Columna Maria Rosa
Sánduche, una de las incorporaciones de la RAE.

Maravillas de este siglo

A los ricos sanduchitos

11/11/2019 | 06:19 |  

María Rosa Beltramo

Llegará el día en el que, en medio de una celebración de las que incluyen varios brindis por motivos diversos, algunos de los circunspectos caballeros o las estiradas damas que se ocupan de custodiar la corrección del idioma español, confiese que muchas de las decisiones que los hablantes acatamos como si se tratara de leyes divinas, fueron, en realidad, arrebatos de humor. La buena gente que habita el señorial edificio ubicado frente a los jardines que rodean el Museo Nacional del Prado en Madrid, se ha pasado los últimos años luchando a diccionario partido contra el colectivo feminista, tratando de hacer valer la tradición.

De todas las cuestiones sometidas a consideración de la RAE, la que ha demandado ríos de tinta es la del dichoso genérico masculino. Contra las pretensiones de democratización del lenguaje triunfaron los monárquicos peninsulares y una vez más debimos aceptar que “en los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos”.

Pero mucho antes de la guerra que todavía libran contra el todos, todas y todes, los académicos toman determinaciones raras, que suenan mal y se ven peor. Y no; por más que a veces quieran respaldarse en leyes de la etimología o en secretos sólo compartidos por los adoradores de Ferdinand de Saussure, no hay forma de justificar los intentos de castellanización de términos ingleses.

¿Había necesidad de que recomendaran escribir gais o güisqui? ¿Quién los convenció de que tradujeran “spoilear” como “destripar” en lugar de arruinar que es lo que hace la mala gente cuando se le ocurre revelar, a cinco minutos de iniciada la película, que el asesino es el mayordomo?

Nueve años atrás -y, probablemente, un día en el que los académicos estaban mortalmente aburridos- establecieron que el prefijo ex, que toda la vida había funcionado perfectamente separado, debía escribirse unido a la base si esta es univerbal (exjugador, exnovio, expresidente) y continuaría separado si es pluriverbal: (ex cabeza rapada, ex número uno).

En 2015 atentaron contra la salud mental de los profesores de Castellano de más de 40 años cuando decretaron el fin de las diferencias entre el adjetivo “solo” y el adverbio “sólo” y eliminaron la tilde. El año pasado, y un poco hartos de las quejas de los tradicionalistas , terminaron aceptando que, al fin, se trataba de una sugerencia y que si querían continuar acentuando el adverbio, podían hacerlo.

En estos días, introdujeron la friolera de 1.100 modificaciones. Con la bendición de la RAE quienes vivimos en países donde la lengua oficial es el español, podemos pedir un "sánduche" en lugar de un sándwich.Los que la autorizaron son los mismos hijos del Instituto Cervantes que hace cuatro años acordaron que “almóndiga” es tan correcta como “albóndiga” y que es indistinto el empleo de “toalla” y “toballa”.

Hay palabras tiernas como “amá”, sinónimo de “mamá” y previsibles, como “arboricidio” , a pedido de los ecologistas y extranjerismos como “annus horribilis”. Ninguna de las decisiones que han trascendido parece demasiado polémica. Uno tiende a imaginar a los hombres y mujeres de la Real Academia, devanándose los sesos para buscar la definición perfecta, pero es posible que más de una vez se diviertan como adolescentes en hora libre inventando algunas reglas o reduciendo a escombros otras que tanto nos costó aprender.