¿Y si el congelamiento de Feletti no funciona, qué?

El nuevo intento del kirchnerismo por controlar los precios cruzó un límite que nunca había traspasado. Ni siquiera con Guillermo Moreno o Axel Kicillof. El secretario de Comercio Roberto Feletti, por primera vez, sacó un norma que exige a los supermercados vender a determinados precios y a la agroindustria producir sí o sí, aún si esos precios no le convienen. Hasta ahora siempre había habido acuerdos más o menos forzados, pero no una lista inconsulta. Ahora el Estado puso en juego su autoridad. Ha dicho que los condones Tulipán superfinos por seis unidades en Neuquén deben costar 244 pesos con 22 centavos. Y lo mismo con 1.500 productos. Y tiene que exigir que se cumpla.

¿Qué pasa si no esto no funciona? El gobierno podría reconocer que está equivocado y dejar de gastar pesos sin respaldo de una vez, que es la real causa de la inflación. Pero es difícil que el chancho vuele. Y si el gobierno insiste en ajustar el tornillo de los precios con el serrucho de Feletti, no le va a quedar otra que radicalizarse.

Lo primero será obligar a los súper a poner los precios de la lista. Si los súper no consiguen productos a esos precios, habrá desabastecimiento. Y Feletti tendrá que apretar a los fabricantes. Puede multarlos, clausurarlos, quitarles concesiones o inhabilitarlos para ejercer el comercio, quitarles créditos oficiales, sacarlos de moratorias de la Afip, entre otras cosas.

Si eso no funciona, hay que ver qué pasó en los pocos países que cometieron estos disparates. En Venezuela el control de precios empezó en 2003. Hubo desabastecimiento. Entonces Chávez estatizó empresas que fracasaron (el ejército ocupó todas las arroceras, por ejemplo), aterrorizó a las que no estatizaba (Polar, la Arcor de Venezuela, sólo en 2011 tuvo 2.200 inspecciones en sus plantas) y repartió 2,7 millones de hectáreas y subsidios a cooperativas como las de los piqueteros que nunca funcionaron.

Venezuela casi dejó de producir alimentos. Entonces Chávez terminó importando cada vez más alimentos. Pudo hacerlo hasta que cayeron los precios del petróleo y la petrolera estatal dejó de exportar luego de tantos años sin invertir el dinero destinado a importar.

Pero Argentina no tiene esa petrolera estatal ni nada parecido.

De manera que, si Feletti se radicalizara en esa línea, todo sucedería más rápido. El final no es grato si uno se guía por Venezuela. Dieciocho años después del primer congelamiento de Chávez, su sucesor Maduro, firmó ayer la enésima lista de productos básicos con precios fijos que nunca se cumplen o nunca se consiguen. En el medio 5 millones de venezolanos huyeron del país. Y la inflación, por supuesto, no se arregló: en los últimos 12 meses la inflación oficial fue de 1946 por ciento.