El asado, el gasoducto y el capitalismo popular

La quinta pata del gato

El asado, el gasoducto y el capitalismo popular

31/05/2022 | 11:07 | Por Adrián Simioni.

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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El asado, el gasoducto y el capitalismo popular

La Bolsa de Comercio de Córdoba acaba de comparar cuánto hubieran rendido 100 pesos si hace 20 años se hubieran colocado en distintas inversiones. Y lo mejor, por lejos, hubiera sido comprar asado. Hoy, el que hubiera optado por el costillar, tendría 24 mil pesos. Alguien que hubiera invertido en dólares y hoy los vendiera en el blue obtendría sólo 6.700 pesos, apenas un cuarto del inversor en asado.

Lo primero que dicen quienes ven estos datos es: "Claro, pero eso es sólo teórico, no se puede invertir en asado, habría que tener la carne en el freezer 20 años,".

Sí, pero no. En una sociedad más civilizada que la nuestra, donde rigiera la ley, donde el Estado supervisara inteligentemente un mercado financiero un poquito más sofisticado, todos podríamos participar del negocio ganadero sin necesidad de comprar hectáreas, de tener una vaca en el patio o guardar costillares en un freezer. Que es lo que sucede en el resto de los países normales: en lugar de tener nuestros dólares blue inertes durante años en el colchón, sin que le sirvan de nada a nadie, podríamos comprar acciones de sociedades anónimas de criadores o engordadores de ganado, de frigoríficos, de exportadores. O podríamos prestarles nuestro dinero. Y de esa forma, participaríamos del negocio.

Miren lo que podría pasar en un capitalismo popular, donde todos invirtamos nuestro ahorro: el famoso gasoducto Néstor Kirchner -vital para dejar de importar energía- requiere una inversión masiva en dólares de un Estado quebrado y un Banco Central sin dólares. Y no termina de arrancar desde que el gobierno de Macri lo planificó.

Es ridículo. El gasoducto cuesta una mera fracción de los 200 mil millones de dólares enterrados en los patios. Claro: para que los argentinos pusiéramos a trabajar así nuestros ahorros los políticos y el Estado tienen que dejar de amenazarnos con impuestazos y confiscaciones. Yo no voy a poner mi ahorro en un gasoducto si después el Estado va a congelar las tarifas, va a confiscar las acciones de la empresa que lo maneja. No voy a invertir en un frigorífico exportador si un día a un burócrata se le va a ocurrir poner retenciones o prohibir que se exporte.

A la Argentina no le faltan dólares. Le sobra delirio. Y hay que terminar con el delirio para que sea posible que más argentinos ahorren e inviertan, colaborando entre todos, para que todos ganemos con el asado, con el gas o con lo que sea, sin temor a que los desplumen.

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