¿Cuánto falta para que un político prometa limpiarte la cola?

En el país más extravagante del mundo hoy todo el mundo está hablando de Enrique Lazarte, un político tucumano que quiere ser intendente de Tafí Viejo. Lazarte, hoy massista, se enfrenta al actual intendente, también peronista.

Todo el mundo habla de él porque se viralizó un spot de campaña en el que se lo ve recorriendo viviendas y sectores urbanos precarios de Tafí Viejo y allí promete que, si lo eligen, él se va a encargar de que todos los vecinos van a tener un lugar digno "donde ir a cagar". Mientras muestra letrinas en pésimo estado, Lazarte dice que el actual intendente deben tener seguramente lugares muy lindos "para ir a cagar" pero que hay mil familias de Tafí Viejo que no cuentan con inodoro. Y da la solución: fabricar mil sanitarios para reemplazar las letrinas. Y luego cierra el spot con un edificante: "Elijamos crecer, sumate".

El anuncio ha llamado la atención por lo escatológico, porque señala de algún modo la decadencia del discurso político. Pero la decadencia parece ir mucho más allá. Por empezar, a las propuestas. Según el gobierno tucumano en Tafí Viejo hay algo más de 14 mil viviendas, de las cuales la mitad no tienen cloacas. Lazarte no propone expandir las cloacas.

No: su propuesta es construir mil baños que sigan vertiendo los desperdicios adonde los vierten ahora. A esto hay que interpretarlo de su spot, porque no hay ninguna otra referencia a su plan. Ni cálculo de costos, ni previsión presupuestaria.

El viejo contrato según el cual el esfuerzo cooperativo, a veces con la promoción del Estado, construía las cloacas y después cada quien se pagaba su baño y la conexión a la cloaca, ha desaparecido.

En cambio, se consolida nuestra carrera hacia la decadencia, integrada por cada vez más clientes políticos que ya no sólo no pueden o no quieren pagar por sus cloacas y sus conexiones domiciliarias a las cloacas. Ahora los políticos paternalistas ya ni siquiera les prometen cloacas, prometen regalarles el baño. Lo único que falta es que pronto otro político, aún más procaz, prometa pasar a llevarles el papel higiénico y a limpiarles la cola. Sería la última etapa, la que falta, en el descenso al país de los ciudadanos dependientes, cada vez más miserables y cada vez menos autónomos y libres.

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