El expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver.

Maravillas de este siglo

Chismes rastreros pero de exportación

22/10/2022 | 13:41 |  

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

El diccionario define a la palabra chisme como comentario o noticia no verificada que circula entre la gente y habitualmente es de carácter negativo.

Como a la historia la escriben los que ganan y los dueños del papel y la tinta han sido hombres, lo habitual es que la generación, distribución y amplificación de la chismografía se atribuya a las mujeres.

No hay evidencia científica acerca de que un género tenga una mayor predisposición que el otro en la circulación de esa clase de información, pero culturalmente es más fácil imaginarse a dos vecinas diseccionando la existencia de una tercera que a dos hombres, que tal vez hacen lo mismo, pero sin mala prensa.

La distinción viene a cuento de lo que está sucediendo en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el último lugar del mundo que uno podría visualizar como una factoría de chismes de baja estofa y que, sin embargo, tiene a miles de personas pendientes de media docena de romances entre importantes miembros de su staff directivo.

Para empezar por el principio, que es lo que conviene hacer para tornar comprensible un tema, hay que decir que el presidente del BID hasta el mes de septiembre fue el norteamericano nacido en Cuba Mauricio Claver-Carone, que tuvo que renunciar después de que una investigación contratada por el consejo que estaba por encima de él, encontrara evidencias de que estaba saliendo con una funcionaria de la entidad, relación prohibida por los estatutos.

Esa es la razón aparente del desplazamiento, aunque no sería extraño que dentro de algunos meses nos enteremos de algún motivo solapado y sin la menor vinculación con cuestiones afectivas.

Pero la remoción de Claver Carone lejos de terminar con las internas, las profundizó. Apenas el presidente vació los cajones de su escritorio y retiró el portaretrato, se desató la segunda parte de un conflicto que sigue escalando.

Desde una casilla de correo nominada como "The Pandora Box" empezaron a dispararse mails como flechas envenenadas. De ellos se hacen crípticamente responsables "un grupo de mujeres" impulsadas por su amor por el BID y su deseo de justicia.

Y se presentaron así : "nos gustaría llamar su atención sobre otras situaciones que también deberían ser objeto de escrutinio e investigación por parte de la administración, la Junta y la oficina de ética".

Cuando se pusieron a enumerar las "situaciones" apareció un argentino-británico (James Scriven) que, al parecer, tampoco respeta los estatutos ni los protocolos, pero sigue ocupando el cargo de gerente general de Bid Invest.

“Por ejemplo, una situación similar a la alegada entre usted y la Sra. Jessica Bedoya, es la del Sr. James Scriven y la Sra. Sofía Peña. Ambos trabajaron juntos en sus anteriores empleos, tienen una relación muy estrecha más allá del trabajo, y la Sra. Peña ha recibido importantes y constantes beneficios en su situación salarial desde su contratación en la institución”.

Pero la casilla The Pandora Box tiene mucho más. “La Junta no es ajena a la contravención de las normas éticas y a los riesgos para la reputación, y una investigación debería contribuir a aportar transparencia a un conocido caso de relación íntima entre un miembro junior de la Junta, J.T., y el jefe de IDB Invest”, remarca la nota.

“J.T.” es en referencia a Jade Tjon, representante de Surinam.

La caja de Pandora sigue abierta y son multitudes los que viven pendientes de futuras revelaciones. Los temas que acaparan la atención están a kilómetros de los objetivos del BID, que según las actas fundacionales fue creado para “mejorar la salud, la educación y la infraestructura a través del apoyo financiero y técnico a los países que trabajan para reducir la pobreza y la desigualdad”. Por ahora sus autoridades están ocupadas en espiar lo que pasa en la oficina de al lado.

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