Nadie lee libros de fútbol

Nadie lee libros de fútbol porque los libros de fútbol no existen. Nada de lo publicado encaja en la etiqueta “deportes”, que ordena los estantes de las librerías y guía a quienes preguntan por “algún libro de fútbol”.

Ningún libro de fútbol es únicamente sobre fútbol. Lo resume la frase más citada de Sacheri: “Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol”.

“Otro libro de fútbol”, de Enrique Ballester, esconde en el título el verdadero contenido y expone las intenciones reales del autor: usar el fútbol para hablar de otras cosas, sin pontificar. 

En apariencia, no tiene un hilo conductor, pero al final se notan los pasos de Ballester. Enrique Ballester, español de Castelló, sub 40, recopiló artículos que publicó en diversos medios y los puso uno al lado del otro, sin fechas ni contexto ni relación. La mayoría de los textos son atemporales. Otros hacen referencia a momentos precios y puntuales.

Ballester usa el viejo recurso, revalorizado en la era de las redes sociales, de contarse a sí mismo para reflejar las pasiones de los futboleros de todo el mundo. Hábil, astuto, entra y sale de las trampas del ego. Se deja ver, pero no se para adelante de las páginas.

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“Otro libro de fútbol” se lee fácil, aunque eso no implique necesariamente un elogio ni la cualidad que los lectores buscan. Para fáciles están las revistas en lo del dentista o las redes en el celular. Los que gustan de leer van detrás de las ideas.

Entre muchas, Ballester deja picando en el área una pelota siempre tentadora y polémica: las construcciones morales del fútbol. Todos tenemos una y buscamos argumentos para sostenerla, incluso apuntando a las rivales. 

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Como el coro de la hinchada de fondo, unas veces bramando y otras murmurando, subyace una idea tan simple como poderosa: cuanto más fáciles serían los partidos de nuestras vidas si cada uno hiciera únicamente lo que corresponde.

En “Otro libro de fútbol” Ballester tira pases profundos, buenas ideas para pensar. También la manda a la tribuna, pero nunca deja de buscar el partido y por eso vale la pena leerlo con una advertencia: no espere encontrar un libro de fútbol. No existen.