Paul Pogba, la joya más codiciada por los grandes de Europa (Por Raúl Monti)

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Paul Pogba, la joya más codiciada por los grandes de Europa

11/04/2020 | 13:08 | El talentoso mediocampista francés está en la mira de Real Madrid y Juventus. Es uno de los jugadores más caros del mundo y vive como una estrella dentro y fuera de la cancha. Conocé su historia. 

Raúl Monti

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Paul Pogba, la joya más codiciada por los grandes de Europa (Por Raúl Monti)

Es la joya más buscada en todos los mercados de pases, y él lo sabe. No tiene problemas en coquetear con más de un club a la vez, y disfruta de ver cómo todos se pelean por tenerlo en su equipo.

Pogba es uno de los mejores futbolistas del momento y se convirtió en una estrella desde que era muy joven. Su historia, sin embargo, encuentra su origen en un barrio muy humilde, donde el dinero y la fama eran poco más que un sueño lejano.

Paul Pogba nació el 15 de marzo de 1993 en la comuna de Torcy, y se crió en uno de los tantos suburbios que rodean París. Es hijo de una pareja de inmigrantes africanos que llegaron a Francia en los ‘90 buscando una mejor calidad de vida.

Es el menor de la familia y siempre admiró a sus hermanos gemelos, Mathías y Florentin, que le llevan dos años. El pequeño Paul nunca se despegaba de su lado, y se acostumbró a jugar con chicos mayores que él.

Los tres hermanos Pogba estaban enamorados del fútbol, y sus padres hicieron todo lo posible para que pudieran alcanzar su objetivo. Los gemelos demostraron capacidad y llegaron a ser profesionales, pero todos sabían que Paul tenía una calidad distinta.

Tenía seis años cuando lo inscribieron en el club del barrio, donde aprendió a explotar sus habilidades. La madurez que había ganado jugando en las calles contra chicos más grandes le permitió abrirse paso con facilidad en su nuevo equipo.

Se quedó siete años en el club y armó su vida alrededor de la pelota. No le interesaban la escuela, las fiestas o conocer chicas: Pogba estaba obsesionado con convertirse en un futbolista profesional.

A la par de su talento creció su personalidad, y se acostumbró a ser el alma del grupo. Siempre estaba bailando, riendo o haciendo bromas, y el único lugar en el que podían verlo serio era dentro de la cancha.

Cuando cumplió 13 años se sumó a la academia de Le Havre, un club francés reconocido por su trabajo en la formación de jóvenes promesas. No pasó mucho tiempo para que Paul, ya adolescente, se adueñara de la cinta de capitán.

Se ganó su oportunidad en la selección sub 16 de Francia, y su rendimiento lo puso en la mira de los grandes del continente. Manchester United le ofreció a sus padres una gran cantidad de dinero por su pase y la familia Pogba no dejó pasar la oportunidad.

El fútbol francés vio con amargura como su joven estrella se iba del país sin jugar ni un solo minuto en primera división. Pogba, en cambio, estaba extasiado: tenía solo 16 años cuando arribó a uno de los clubes más grandes del mundo.

Llegó a Inglaterra en el 2009 y firmó un contrato de tres temporadas con el gigante de Manchester. Se sumó a las categorías juveniles de la institución, donde se enamoró de los colores y se hizo hincha del United.

Era un jugador importante en la reserva, pero no le daban chances con el plantel profesional. Sir Alex Ferguson, el histórico entrenador inglés, quería llevarlo de a poco y a Paul no le gustaba esperar.

Debutó en la Premier a mediados de 2011 y sumó sus primeros minutos, pero el volante francés sentía que estaba para mucho más. En julio de 2012, unos meses después de su debut, decidió no renovar su contrato para buscar el protagonismo que deseaba.

Ferguson se enojó muchísimo por la manera en que se fue del club y lo trató de irrespetuoso y traidor. Paul estaba dolido por la forma en la que había abandonado Inglaterra, pero su mente ya estaba puesta en un nuevo desafío.

Juventus lo recibió con los brazos abiertos y lo trató como la figura que Pogba estaba destinada a ser. Formó un mediocampo de lujo junto a Andrea Pirlo y se transformó en el niño mimado de Turín.

El 2013 fue el inicio de un ascenso meteórico: ganó el mundial sub 20 con Francia, su primera liga en Italia y la FIFA lo distinguió como el jugador joven del año. En la “Juve”, el francés defendía, hacía goles, jugaba y hacía jugar.

La Vecchia Signora se quedó con tres ligas más de manera consecutiva y llegó a la final de la UEFA Champions League en el 2015. El Barcelona de Messi, Neymar y Suárez era el último obstáculo que separaba a Pogba de la gloria máxima.

La ilusión era muy grande, y la caída fue igual de dolorosa. El conjunto catalán se impuso con autoridad por 3 a 1 ante los italianos, y el sueño de ganar la Orejona se quebró en mil pedazos.

Un año más tarde, en el 2016, tuvo una nueva cita con la historia cuando llevó a Francia a disputar la final de la Eurocopa. Esta vez su verdugo fue Portugal, y Paul sumó una nueva frustración a su carrera.

Cuando volvió a Italia tras la derrota con su Selección, le comunicó a Juventus que quería irse. El club le había dado la camiseta número 10 y era un ídolo para los hinchas “bianconeri”, pero el francés ya había definido su nuevo destino.

El refrán dice que “el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen”, pero a Pogba lo fueron a buscar. Manchester United pagó más de 100 millones de euros para recuperar a su joya y lo convirtió en uno de los jugadores más caros de la historia.

Regresó a Inglaterra con 23 años y convertido en una celebridad, marcando tendencia con sus extravagantes peinados y festejos al meter un gol. Se sentía invencible, pero su ego encontró un duro oponente cuando llegó al club: José Mourinho.

El portugués no estaba contento con el alto perfil del volante fuera de la cancha, y la relación fue difícil desde un principio. Pogba no cedió en su postura y llegó a pedir que lo dejaran ir a los partidos en su Rolls Royce, separado de sus compañeros.

Mourinho se cansó de lidiar con sus actitudes arrogantes, le quitó la capitanía y dejó de tenerlo en cuenta. Sin lugar en Manchester, Paul tuvo su gran revancha defendiendo los colores de su país.

El mundial de Rusia en 2018 fue el escenario en el que Francia mostró los frutos de un trabajo de varios años. “Les Blues” dejaron en el camino a potencias como Argentina, Uruguay y Bélgica para llegar a la final del campeonato, y se ilusionaron con sumar su segundo título.

La final contra Croacia fue muy peleada, pero Pogba apareció para desnivelar el partido y metió el gol más importante de su vida. Cuando Néstor Pitana marcó el final del encuentro, Paul pensó que ese chico que jugaba todo el día en las calles de su barrio y estaba obsesionado por la pelota se había coronado como campeón del mundo.

Ya sin Mourinho en el plantel, el francés recuperó el protagonismo y su lugar en Manchester a fuerza de buen fútbol. No pudo obtener grandes logros en el club, y parece que su aventura en Inglaterra está cerca de culminar.

Juventus y Real Madrid se pelean por él, que se divierte con el coqueteo y tiene reacciones impredecibles. Un día sube un video entrenando en su casa con la camiseta de la Juve, y al otro dice que le encantaría jugar en Madrid.

Los hinchas se dividen entre quienes lo adoran por su talento y quienes lo critican por su actitud fanfarrona y la manera en que se va de sus equipos. Amado y odiado por igual, solo una cosa es segura: nadie puede ignorar el brillo de una estrella como Paul Pogba.