Editorial
07/07/2025 | 09:40
Redacción Cadena 3 Rosario
Alberto Lotuf
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Soberanía política es independencia económica
De a poco comenzamos a recorrer el sendero de la Semana de la Independencia. Este largo camino tiene avances, retrocesos y aún conserva deudas pendientes, desde obligaciones externas complejas a la pesada deuda interna, y sobre todo, un federalismo inconcluso.
La soberanía política es importante, pero queda limitada si no es acompañada por la independencia económica. La historia demuestra que el sometimiento político previo a la Revolución de Mayo fue reemplazado por el comercial y, en una etapa posterior, con el endeudamiento.
Este camino nos invita a recorrer la banca británica en el siglo XIX, el Fondo Monetario en el siglo XX, y el caldo de cultivo que encontraron los fondos buitre en su llegada al país en el año 2001. Ese fondo buitre ahora va por las acciones de YPF en otro de los tantos errores no forzados de la política argentina.
Durante la última dictadura militar, la deuda externa pasó de 8.000 a 45.000 millones de dólares. Ya en democracia, en los casi seis años de gobierno de Alfonsín, el pasivo trepó de 45.000 a 65.000 millones. Con Menem, pese a haber privatizado todo lo posible, alcanzó 145.000 millones de dólares. Se multiplicó por 20 en menos de 25 años, relegando libertad y soberanía.
Después llegó De la Rúa y el megacanje. Los Kirchner pagaron al Fondo Monetario para que no se entrometieran más. El conflicto con los fondos buitre amenazaba con embargar hasta la Fragata Libertad. La expropiación de YPF y los pagos al Club de París son parte de este entramado.
Macri terminó el conflicto con los buitre, pero volvió al Fondo y solicitó 45.000 millones de dólares, argumentando que la mitad era para pagar deuda del kirchnerismo. Alberto Fernández agotó las reservas y dejó al país al borde de la hiperinflación. Milei desactivó la bomba de las Lelic, pero volvió al Fondo.
Baja la inflación con el ajuste más duro de la historia, según él mismo se jacta, pero las reservas crecen menos de lo esperado y ahora enfrenta el juicio por YPF. Desde 1816 hasta hoy hubo cambios culturales y políticos, pero parece que volvemos siempre al mismo desafío: la independencia económica.
Algo similar ocurre con las provincias. Allí es clave repensar la coparticipación. Durante el kirchnerismo, el Estado central disponía de la mayoría de los recursos y los enviaba a cuenta gotas a las administraciones provinciales, con especial olvido de aquellas provincias dirigidas por fuerzas críticas.
Tras la década menemista, las provincias se hicieron cargo de la salud y la educación, pero sus ingresos disminuyeron. Este escenario continúa hasta hoy. En eso se explica la revelación de los gobernadores que impacta en las movidas en el Congreso.
La lucha por la renta viene desde los impuestos del puerto de Buenos Aires. En los momentos de mayor tensión, esa provincia dejó de formar parte de la Confederación Argentina para no ceder la potestad impositiva del puerto. La lucha por los recursos coparticipables se da en todos los niveles.
En esta eterna disputa, la Casa Rosada repite que se malgastan los recursos, y desde las gobernaciones afirman que no hay forma que el dinero alcance. La verdadera libertad es la independencia económica, lo saben los poderosos y los que sueñan con el poder.
Los discriminados de hoy son los discriminadores del futuro. El gobernador asfixiado, que cuenta monedas para pagar deudas y sueldos, repite la novela cuando desembarca en Olivos. En Olivos se transforma, ¿no? Menem, Kirchner, Cristina.
No podemos repetir hacia adentro los abusos que vivimos desde afuera. La patria requiere grandeza, y la verdadera independencia solo se construye pese a las diferencias, tirando todos, de alguna manera, para el mismo lado.
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