Gas y luz: somos todos cómplices

El Ministerio de Economía de la Nación dio ayer algunas nuevas precisiones sobre quiénes perderán por completo el subsidio al gas y a la electricidad. Más o menos un millón de hogares van a perder al menos uno de esos subsidios. Algunos cálculos dicen que los hogares donde se pierdan las dos subvenciones terminarán pagando unos 6.000 pesos adicionales al mes.

Van a perder los subsidios quienes vivan en barrios considerados "ricos", los hogares con ingresos de más 314 mil pesos, quienes tengan más de tres inmuebles a su nombre o más de tres autos. Hay otros criterios. Todos esos criterios son complicados de aplicar, no van a poder funcionar igual en todas las provincias y tienen el riesgo de judicializarse. Por ejemplo, poner un ingreso por hogar en un país donde el 40% de la economía está en negro es una garantía de inequidades. Otro: no es lo mismo tener tres autos de lujo para la familia que tres utilitarios para una panadería.

Pero hay otros dos problemas fundamentales que el plan de Economía no parece que vaya a resolver.

Uno, es que esto apenas va a reducir los subsidios que el Estado ya no puede pagar. Un ahorro en apenas el 10% de los hogares no alcanzaba ni siquiera antes de la invasión de Ucrania que disparó el precio del gas y el gasoil. El 80% de los usuarios, según lo que se supo hasta ahora, sólo va a tener un aumento de 40%, mientras que el 10% de los clientes más pobres van a tener una suba de 20%. O sea que para el 90% de todos los hogares el gas y la luz, en términos reales, van a subir muy por debajo de la inflación, van a ser incluso más baratos que el año pasado en comparación con cualquier otra cosa.

El otro problema clave que no se va a resolver es que, sin dar esa señal de precios, sin que nosotros como consumidores percibamos que nos están regalando la energía que en el mundo está más cara que nunca, no vamos a ahorrar. Ni gas, ni luz. No vamos a cerrar o abrir la ventana. No vamos a tener la necesidad de apagar luces innecesarias. Es decir, no vamos a consumir menos volumen de gas y electricidad, que es lo que tenemos que hacer justamente porque ambos son escasos.

No queremos que nos den malas noticias. Y el gobierno insiste en eludirlas. Todos sabemos que así no sirve, que así no se solucionan los problemas, que escondemos la cabeza esperando que algo mágico nos saque del brete. Pero no decimos nada. Somos todos cómplices.