Política y Economía

Caballero

20/05/2015 | 07:25

Los norteamericanos han comenzado a imaginarse cómo podría desarrollarse la vida en la Casa Blanca si, en las elecciones del año próximo, Hillary Clinton accede a la primera magistratura.

La votación todavía está lejana pero nadie ignora que en las filas del gobernante partido demócrata, la ex secretaria de Estado es la que arrancó primera y , por ahora, sin rivales de peso a la vista.

Sentar a una mujer en el sillón del despacho oval puede resultar una revolución solo comparable a la vivida en 2009 cuando esa suerte de sala de comando universal fue ocupada por un afroamericano.

Nadie sabe si, a esta altura, los votantes retornarán a opciones más convencionales o si profundizarán su opción por los grandes cambios institucionales.

Y en el caso de Hillary, el ciudadano promedio debería acostumbrarse no solo a dejar la administración del país en manos femeninas sino a saludar el retorno de Bill Clinton a un escenario donde brilló, sufrió y consiguió llegar a la meta en un final de bandera verde, tras un juicio público que todavía ahora parece increíble, en el que estuvo cerca de ser destituido por el amorío con una pasante.

Si cuando cargaba con la pesada mochila de la presidencia, se hizo de tiempo, espacio y oportunidad para cultivar su indiscutible perfil de galán, nadie sabe lo que podría intentar ahora, varios años más tarde, liberado de grandes responsabilidades y en el inédito rol de primer caballero.

Algunas bromas anticipadas sobre esa posibilidad ya intercambiaron Bill y Barack con motivo de la apertura de la cuenta de Twitter del actual jefe de Estado.

Los periodistas encargados de seguir a diario los avatares de uno de los gobiernos más poderosos del mundo tienen la convicción de que podría resultar muy difícil armar una rutina similar a la que desandan las primeras damas para un hombre que, además, ocupó la presidencia durante dos períodos.

Dedicado a dictar conferencias que engordan su cuenta bancaria o a liderar misiones de buena voluntad en nombre de su país, el ex gobernador de Arkansas tiene en la actualidad 68 años y una acreditada fama de rompecorazones que supera la de administrador criterioso que también supo ganarse en los períodos 1993-1997 y 1997-2001 cuando se convirtió en el cuadragésimo segundo presidente de los Estados Unidos.

El desafío de animarse con una mujer obliga a modificar de manera radical la institución de la primera dama. Con matices, relacionados con la edad y los diferentes perfiles profesionales, Jacqueline Kennedy, Nancy Regan o Michelle Obama siempre han acabado por presidir la mesa del Día de Acción de Gracias, encabezado campañas por una mejor educación o una vida más sana y acompañado a sus maridos a las funciones de gala.

Todos temen que Bill no encuentre una actividad que esté a su altura para acompañar a Hillary o que, vencido por el aburrimiento, retorne a algunas de las prácticas que tantos dolores de cabeza le acarrearon a él y a sus seguidores. Por ahora intercambia tuits con Barack, como si fuera jefe de campaña y se prepara para el discreto encanto del rol que la diplomacia reserva para el cónyuge presidencial.