Soledad García, por siempre Leona

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Soledad García, por siempre Leona

03/05/2020 | 14:11 | La cordobesa se consagró como una de las grandes figuras del hockey argentino. Formó parte de una camada de jugadoras que dejó en lo más alto la bandera albiceleste. Conocé su historia.

Jorge Parodi

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Soledad García, por siempre Leona

Las Leonas nacieron en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, donde el hockey de Argentina logró su primera medalla de plata.

En las lejanas tierras australianas surgió el mito y comenzó a escribirse la leyenda que protagonizó un grupo de jugadoras que cambiaron la historia del hockey en particular y del deporte femenino en general, de todo un país.

Aquel equipo que dirigió magistralmente Sergio Cachito Vigil, donde brillaron Lucha Aymar, Vanina Onetto, Cecilia Rognoni, Magdalena Aicega, Karina Massota, Inés Arrondo y Mechi Margalot, entre otras.

En ese equipo inolvidable, que mostró las garras en la tierra de los canguros, la más joven del plantel era una tal Agustina Soledad García, “La Sole” para los cordobeses.

Con apenas 19 años, Soledad García deslumbró al mundo del hockey por su desfachatez, su habilidad y su frescura.

La morocha con ADN cordobés empezaba a mostrar sus credenciales con sus trencitas al viento, una vistosa vincha blanca y un corazón a la altura de semejante hazaña deportiva.

Fui testigo privilegiado en el coqueto Centro de Hockey del Sydney Olympic Park de una apilada inolvidable de Soledad ante China, que significó el 2 a 1 que le permitió a Las Leonas enfrentar a Nueva Zelanda por una medalla.

En una jugada maradoniana, García arrancó por la izquierda, pasó una a una a tres jugadoras chinas a puro dribling y quiebres de cintura, eludió a la arquera y casi desde el piso clavó la bocha dentro del arco de las chinas.

Su garganta juvenil explotó con un grito de gol emocionado hasta que sus solidarias compañeras de aventuras, cargadas de asombro, volaron sobre su humanidad para abrazarla, para celebrar la travesura de la más cachorra de las Leonas.

Soledad García combinó talento y coraje. Fue una delantera extraordinaria, explosiva, de una notable personalidad, aún en ese plantel donde sobraba carácter y buena onda.

Ese fue sólo el principio de una historia de amor entre la camiseta nacional y “la Sole cordobesa”.

Fueron 12 años de entrega, de muchas alegrías y de alguna tristeza.

Con dos títulos mundiales, tres medallas olímpicas (una de plata y dos de bronce), tres Champions Trophy ganados y dos preseas doradas en Panamericanos, además de las nominaciones como Mejor Jugadora Junior FIH en 2002 y 2004, Soledad García fue una de las delanteras más importantes y vigentes de la historia de Las Leonas.

Ahora los invito a volver al punto de inicio, cuando comenzó a escribirse la historia de Soledad García y simultáneamente la de Las Leonas.

En los Juegos de Sydney 2000, en la primera ronda, dos victorias y la misma cantidad de derrotas colocaron al equipo en la segunda posición de su grupo.

Un error en la comprensión del reglamento modificó drásticamente el panorama.

De repente, el seleccionado argentino de hockey femenino necesitaba ganar los cuatro partidos de la Etapa Final para pelear por el Oro.

Seis equipos jugaban todos contra todos para ver quién se quedaba con la medalla dorada. Lejos del nivel de Holanda y Australia, Argentina apuntaba al bronce, más aún después de la derrota ante España.

El 24 de septiembre del año 2000, fue el primer encuentro de la ronda definitoria con el partido ante la poderosa Holanda.

Las jugadoras argentinas salieron a la cancha con la camiseta habitual, pero a la altura del pecho tenían un pequeño dibujo. Desde la tribuna de prensa me costaba vislumbrar qué era ese detalle amarillo que brillaba.

Con goles de Luciana Aymar y un doblete de Soledad García, la selección albiceleste logró un triunfo impensado por tres a uno.

El dibujo, ese pequeño distintivo de la camiseta que se volvería seudónimo, era una Leona. La pata izquierda hacia adelante pisando una bocha con las garras, la cola con forma de palo de hockey y una cara temible.

Se estrenó en aquel mediodía australiano y al día de hoy es una obligación en el diseño de la camiseta de Las Leonas

Fue Inés Arrondo, la experimentada delantera de aquel equipo, quien se encargó de dibujarlo. Tuvo la ayuda de la cuñada del entrenador Cachito Vigil para los últimos detalles.

La denominación de Leonas se tomó como un ejemplo de grupo, de fortaleza y de superación ante situaciones adversas.

Luego del triunfo sobre Holanda, llegó China. Nuevamente la Sole (con ese golazo que contamos antes) y Lucha le dieron el triunfo a la Argentina (2-1).

Solo faltaba una victoria contra Nueva Zelanda para clasificarse a la final. Golearon 7-1 y nacieron Las Leonas.

Ese Grupo de chicas con corazones de acero, pese a perder la final contra Australia por 3 a 1, festejó junto todo un país deportivo el logro de una medalla plateada con sabor a hazaña.

La Sole es una eterna enamorada de su Córdoba y de su club, Universitario.

En aquel momento decía ser hincha de Belgrano y de Boca, que le gustaba el voleibol, que tenía muchas cábalas y que disfrutaba del cuarteto.

Como buena cordobesa nunca perdió la tonada marca X (como las viejas patentes de autos que distinguía a los de nuestra provincia) , ni la chispa instantánea para una broma o una salida rápida e ingeniosa.

Agustina Soledad García nació en Córdoba el 12 de junio de 1981.

A los 7 años era el terror de la familia palo en mano.

En Universitario de Córdoba, a pocas cuadras de su casa, empezó a jugar para acompañar a sus hermanas mayores.

El club era su segunda casa. Algunos años después, ya consagrada y jugando en Europa, se puso la querida camiseta de la U, para inaugurar la primera cancha sintética de Córdoba.

Más cerca en el tiempo, las canchas de hockey del estadio Mario Kempes llevan el nombre de Soledad García.

En 1996 Sergio Cachito Vigil era el DT de las Selecciones juveniles. En un campeonato argentino, su ojo bien entrenado detectó el talento de la cordobesa de apenas 15 años.

Cachito le propuso a la mamá de Soledad la posibilidad de participar de una concentración de la Selección en Mar Del Plata.

La condición consensuada de la mamá y de Cachito era clara y contundente: no descuidar los estudios. 

No había medias tintas: era colegio más hockey y no colegio o hockey.

De ese modo comenzó esta historia, recorriendo cientos de kilómetros cada semana, desde la Terminal de Córdoba a Retiro, de Retiro al Cenard, ida y vuelta, por años, sin dejar de estudiar, ni de jugar los fines de semana para el club de sus amores: Universitario.

Llegó Sydney 2000, la medalla de plata, su inmejorable carta de presentación con aquel gol de antología ante China.

El nacimiento de las Leonas, aquel distintivo que diseño Inés Arrondo y se clavó en el corazón.

A partir de allí la repercusión mediática, la admiración de miles de chicas que empezaron a jugar al hockey.

Las Leonas fueron al hockey lo que Vilas al tenis. Tuvieron un efecto multiplicador y de imitación.

Las chicas comenzaron a soñar con ser Leonas, querían ser como la Sole, como Lucha, como Karina Masotta. Veinte años después, se repite la historia y palo en mano miles de pibas sueñan con ser como Juli Jankunas o Delfi Merino.

En ese año 2000 Las Leonas fueron Olimpia de Oro del deporte argentino y Soledad García, además, ganó el Rombo de Oro que galardona al mejor deportista cordobés del año.

Como si todos los logros no fueran suficientes, García tiene un título no oficial que es tan importante como los anteriores.

Ocurre que en Córdoba con sólo decir “La Sole” inmediatamente se sabe de quién estamos hablando. (y no es Pastorutti precisamente), ese detalle puertas adentro de nuestra provincia es un certificado de cariño, respeto y admiración.

La Sole es tan nuestra, tan cordobesa como La Cañada, como el cuarteto, como el fernet. Forma parte de nuestro patrimonio deportivo.

La carrera de Soledad siguió sumando éxitos, hasta jugó lesionado un Mundial Juvenil en Quilmes en 2001 y fue subcampeona, perdiendo la final por penales ante Corea del Sur.

Por esa vía, Las Leonas lograron su primer título Mundial en Perth, otra vez en Australia, pero en el 2002.

En ese certamen Soledad García fue una de las grandes figuras.

Un título que repetirían en 2010 en Rosario, en un campeonato perfecto, con una notable actuación de Soledad en la tierra de Aymar y una final en la que Las Leonas vencieron por 3 a 1 a Holanda.

En el Mundial de España en 2006, Las Leonas, con García lograron la medalla de bronce.

La Sole seguía sumando medallas: El bronce en Atenas 2004, Otro podio en Beijing 2008, el oro en los Panamericanos, en Winnipeg 99 de Santo Domingo 2003, forman parte de los numerosos logros de la cordobesa.

Sole fue elegida dos veces Mejor Jugadora Joven del Mundo por la Federación Internacional de Hockey en 2002 y 2004

Mientras tanto su carrera internacional la llevó a Alemania, Jugó en Rot Weiss (Alemania) y en tres clubes de Holanda, donde es querida y reconocida.

Hasta fue testigo presencial de la histórica ceremonia en la que la argentina Máxima Zorreguieta fue coronada Reina de los Países Bajos, en 2013.

En 2010 y 2011 fue elegida para integrar el equipo de las estrellas de la Federación Internacional.

En 2011, ganó la medalla de plata en los Panamericanos de Guadalajara, este fue su último podio como Leona.

Sin saberlo, sin razones lógicas, sin una merma en su rendimiento, contra su voluntad, se estaba despidiendo de una Selección a la que le había entregado el cuerpo, el talento y el alma desde 1999.

Carlos Retegui decidió no llevarla a Londres 2012, su decisión fue en lo estrictamente deportivo inexplicable, un final de ciclo inesperado e injusto para una Leona que nunca se guardó nada.

Polémicas, comunicados cruzados. Retegui tratando de buscarle razones a una decisión irrazonable, el Chapa declarando a los medios que García no mostró compromiso con la Leonas y que prefería jugar en Holanda. Nada más alejado de la verdad.

Luego, cuando se fue el Chapa y Marcelo Garraffo fue el técnico de las Leonas, le ofreció volver, pero la Sole tenía otros planes.

La Señora Soledad García formó una familia con su pareja Nicolás y sus dos leoncitas Robertina, que ya anda domesticando palos de hockey por todas partes y la pequeña Antonia, que todavía no entiende de qué se trata esta pasión familiar.

García inició una nueva vida, tal vez más normal, más común, aunque con el hockey siempre presente.

Fue Head Coach en San Luis y en San Rafael, Mendoza.

Hace unos meses comenzó un interesante proyecto en Urú Curé, en Río Cuarto.

Su despedida oficial fue en San Luis. en un partido homenaje en marzo de 2014.

Fue un día de emociones fuertes y lágrimas dulces, que navegaban entre la alegría y la nostalgia en el estadio "Ave Fénix".

La Sole estuvo rodeada de muchas ex compañeras del seleccionado y de Universitario de Córdoba, su club de origen, quienes la recibieron en el ingreso al campo de juego con el último techo de palos.

Dijeron presente unas 4500 personas, no podían faltar Luciana Aymar -con la que mejor se entendió en su carrera-, Rosario Luchetti, Macarena Rodríguez, Delfina Merino, Rocío Sánchez Moccia y muchas de sus amigas de siempre como Magdalena Aicega, Vanina Oneto, Ayelén Stepnik, Mariana González Oliva, Maripi Hernández y Jorgelina Rimoldi.

Soledad García volvió a sentirse lo que es y lo que será por siempre: UNA AUTÉNTICA LEONA.

Por su actitud, por su coraje, por su talento, por su corazón, por su garra, por su entrega, por su compromiso, por su frescura, por su desfachatez bien entendida.

Soledad García será una Leona por siempre.

Como en aquellas tardes calurosas de Sydney, que nos tocó cronicar desde la impactante ciudad del Opera House.

Cómo en esas interminables horas de bondi Córdoba-Retiro-Cenard, cuando era solo una adolescente con sueños que parecían inalcanzables.

Como en cada cancha del mundo donde le tocó demostrar su talento y su grandeza.

Como hoy, en su inmenso compromiso de aprender a ser una buena mamá, cada día, a cada minuto.

La Sole lleva en el corazón un fuego inextinguible, que la convirtió en la persona que es hoy.

Es portadora en el alma de aquel pequeño distintivo que brillaba con una pequeña leona dibujada, con la pata izquierda hacia adelante pisando una bocha con las garras, la cola con forma de palo de hockey y una cara temible.

No tenga dudas. en una cancha de hockey y tanto como en la vida Soledad García será por siempre una Leona.

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