Sociedad

Francisco, artesano de la unidad

30/01/2018 | 18:20

Primera parte, Visita Pastoral del Papa a Chile

En la cárcel

“Soy un ave atrapada/ con un dolor escondido/ y con mis alas quebradas/ te recibo, Papa amigo”, le cantan a Francisco las internas del Centro Penitenciario Femenino de Santiago en el primer día de su visita a Chile. El Papa las contempla inaugurando una nueva emoción. “Mirarlas a los ojos, ver sus rostros y poder entre todos experimentar la cercanía de Dios, su ternura y misericordia que nos abraza y consuela”, había expresado antes de partir respecto a todas las personas que habría de encontrar. “Cuando voy a una cárcel me pregunto “por qué no yo…” reflexionó luego en la conferencia de prensa, agregando “son mujeres con creatividad, capacidad de cambiar, reinsertarse en la sociedad. Uno de ustedes me dijo: en esa cárcel ‘he visto la alegría del Evangelio’. Es una de las cosas más hermosas del viaje”.

Autoridades, Sociedad civil, Diplomáticos

El Papa Francisco en su visita a Chile y Perú mantuvo 28 encuentros programados, sin contar otros más informales que se fueron agregando. Sus discursos, homilías y saludos no fueron elaborados hilando sólo conceptos. Sus reflexiones, experiencias y deseos engarzan la vida de la gente real que lo escucha. Precisamente en torno al verbo “escuchar” gira el primer discurso de su visita pastoral a Chile ante Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático en el Palacio de la Moneda.

“Una Nación (…) es una misión a cumplir” enfatizó con palabras de San Alberto Hurtado –chileno y jesuita como él-. “Es futuro. Y ese futuro se juega –dijo el papa- en gran parte, en la capacidad de escuchar que tengan su pueblo y sus autoridades” Y reseña la imperiosa necesidad de escuchar propia de la sociedad chilena: escuchar a los desocupados sin sustento para sí mismos y sus familias; a los pueblos originarios frecuentemente olvidados en su identidad y derechos; a los migrantes que llaman a las puertas de este país en busca de mejora; a los jóvenes en su afán de tener más oportunidades; a los ancianos con su sabiduría tan necesaria y su fragilidad a cuestas; a los niños que se asoman a este mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia.

“Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”. La sinceridad de Francisco ante estos horrores y sus reiterados pedidos de perdón, recrea en los presentes una corriente de credibilidad. Esto le permite profundizar la necesidad de la escucha, para reclamar la audacia de ofrecer una mirada distinta en la política, la educación, el estilo de vida, la espiritualidad.

Se trata de resistir “al avance del paradigma tecnocrático, que privilegia la irrupción del poder económico en contra de los ecosistemas naturales y, por lo tanto del bien común de nuestros pueblos”

Misa en Santiago

Dos horas después, a las 10.30 en el parque O’Higgins, en la homilía de la Misa Francisco apela a Pablo Neruda para hablar de la esperanza: “Es el nuevo día, la extirpación de inmovilidad, el sacudimiento de una postración negativa” (El habitante y su esperanza, 5).

Y completa su pensamiento señalando que “la resignación como un murmullo grosero socava nuestros lazos vitales y nos divide” mientras “Jesús nos dice: bienaventurados los que se comprometen por la reconciliación”. “Esta es la única manera que tenemos de tejer un futuro de paz, volver a hilar una realidad que se puede deshilachar”. E incide en las conciencias con una aseveración de San Alberto Hurtado: “Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien”.

Consagrados

Es sabido -pero no por ello deja de calar hondo- que el Papa Francisco exige más a los que tienen mayores responsabilidades, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil. Al mismo tiempo, cuando se encuentra con miembros del clero o de congregaciones religiosas, revela la identidad de los consagrados, su misión, desafíos y alegría, como lo hizo en la Catedral de Santiago, al promediar la tarde de su segundo día en Chile. “No estamos aquí porque somos mejores que otros. No somos superhéroes que, desde la altura, bajan a encontrarse con los ‘mortales’. Somos enviados con la conciencia de ser hombres y mujeres perdonados. Y esa es la fuente de nuestra alegría. Somos consagrados, pastores al estilo de Jesús herido, muerto y resucitado. El consagrado (…) es quien puede ver en las heridas del mundo la fuerza de la Resurrección. Es quien, al estilo de Jesús, no va a encontrar a sus hermanos con el reproche y la condena”.

Temuco. Mapuches

“Mari, Mari (Buenos días). Kume tunngunta niemun (La paz esté con ustedes), el saludo en lengua mapuche del Papa porteño, y de todos, Francisco, en el Aeródromo Maquehue, en Temuco, en el sur chileno donde preside la Misa. Con el sentir poético de Gabriela Mistral, inicia su homilía agradeciendo a Dios por la belleza de la Araucanía: “Tierra bendecida por el Creador con la fertilidad de sus inmensos campos verdes, con bosques cuajados de imponentes araucarias”.

Pero “Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar”, señala Francisco, recurriendo a un verso de Violeta Parra, mientras pisa el mismo suelo donde “tuvieron lugar –afirma- graves violaciones a los derechos humanos”, reconocidas por los informes Rettig y Valech como uno de los principales centros de prisión política y tortura de la región durante la dictadura.

En el hoy de Chile el Papa eleva su mirada hacia la necesaria concordia entre sus habitantes provenientes de distintas etnias originarias y otros de sangre europea.

“La unidad es una diversidad reconciliada porque no tolera que en su nombre se legitimen las injusticias personales o comunitarias”, explica. Ante un pueblo que lo viva entusiasmado con el ritmo de tambores ancestrales, Francisco denuncia que “no se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división”, como demuestran las crónicas de los últimos meses.

E inmediatamente el Papa se anima a pedirles lo más importante e imprescindible, que sean “artesanos de la unidad (….) que sepan armonizar las diferencias en ‘talleres’ de los poblados, de los caminos, de las plaza y paisajes”.

Sellando esa aspiración y empeño por la unidad ya en marcha, el Papa Francisco almorzó en la casa Madre de Santa Cruz, en Temuco, con 8 representantes de la comunidad mapuche, una víctima de la violencia rural de la región, un colono suizo-alemán y un inmigrante haitiano.

Jóvenes

El esperado encuentro de Francisco con los jóvenes tuvo lugar en el Santuario Nacional de Maipú. El ambiente estaba caldeado por mucha música y vivas, por estribillos pegadizos. Francisco sintonizó esa ‘onda’ usando el lenguaje propio de las comunicaciones por Internet.

"Hay momentos -les dijo- en que comienza a bajar nuestro ‘ancho de banda’ y empezamos a quedarnos sin conexión, sin batería, y entonces nos gana el mal humor, nos volvemos descreídos, tristes, sin fuerza, y todo lo empezamos a ver mal (…), el corazón comienza a perder fuerza, a quedarse también sin batería”.

Les indicó que podrían sentirse fuera del mundo, sin nada que aportar. “Nunca pienses que no tienes nada que aportar, o que no le haces falta a nadie. Nunca –afirmó con fuerza-. Ese pensamiento, como le gustaba afirmar a Hurtado, “es el consejo del diablo” que quiere hacerte sentir que no valés nada… para dejar las cosas como están… Todos somos necesarios e importantes, todos tenemos algo que aportar” Francisco desafió a los jóvenes: ¡Sean protagonistas de la Iglesia para que le muevan el piso y la ayuden estar más cerca de Jesús!

Universidad Católica

“La sabiduría nace de la reflexión –afirma en el salón de actos de la Pontificia Universidad Católica de Santiago- y se construye en el diálogo. La sabiduría es fruto de la mente - la cabeza-, del afecto –el corazón- y de las obras -las manos-.” Con los últimos aplausos de la audiencia académica gano la calle para dirigirme a otro encuentro del Papa. Camino junto a un organizador del viaje papal a Chile; comentamos que las recientes palabras de Francisco estuvieron en plena armonía con el mandato del Maestro “ama con toda tu mente, con todo el corazón y con todas tus fuerzas”.

Luego de despedirnos, zigzagueando entre la muchedumbre que se agolpa para saludar a Francisco, me pregunto si en la Universidad fue cabalmente entendido. Nos sucede –reflexiono- creer que el haber leído mucho nos otorga una cierta superioridad; se nos cuela dentro esa soberbia que nubla nuestra mirada, incapaz de leer las páginas de la verdad movidas por el soplo de la vida humana y trascendente. Es por ello, que Francisco con sus afirmaciones tan claras en la Universidad lanzó un antídoto contra la tentación de la soberbia intelectual, que suele crear castas cerradas a la realidad, donde, o se es verdadero en la mente, en el corazón y en la entrega, o la verdad pasa por otro lado, lejos de diplomas enmarcados en la vanidad.

Iquique. Desierto y mar

Entre la montaña desértica y el mar, el papa Francisco congrega en el Campus Lobito, a gente “de distintos pueblos y culturas que han tenido que dejar a los suyos y marcharse.

Una marcha basada en la esperanza por obtener una vida mejor –les dice-, pero sabemos que va siempre acompañada de mochilas cargadas con miedo e incertidumbre por lo que vendrá”. Francisco habla en un escenario casi bíblico. La rudeza del paisaje pone en evidencia el esfuerzo por sobrevivir y crecer, y es aquí donde Francisco en la homilía de la Misa subraya la solidaridad y la búsqueda de la justicia “como parte del baile o la canción que podemos entonarle a nuestro Señor”. Los invita también a que “se dejen impregnar por los valores, la sabiduría y la fe que los inmigrantes traen consigo”.

Como acompañando la brisa fresca que venía del mar, Francisco imploró con suavidad “que María, bajo las distintas advocaciones de esta tierra del norte, siga susurrando al oído de su Hijo Jesús: “no tienen vino”, y en nosotros sigan haciéndose carne sus palabras:”hagan todo lo que El les diga”.

Hacia el otro

Francisco es un hombre que desconcierta, no por gestos estrafalarios, sino por su permanente testimonio de radicalidad evangélica. Mientras la muchedumbre lo aclama en una avenida de Iquique hace detener el Papa móvil para asistir a una policía derribada por su caballo asustado. Se inclina hacia ella y la atiende. Su servicio es espontáneo, humilde, surge del paso hacia el otro, con quien se descubre igual a todos, un pecador -como se confiesa- empeñado en compartir la vida, impulsado por el deseo de hacer el bien. Este estilo de sentir la proximidad de quien pasa a su lado, de servirlo, le purifica el corazón y aclara la vista, de allí su capacidad de análisis y discernimiento, sus decisiones compartidas, dialogadas en todos los frentes.

El autor cubrió la visita del papa Francisco a Chile y Perú, como enviado de Cadena 3, en el Vuelo Papal.