La quinta pata del gato
08/09/2025 | 11:20
Redacción Cadena 3
Adrián Simioni
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¿Qué es mantener el rumbo?
Javier Milei, fiel a su estilo, salió el domingo por la noche a reafirmar su compromiso: "El rumbo no se modifica, se redobla". Pero Axel Kicillof, fortalecido tras su victoria electoral, le puso un ultimátum: "Va a tener que rectificar el rumbo". La tensión entre estas dos posturas resume el dilema económico y político que enfrenta el país hoy. ¿Qué significa "mantener el rumbo"? Y, más importante aún, ¿es sostenible ese rumbo en un contexto de recesión, presiones políticas y reservas al límite?
El "rumbo" de Milei se basa en tres pilares económicos: equilibrio fiscal, restricción monetaria y política cambiaria.
El primero es el mandamiento supremo de su gestión: limitar el gasto público es una obsesión que, hasta ahora, se ha mantenido inquebrantable. Sin embargo, la realidad política le juega en contra: una alianza de gobernadores y kirchneristas forzó al Congreso a sancionar leyes que obligan a gastar más, desafiando este principio. Con el Congreso en contra, sostener este pilar será una batalla cuesta arriba.
El segundo pilar, la restricción monetaria, implica mantener altas las tasas de interés y el grifo de pesos cerrado. Esto enfrió la economía hasta el punto de la recesión, un costo que se reflejó en las urnas. La pregunta es si Milei puede seguir apretando el cinturón monetario sin agravar la caída económica o perder más apoyo político.
El tercer pilar, la política cambiaria, es el más difuso. Inicialmente, Milei prometió un dólar libre, pero el Gobierno intervino para evitar que flote sin control. Ahora, con el dólar oficial superando las bandas previstas, el Banco Central debe intervenir, pero las reservas son escasas. Con apenas 1.100 millones de dólares disponibles, ¿puede el Gobierno sostener esta estrategia sin quedarse sin municiones? Y si interviene, ¿vale la pena gastar reservas para mantener un dólar artificialmente bajo en medio de tanta incertidumbre?
El Gobierno enfrenta un tablero de ajedrez económico con jugadas riesgosas. Mantener tasas altas y un dólar intervenido profundiza la recesión y agota reservas. Bajar las tasas con un dólar fijo podría disparar la inflación, ya que los pesos liberados presionarían las reservas. Otra opción, tasas altas con dólar libre, implicaría una devaluación real, un golpe duro para la economía que podría agravar la recesión. Finalmente, tasas bajas y dólar libre sería una devaluación nominal y real, con inflación galopante y un dólar disparado. Cada escenario tiene costos sociales, económicos y políticos.
A siete semanas de las elecciones del 26 de octubre, el Gobierno debe decidir rápido. Una posibilidad sería bajar las tasas y liberar el dólar, dejando que alcance su techo. Si el dólar se dispara pero luego se estabiliza, podría llegar a las elecciones con cierta calma cambiaria, disipando el temor a una corrida.
Sin embargo, el riesgo es enorme: una disparada descontrolada del dólar podría alimentar la incertidumbre y erosionar aún más la confianza en el Gobierno.
Milei insiste en redoblar el rumbo, pero el contexto lo obliga a repensar su estrategia. Con un Congreso hostil, reservas menguantes y una economía en recesión, mantener el rumbo sin ajustes parece una apuesta temeraria.
La pregunta no es solo si Milei puede ganar las próximas elecciones, sino si su plan económico sobrevivirá hasta entonces. En este juego de alta complejidad, las próximas semanas serán decisivas para el futuro del país.
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