente de lo que ocurre en la corona noruega desde que la princesa Marta Luisa mandó al demonio las obligaciones derivadas de su condición de heredera para vivir en plenitud el romance con el norteamericano Durek Verrett.

Y el problema no es que Durek sea plebeyo -también lo era Ari Behn el primer marido de la princesa- sino que se describe a sí mismo como un chamán de sexta generación y para más datos, es autor de un libro, Spirit Hacking, en el que afirma que el cáncer puede ser consecuencia de la infelicidad y padecerlo o no depende de una opción personal.

Hace años que la actividad de Durek se interponía entre la pareja y los padres de ella, los reyes Harald y Sonia, aunque Marta Luisa ha dicho que no descarta totalmente que parte de la resistencia que su pareja encuentra en distintos ámbitos pueda tener origen en que es negro en un país de blancos.

“Nos hemos puesto de acuerdo en no estar de acuerdo” sostuvo el monarca el mismo día que lamentó públicamente que su hija ya no desarrolle actividad oficial (“porque era muy buena”) no obstante lo cual conservará el título de princesa.

Y en cuanto al yerno, no tuvo reparos en exhibir hasta donde llega su disgusto. “Los estadounidenses no tienen idea de lo que es un reino. Entonces, no es de extrañar que Durek no se dé cuenta”.

Como en la casa de cualquier hijo de vecino , viendo que el panorama se complicaba , la reina madre tuvo que poner paños fríos y dijo que el novio de la hija “es un gran hombre y es muy divertido estar con él”.

Lo cierto es que Harald y Sonia no ganan para disgustos. Mucho antes de que su primogénita se enamorara del chamán, su otro hijo, el príncipe Haakon eligió para compartir su existencia a Mette Marit, madre soltera , ex pareja de un narcotraficante y con problemas de adicción.

Los monarcas han tenido complicaciones familiares de toda índole. Marta Luisa se casó primero con Ari Behn, un escritor noruego. La relación no funcionó y se separaron aunque seguían en contacto por las tres hijas en común hasta que él decidió poner fin a su vida en mitad de los festejos navideños de 2019.

Salvo un sector específico de la sociedad que históricamente resiste a la monarquía por su carácter anacrónico, la mayoría la acepta como una institución representativa. Es verdad, sin embargo, que la conformidad con la contribución impositiva que hacen anualmente para mantener a los reyes y a toda su prole, depende de la empatía mínima que demuestran. Y la elección de la princesa le está costando a la familia real un brusco descenso en los niveles de popularidad.



Te puede Interesar