La leyenda de San Lorenzo cumplió años (Foto: Club San Lorenzo)

Perfiles de La Previa

Sebastián Torrico, el "héroe" de San Lorenzo cumplió 40 4

22/02/2020 | 13:11 | El arquero mendocino se reivindicó tras la lesión de hombro que lo dejó inactivo durante una temporada y sigue en ruedo con su gran profesionalismo. Escuchá.

Raúl Monti

Audios

La leyenda de San Lorenzo cumplió años (Foto: Club San Lorenzo)

Es uno de los futbolistas más determinantes de la historia de San Lorenzo, pero pocos conocen su voz. Cumplió 40 años y es el arquero titular del equipo, pero sigue sin creerse los elogios que recibe por sus actuaciones.

Su último entrenador, Diego Monarriz, aseguró sin vacilar que el “Ciclón” es “Torrico y diez más”, pero nadie lo conocía cuando llegó al club. Su camino está marcado por el trabajo silencioso, pero sus atajadas nunca pasaron desapercibidas.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Sebastián Alberto Torrico nació el 22 de febrero de 1980 en la pintoresca ciudad de Luján de Cuyo, en la provincia de Mendoza. Creció en el barrio de Carrodilla, a ocho kilómetros del centro mendocino, y se enamoró de sus paisajes.

Era un chico muy tímido, que casi no hablaba en la escuela y tenía la mala costumbre de llevarse muchas materias a diciembre. Su verdadera felicidad aparecía cada vez que entraba a una cancha, y soñaba con convertirse en un gran goleador.

Se sumó a las divisiones infantiles del club Andes Talleres de Mendoza y se formó como delantero hasta que la ausencia de un compañero marcó su destino. Cuando el único arquero que había en el equipo se enfermó antes de un partido, el técnico no tuvo más opción que mandarlo al arco.

Sebastián fue el elegido porque era uno de los más altos del plantel, pero ese encuentro lo marcó de una manera inesperada. Bajo los tres palos, volando para salvar a los suyos, descubrió que ese era su lugar en el mundo y nunca más se quitó los guantes.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Se tomó su pasión muy en serio, y no tuvo miedo de nadar contra la corriente para alcanzar sus metas. No probó ni una gota de alcohol en su adolescencia, y decidió que también entrenaría por las tardes, cuando sus compañeros descansaban.

Su esfuerzo rindió frutos y debutó en la liga mendocina cuando tenía 17 años. Defendió los colores de Andes Talleres durante cuatro temporadas, hasta que tuvo la oportunidad de irse a un grande de su provincia.

Godoy Cruz luchaba por afianzarse en la primera B Nacional, y el joven arquero tuvo que madurar de golpe en uno de los torneos más difíciles del fútbol argentino.“El Tomba” se quedó con el Apertura 2006, y disputó una final contra Chicago por el ascenso a Primera.

Foto: San Lorenzo Primera

El partido de ida en Mataderos terminó empatado y todo se definió en el estadio Malvinas Argentinas. El duelo se estiró hasta el alargue y Torrico se lució con tres atajadas fundamentales para mantener con vida al “Bodeguero”.

Con la seguridad de saber que esa noche no podrían convertirle goles, Godoy Cruz pudo desnivelar el marcador y se quedó con el título y el ascenso. Torrico pasó a ser un ídolo de los hinchas, y se probó el traje de héroe por primera vez en su carrera.

El logro fue histórico, pero el sueño de jugar en Primera División duró apenas una temporada. Sebastián vivió un doloroso descenso por la vía de la promoción, aunque no volvió a jugar en la B Nacional.

Argentinos Juniors lo contrató a préstamo y el mendocino se mudó a La Paternal. Por su tierra de origen y sus ya clásicas voladas, los hinchas lo conocían como “El Cóndor”, apodo que mantuvo durante toda su trayectoria.

Defendió el arco del “Bicho” durante una temporada y media, pero tuvo que regresar a Mendoza justo antes de que Argentinos saliera campeón de la mano de Claudio Borghi. En el “Tomba” lo esperaba una realidad muy distinta a la que había dejado.

Godoy Cruz se había convertido en un equipo duro y Mendoza deliraba con sus noches de Copa Libertadores, pero él tuvo que conformarse con jugar 7 partidos en toda la temporada. En su momento más flojo, su carrera daría un giro inesperado.

En abril de 2013, un escándalo institucional sacudió a San Lorenzo: Pablo Migliore, el arquero titular del equipo, terminó preso por encubrir a un barrabrava de Boca acusado de homicidio. “El Ciclón” tuvo que encontrar un reemplazo en tiempo récord, y Sebastián Torrico fue el elegido.

El acuerdo entre las instituciones no era muy auspicioso para el guardameta, pero lo aceptó de todos modos. Un préstamo de dos meses sin opción de compra unió al mendocino con el “Santo”, que le dio la camiseta número 12.

Juan Antonio Pizzi, el técnico azulgrana, le pidió al club que haga un esfuerzo para que se quedara al terminar el campeonato. Tuvo su oportunidad en un partido de Copa Argentina contra Morón, donde atajó dos disparos y le dio la clasificación a su equipo.

Comenzó a sumar cada vez más minutos, y su rendimiento creció junto a la sorprendente campaña del “Ciclón”. El objetivo del Torneo Inicial 2013 era sumar para olvidarse de los promedios, pero las victorias hicieron que el “Cuervo” llegara a la fecha final como único puntero.

La definición fue infartante: los 4 primeros equipos de la tabla tenían chances de campeonar y se cruzaron entre sí. San Lorenzo tuvo que enfrentarse al duro Vélez de Ricardo Gareca, que podía robarle el título si se quedaba con el triunfo.

El partido estaba empatado sin goles y la gloria estaba a pocos minutos de distancia cuando el “Fortín” generó la oportunidad más clara de la noche. El volante Agustín Allione sacó un violento remate desde dentro del área que amenazó con derrumbar el sueño del “Ciclón”, pero Torrico hizo la atajada de su vida.

A puro reflejo, su mano izquierda rechazó el balón por encima del travesaño, y el equipo se quedó con el campeonato. “El Cóndor” se sentía en las nubes, pero su vuelo apenas comenzaba.

El título obtenido a nivel local ilusionó a los hinchas con ganar por primera vez en su historia la Copa Libertadores, y los dirigidos por Pizzi sabían que estaban ante una oportunidad única. El propio Torrico se puso el equipo al hombro en octavos de final, cuando le tapó dos penales a Gremio, y el envión anímico fue imparable.

Romagnoli, Ortigoza, Mercier y un plantel plagado de figuras logró la hazaña el 13 de agosto de 2014 en el Nuevo Gasómetro, al derrotar por 1 a 0 a Nacional de Paraguay. La estrella más importante en la historia del club se debió en gran parte a su arquero, que fue elegido como el mejor del torneo en su puesto y se ganó el mote de “santo”.

Fuera de las canchas, Sebastián también atravesaba uno de sus momentos más felices. Su esposa, Belén, estaba embarazada de un varón, y las expectativas por recibir a su hijo eran muy grandes.

La situación se complicó cuando Justino, su bebé, nació 2 meses antes de lo esperado. La criatura pesaba solo un kilo y medio y tenía graves problemas cardíacos. El club puso todos sus recursos a disposición del arquero, pero los médicos no pudieron hacer nada.

Justino Torrico murió en agosto de 2015, cuando tenía apenas una semana de vida y el fútbol argentino se unió para enviarle su apoyo a la familia en el momento más difícil de sus vidas.

Como era de esperarse, el golpe anímico se vio reflejado en el rendimiento de Sebastián, que terminó perdiendo su puesto. Era un ídolo indiscutido en la historia de San Lorenzo, pero no quería pasar sus últimas temporadas sentado en el banco de suplentes. Para colmo de males, se lesionó el hombro izquierdo en un amistoso de pretemporada en el 2018, y perdió un año entero recuperándose.

Una expulsión de Fernando Monetti, arquero titular del equipo, hizo que volviera a atajar luego de una temporada inactivo. Sorprendió a todos con su nivel: “El Cóndor” demostró que estaba más vigente de nunca, y volvió a adueñarse del arco.

Es uno de los futbolistas más determinantes de la historia de San Lorenzo, pero pocos conocen su voz. Cumplió 40 años y es el arquero titular del equipo, pero sigue sin creerse los elogios que recibe por sus actuaciones.

Sebastián Torrico se destaca por no intentar destacarse, y es protagonista de momentos históricos a pesar de haber sido suplente durante muchos años. Su camiseta jamás será la más vendida y es probable que nunca diga una frase icónica, pero no importa: cuando se para bajo los tres palos, Torrico siempre tiene la última palabra.