Caiga quien caiga

Política y Economía

Caiga quien caiga

03/05/2019 | 11:43

María Rosa Beltramo

Eran irreverentes, parecían impiadosos con algunos que tenían poder y se los veía disfrutar de su mutua compañía.

Capaces de burlarse de Bill Clinton y de Fidel Castro, avanzaban con el sarcasmo como bandera y hacían escuela.

La troupe de Caiga Quien Caiga debutó en la televisión argentina en 1995 cuando reinaba Carlos Menem y se despidió en 2014, en tiempos que empezaban a crujir los cimientos del kirchnerismo.

En el camino, su creador, Mario Pergolini, se transformó en millonario y sus compañeros se desprendieron de la ironía como si se tratara de una piel molesta y provisoria y se incorporaron a noticieros, magazines y programas de chismes.

Levemente misóginos, descaradamente machistas, los muchachos de CQC solían reírse de modelos, actrices y/o funcionarias con cualquier excusa.

Cinco años después de despedirse de la tele, cuando casi todos están abandonando la juventud, han decidido pelearse micrófono de por medio, con ese estilo tan propio de Showmatch, el programa que históricamente los doblegaba con las cifras del rating y del que se burlaban, parapetados detrás de su supuesta excelencia.

La discusión se inició en clave de humor cuando Daniel Malnatti-uno de los que en CQC oficiaba de cronista-le preguntó a su ex patrón, Mario Pergolini “¿Por qué solo vos y Andy (Kusnetzoff ) son millonarios? Y tras una pausa se respondió: “Vos, porque sos un genio, un crack, un tipo diferente…Andy, no sé”.

Desde la formulación de esa pregunta han pasado varios días pero cada uno de los integrantes del programa se las ha ingeniado para destruir meticulosamente el edulcorado recuerdo que se tenía de ellos.

Y no es sólo la tan humana envidia del que tiene que trabajar todo el día hacia el que consiguió una posición desahogada.

Los que tenían fama de brillantes se sacan los ojos ahora por la supuesta cuota de creatividad que le aportaron al producto.

Y el 95 por ciento de los ex enfant terribles se pone verde calculando qué tajada de los 40 millones de dólares que Pergolini cobró por la venta de Cuatro Cabezas-la productora de CQC-les habría correspondido si la vida fuera justa; su ex jefe más amable y la participación igualitaria que se pregonaba al aire, algo más que una ilusión para un público adolescente.

Antes se reían de las mismas cosas y miraban con gesto condescendiente a políticos, modelos y vedetes.

Ahora se revelan enfrentados todos contra todos y sin ningún pudor admiten que se robaban las notas, que más que competir con gente de otros canales se mataban entre ellos.

El prestigio que acumularon en la época en la que se calzaban el traje oscuro y los anteojos y usaban el micrófono como un arma les ha servido para procurarles lugares más o menos expectables en la radio y la televisión actuales.

Hay, no obstante, una distancia enorme entre los que acosaban a Menem presidente y terminaron acorralando a la empleada de una obra social, cuando ya no se metían con ningún poderoso y eran apenas la caricatura de la osada banda del principio.

Más viejos pero no lo bastante maduros, se pelean ahora como vedetes decadentes o peor aún, como esos sufridos participantes del Bailando por un Sueño, forzados a maltratarse en cámara para llegar a la próxima emisión.