Guzmán, entre lo obvio y lo prohibido

La quinta pata del gato

Guzmán, entre lo obvio y lo prohibido

06/10/2021 | 11:31 |  

Adrián Simioni

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Guzmán, entre lo obvio y lo prohibido

El ministro de Economía, Martín Guzmán, se jugó ayer buena parte de la credibilidad que le queda. En un evento de la Cámara de la Construcción admitió algo que a todo el mundo le resulta obvio: que la caída de la inflación se frenó, pero que bajará, esta vez, desde octubre.

Primero, digamos que la “caída” de la inflación de la que habla Guzmán era modesta. Duró sólo 4 meses y quedó en agosto en 2,5%, lo que de por sí es un récord mundial si no se tiene en cuenta a Venezuela y a algún otro país insignificante.

O sea que no estamos ante un gran éxito. Y Guzmán admitió que eso se frenó en septiembre. No sorprende a nadie. Las consultoras que miden precios arrojan una inflación promedio de 2,9% para el mes que acaba de terminar. Los economistas que no miden pero entienden cómo funciona la economía hacen una deducción simple: si Cristina Fernández ordenó darle masa a la maquinita de imprimir para comprar votos ante el pánico de perder las elecciones, es lógico que los precios se recalienten. Y los consumidores que van a un supermercado tampoco necesitan medir nada para saber cómo les aprietan los zapatos.

Guzmán jugó sus cartas. Aseguró que en octubre, después del mal dato que arrojará septiembre, la inflación va a volver a bajar. Es el dato clave. El Indec lo va a dar a conocer el jueves 11 de noviembre, tres días antes de que vayamos a votar. Así que hay que esperar en estas semanas los controles de precios más policíacos, los cepos más duros y las presiones más pesadas. Se juegan todo.

Hay que reconocerle valor a Guzmán. Porque además de todas estas cosas obvias, admitió algo que para él es indecible, porque es lo contrario a lo que le exige Cristina Fernández. El ministro sostuvo que “debe haber una reducción del déficit de manera paulatina para depender menos del endeudamiento fiscal y la emisión monetaria”. Traducido: para bajar la inflación hay que achicar el déficit del Estado. Hay que hacer un ajuste. Y esa palabra, “ajuste”, es la palabra más prohibida de todas en la biblia de la dueña del gobierno.

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El dato confiable

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