Ruben Torri: “Cepillito al corazón”

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Rubén Torri: “Cepillito al corazón”

20/08/2022 | 14:57 | El mítico relator acompañó con su voz momentos emblemáticos del fútbol y del boxeo, resaltados por su estilo vivaz, que mostraba su compromiso con la profesión. Nuestro homenaje.

Redacción Cadena 3

Jorge Parodi

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Ruben Torri: “Cepillito al corazón”

Levanto el faro y me arrojo cepillito abajo rumbo a la nostalgia. Trato de esquivar (como Loche) algún lagrimón rebelde “haciendo sapito” en el rostro, para encontrarme en el rincón donde “anidan las arañas”, con la historia de un grande de verdad: El Maestro Rubén Torri.

El “Chino” Torri (porque tenía la cara de chinito de porcelana), es una persona que debe ser recordaba a corazón abierto y con la puertas del agradecimiento abiertas de par en par.

Monzón, Loche, el Luna, Laciar, Ballas, River, Boca, Talleres, Willington, Belgrano, el Cuchi Cos, Instituto (su Instituto, del que era hincha) y Kempes, entre tantos, tienen en la inconfundible voz de Torri, la imagen de radio con la que muchos crecimos, los colores del aire que sólo un gran pintor de los relatos como Rubén sabía dibujar, con su pincel de mil tonos.

Torri fue un apasionado del deporte, de la radio y de la amistad, pero su gran amor fue el boxeo.Generoso, humilde, gracioso, respetuoso, docente, profesional, era capaz de disparar un millón de anécdotas que relataba en detalle haciendo gala de una memoria única.

Rubén Abel Torri nació en Pérez Millán, en la provincia de Buenos Aires y falleció en Córdoba, a los 87 años. Fue un boyerito de estancia, que siempre recordaba con alegría a “El Pibe”, el caballo blanco que todos los días a la mañana lo llevaba a la escuela.

Rubén Torri con el equipo de La Previa

Hizo hasta quinto grado, fue pocero, podador, ayudante de cocinero y juntador de maíz. Después se radicó en Córdoba para trabajar en la Fábrica Militar de Aviones.

Con el paso de los años, Córdoba lo distinguió con su premio mayor, el Jerónimo Luis de Cabrera.

Estuvo 15 años en la Fábrica Militar de Aviones como tornero. ‘El Tábano’ (apodo de Salomón Melnik, jefe suyo en LV2, donde se había iniciado en 1954), le dijo: "¿Sabés una cosa, Gardelito? Lo hacés bien al boxeo vos. Pero... ¿Qué querés ser? ¿Pito o corneta?". "Corneta", le respondió. "Entonces salí de la fábrica y dedicate a esto", le replicó.

En 1962, con 32 años, casado y con hijos, dejó el oficio de tornero y un cargo seguro en la fábrica, donde era jefe de sección.

No le dijo nada a su esposa, ni a su madre. Durante un mes, salía de su casa con el mameluco, se cambiaba en la oficina de un amigo y se iba a la radio.

Hasta que un día, en un cumpleaños, de un tío (“el Payo”) que también trabajaba en la fábrica, le preguntó delante de todos que cómo se le había ocurrido renunciar con 15 años de antigüedad.

Allí se terminó la mentira y empezó la aventura que disfrutó hasta el final de sus días: su pasión por el periodismo.

Con más de 80 años, Rubén con su chueco andar, peinado a la gomina Lord Cheselin, bigote de Chaplin y el grabador con casete, se tomó dos colectivos urbanos de ida y dos más de vuelta, para hacerle una nota al Chino Maidana que entrenaba cerca de Villa Allende.

En el barcito del Luna, café mediante, me dijo que el secreto de la vigencia es hacer lo que a uno le gusta.

Entró en la radio, después de ganar un concurso en la ya desaparecida LV2. Armó su Agencia de publicidad y compró los derechos para trasmitir para Córdoba el fútbol de AFA.

En la vieja LV3 relató durante años los torneos Metropolitanos siguiendo a River y a Boca alternativamente.

Los sábados hacía lo propio con el boxeo en el Luna Park, siempre para LV3. Y la preliminar para Rivadavia. Los viernes transmitía boxeo desde el Córdoba Sport.

Tuvo a su lado grandes comentaristas como Horacio Besio, Ademan Rodriguez y Enzo Ardigó.

“La voz de platino” Tito Paz, fue su amigo y locutor, en ese orden. Tito le devolvía todas las paredes. Juntos eran como Bochini y Bertoni.

Torri, había estado relatando un sábado por la noche boxeo en el Luna y el domingo hacía lo propio con el fútbol. Cuando la pelota estaba en el centro del campo en la Bombonera con todo listo para comenzar el partido, Torri dijo: "Va a comenzar el superclásico, la pelota está en el centro del Ring”.

Cuando José María Muñoz lo contrató para relatar boxeo cuenta que volvió al hotel, se tiró de palomita a la cama y recordando lo que le había preguntado El Tábano, cuando dejó la Fábrica, si quería ser pito o corneta, se dijo “Rubencito, sos corneta”.

Hizo algunos slogans que le robaron el apellido. Lo de “cepillito” nació en Villa del Dique, un verano, al pie de la montaña.

Así lo contaba Torri: "En Chile son muy pecho frío para relatar, pero tienen una terminología exquisita. Yo me iba con un cuadernito y una lapicera y anotaba. Y una de las que más me llamó la atención fue cuando el tipo dijo 'avanza Toro por la derecha, sale el defensor a su encuentro y lo derriba con foul. Le pasó la garlopita'. El término me encantó y cuando se vino la temporada decidí utilizarlo. Pero me olvidé de anotarlo en el vidrio de la cabina, en cancha de Belgrano y no lo recordé cuando se prestó la ocasión. Bajaron un jugador cerca del área y yo arranqué diciendo 'derribaron a Fulano al borde del áreaaaaa', alargando la 'a' mientras trataba de recordar el término. Ahí improvisé el “cepillito abajo” y lo miré a Tito Paz y me dio el OK"

Ruben Torri siempre tenía historias para contar:

“Una vez, en 1974, me pasó una increíble en Junín, transmitiendo Talleres contra Jorge Newbery. Ese día ganó la 'T' 1-0 con un golazo de Willington desde mitad de cancha. Y mi comentarista, el Negro (José) Ademan Rodríguez, dijo: 'Debo decirles a ustedes que Willington es un adúltero. Aquí en Junín anda de novio con la pelota'.

"En Córdoba, a la mujer de Daniel se la contaron cambiada y entonces, cuando volvimos, Daniel se me vino al humo y me dijo 'che cu..., ¿qué dijeron por la radio?'. Le expliqué e incluso lo mandé a Ademan a hablar con la mujer, pero lo sacaron sonando diciéndole 'usted debe ser igual que él'. 

"Después tuve que ir yo, y le dije a la señora: 'Mire yo tengo algo sagrado, que es mi madre. La Virgen María es sospechosa al lado de ella. Le juro por ella que las cosas fueron así', y le repetí la frase. Por suerte me creyó.

Torri no dudaba en elegir como su transmisión favorita a la tercera corona conseguida por Santos Laciar, en Reims (Francia), cuando venció por nocaut a Gilberto Roman. Ese día lloró.

Ruben relató el gol número 1000 de los Mundiales en Mendoza, en 1978, convertido por Resembrink, de Holanda, de penal.

El grito de gol de Torri era estentóreo, redondito, pleno.

Fue amigo de Carlos Monzón, de Nicolino Loche y de Oscar Ringo Bonavena.

Oyente de todas las radios y todos los relatores.

Siempre le dio oportunidades a los jóvenes y les decía: "Lo que yo le digo, usted lo toma y lo pasa por una zaranda y ahí deja lo que le sirve y lo que no, lo tira".

Ovación Deportiva y El Gigante del Deporte, fueron sus éxitos radiales. Fue el comentarista de las grandes veladas boxísticas internacionales a través de la televisión

Varias generaciones se identificaron con sus frases: “cepillito”, el “rincón de las ánimas”, “Y la Lonita Tito?”, “Levanta el faro “y en los últimos tiempos del “pirimpimpimpumpin”, que lo usaba cuando no quería decir una mala palabra o alguna frase soez.

Rubén supo contar sobre un gol histórico del Daniel: “El mejor gol que relaté en la radio fue aquel célebre de Daniel Willington contra Belgrano en Alberdi, allá por el año ‘74. Había un tiro libre y era lejos, como a 35 metros. El Loco estaba enojado porque de la tribuna le gritaban ‘borracho’. Iba a patear su compadre, el Cacho Taborda, pero le pegó el Daniel. Atajaba Tocalli, de espaldas al arco que da a avenida Colón. Estaba un poco adelantado, nunca pensó que la pelota iba a bajar así, tan de golpe. 

Es que el Daniel pateaba y la pelota se estiraba como si fuera de rugby pero no se movía en el aire y se podía ver la marca. Picó adentro y quien cobró el gol fue el juez de línea. Yo no dudé porque siempre me fijaba en los lineman, eran mi punto de referencia”.

Casi todos quienes integramos el equipo deportivo de Cadena 3, hemos tenido el honor de disfrutarlo como compañero o más bien como Maestro. A cada uno, me consta, nos dejó personalmente un consejo, una enseñanza.

Personalmente, integré su transmisión de boxeo durante muchos años, me mostró cada recoveco del Luna Park, tuve la suerte de viajar por el país junto a él, recuerdo particularmente las 18 horas en bondi hacia Puerto Madryn para una pelea de Omar Narvaez. Aseguro que fue como hacer un postgrado o un doctorado de periodismo.

Ruben Torri tenía una generosidad abrumadora, una humildad iniguable, un respeto hacia el otro irrenunciable.

Peronista de Perón, amigo todos. Caminar con Torri por la peatonal, implicaba la certeza de llegar tarde, porque Rubén hablaba con todos, porque era querido por todos.

Le gritaban Cepillito y él se daba vuelta, se acercaba y siempre con una sonrisa de Chinito de porcelana, algo tenía para contar o compartir.

Ruben Torri fue un grande, pero un grande de verdad, sin vueltas, un tipazo, un relator de la “pirimpimpimpumpin , como decía para no utilizar frases soeces. Un sabio del boxeo y de la vida.

Fue el relator que me atrapo de niño para vivir por radio el boxeo y el fútbol.

Ruben Torri fue un apasionado que contagiaba a sus oyentes.

Por eso, al recordarlo hay que levantar el faro, buscarlo en el corazón, en el rincón donde anidan las arañas, procurando que una lágrima traicionera no nos haga sapito en el rostro, haciéndole un cepillito abajo al recuerdo de ese Chinito de porcelana, que nos enseñó a transmitir y a vivir.

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