El "Turco" Wehbe, un relator excepcional.

Grandes del Deporte

Osvaldo Wehbe, "el Maestro" de Río Cuarto

14/08/2021 | 13:20 | "El Turco era un talentoso pianista que siempre encontraba el tono más adecuado para tocar nuestra tecla más humana. Como decía Osvaldo: ¡Te lo juro por el Lobo Fischer!". Nuestro homenaje. 

Jorge Parodi

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El "Turco" Wehbe, un relator excepcional.

Este texto fue publicado originalmente el 1 de agosto de 2020, antes del fallecimiento de Osvaldo Wehbe.

Osvaldo Wehbe, "el Maestro" de Río Cuarto

Osvaldo Alfredo Wehbe es uno de los más extraordinarios, creativos y originales relatores deportivos de la historia de la radiofonía Argentina. De este tiempo y de cualquier tiempo.

Como dice Osvaldo: “¡Te lo juro por el Lobo Fischer!”.

Aseguro, con conocimiento de causa, que el querido “Turco” padece de un crónico problema anatómico: tiene la garganta conectada al corazón y viceversa.

Aunque es verdad que Wehbe es abogado y periodista, su verdadera vocación es emocionar, llegar a lo más profundo de nuestra sensibilidad con la excusa de narrarnos un simple partido de fútbol.

Osvaldo Wehbe, uno de los más extraordinarios, creativos y originales relatores deportivos de la historia de la radiofonía Argentina. De este tiempo y de cualquier tiempo.

Es como un talentoso pianista que siempre encuentra el tono más adecuado para tocar nuestra tecla más humana.

Se trata de un relator gourmet, que condimenta sus narraciones con ingeniosas figuras y coloridas metáforas.

A Wehbe se lo conoce en la Argentina como el Maestro de Río Cuarto.

En un gol puede aparecer la historia de un país, un prócer, la noticia del día, un personaje de historieta, la escena de una película, un chispeante chiste cordobés o algún emotivo recuerdo de niñez.

La descripción de una jugada, puede dar lugar a una mini clase sobre geografía universal, sobre alguna ciudad, sobre las costumbres de un pueblo, o sobre el nombre de alguna montaña o de un río.

Tenía como verdadera vocación emocionar, llegar a lo más profundo de nuestra sensibilidad con la excusa de narrarnos un simple partido de fútbol.

Al final de sus programas no falta la expresión referida a la ética, cuando cierra diciendo: “Esperamos haber sido dignos”.

El “Turco” es un artista del micrófono, una especie de Luis Sandrini que nos hace reír y llorar en iguales proporciones y en una misma película.

El “Patas Cortas”, su mejor personaje, nos conmovió en muchos Mundiales, en finales inolvidables y hasta en partidos que sólo nosotros recordamos, pegados a un aparato de radio.

El artista que emociona, también se emociona y tuve la suerte de estar a su lado cuando ocurrió, en una fría noche de agosto de 2014, durante una transmisión.

San Lorenzo, “su” San Lorenzo, se consagró por primera vez campeón de la Libertadores tras vencer a Nacional de Paraguay por 1 a 0.

Nos tocó transmitir al aire libre desde el sector de prensa de la platea del Nuevo Gasómetro. Néstor Ortigoza de penal puso el 1 a 0. El partido se moría y San Lorenzo se defendía como podía. Entonces el “Turco”, empezó a elevar el tono de la emoción. El relato y el nudo en la garganta caminaban juntos en la noche del Bajo Flores.

El “Turco”, un artista del micrófono, una especie de Luis Sandrini que nos hace reír y llorar en iguales proporciones y en una misma película.

A pocos minutos del final, su niñez azulgrana aparecía con su magia, en la narración que parecía un espejismo. Una lágrima rebelde se hacía cargo de una mejilla del gran relator, de repente Torrico ya era “Batman” Buticce, Buffarini era el “Sapo” Villar. 

El “Pichi” Mercier, la “Oveja” Telch. La lágrima rebelde se convirtió en una revolucionaria catarata, mientras la transformación no paraba, Romagnoli era Victorio Cocco. Piatti, el “Toti” Veglio. Mattos, el “Nene” Sanfilippo o el “Ratón” Ayala y su ídolo, Rodolfo “Lobo” Fischer eran todos, cualquiera de los 11 vestidos de azulgrana.

“¡¡¡San Lorenzo campeón, San Lorenzo campeón!!!”, repetía el Turco cuando la catarata, ya era un ciclón de lágrimas en su rostro. Junto a mi compañero de transmisión, el ingeniero Gustavo Gutiérrez lo mirábamos de reojo, no podíamos dejar de conmovernos.

Cuando todo terminó, (y sin ser de San Lorenzo) lo abrazamos y lloramos los tres… Era la emoción compartida, no con un gran relator, sino con el amigo que narraba en primera persona algo parecido a la felicidad.

Al final de sus programas no faltaba la expresión referida a la ética, al cerrar diciendo: “Esperamos haber sido dignos”.

Osvaldo Alfredo Wehbe nació en Río Cuarto, un 27 de febrero de 1957. Sus padres, de origen Sirio-Libanés, fueron Alfredo, comerciante e hincha de Estudiantes y mamá Elidia. Sus hermanos, ya fallecidos Juan Carlos y Eduardo.

Pasó la infancia entre la escuela primaria en el Colegio 21 de julio, la pelota, los libros, las figuritas, el afecto familiar, la bici para descubrir a su ciudad y la radio…

Entre los juguetes, Osvaldo tenía 22 soldaditos que no hacían guerras en el lavadero de la casa, sino de futbolistas, con dos pilas que eran los arcos, para que Osvaldo transmitiera imaginarios partidos de fútbol, con goles de “Rojitas”, Ermindo Onega y el “Lobo” Fischer, ¡cuándo no!

Llegó la adolescencia, pantalones Oxford, el pelo largo, las americanas, Río Cuarto, libros, fútbol, San Lorenzo y la radio…

Estudiar era el mandato familiar, el tiempo de volar, la vida universitaria en Córdoba, las peñas folclóricas donde imitaba a Muñoz, a Brizuela, al profesor Neurus y a su secuaz Pucho.

Con eso se ganaba el vinito y las empanadas para la barra de amigos, estudiantes y compañeros del departamento, casi siempre escasos de recursos y de cenas.

Es como un talentoso pianista que siempre encuentra el tono más adecuado para tocar nuestra tecla más humana.

El título de abogado, que llegó en tiempo récord, porque nunca huyó de los libros y jamás perdió la vocación por aprender.

El amor llegó con Gladys, aquella primera cita en Calatrava en año 1975, la promesa de amor eterno, el casamiento 10 años después y la familia propia. Ya son 45 años recorriendo la vida junto a la “Peti”, destacada y brillante docente.

Sus dos hijas Camila y Florencia son su desvelo y su orgullo. Camila es bioquímica, “El Turco” nunca se perdonó no haber llegado a tiempo el día que nació, estaba transmitiendo un partido en Bahía Blanca y el parto primerizo se adelantó, Osvaldo la indemnizó dándole su inmenso amor cada día.

Florencia, cineasta, fue quien lo convenció para que actuara en algunas de sus producciones. Dirigida por la Flor, “El Turco” se sintió Al Pacino.

Wehbe ama a sus perros, son parte de la familia. El Luter antes, Brando ahora, a los que adora y cuida, con los que comparte su mejor terapia en las diarias caminatas de todos los días por las calles de Río Cuarto.

Sobre la carrera de Osvaldo Webhe, poco se puede agregar. En Córdoba trabajó, cuando estudiaba Derecho, en la producción de “El Polideportivo”, un gran programa de canal 10, que conducía el inolvidable Héctor Acosta.

En 1977 tocó el cielo con las manos, el gran José María Muñoz lo convocó para hacer vestuarios en un Talleres-River y a partir de allí formó parte de la Oral Deportiva por varios años.

Sus primeros relatos fueron para LV16 Radio Río Cuarto, debutó con un Boca 1 - Peñarol 0, en mayo de 1979.

Durante más de 15 años trabajó junto a Víctor Brizuela, primero en la desaparecida LV2 y luego en vieja LV3 (hoy Cadena 3).

Formaron una de las mejores duplas del relato deportivo de nuestro país, en términos futbolísticos eran como Bochini y Bertoni, tiraban paredes y jugaban de memoria.

Durante casi dos décadas brilló como relator en Radio Continental en el equipo de su admirado amigo Víctor Hugo Morales.

Se trata de un relator gourmet, que condimenta sus narraciones con ingeniosas figuras y coloridas metáforas.

Después regresó a Cadena 3 en 2010 como cabeza de nuestro grupo y en los últimos años volvió a un medio del Imperio del Sur, a la querida FM Maradó.

Sus columnas emotivas en El Puntal de Río Cuarto, su espacio con Rony Vargas “Un Mundo de nostalgias”, más de 20 años con “Pasión Deportiva” en la TV, su libro, en fin, esta es solo una síntesis de una trayectoria incomparable.

Así, recorriendo miles de kilómetros en bondi, en auto y en avión, pasaron los relatos, los partidos y los goles, los Mundiales y los reconocimientos, pero siempre Osvaldo Wehbe volvió a su Río Cuarto, de la que nunca se fue.

Ni las luces de Buenos Aires, ni las ofertas millonarias pudieron arrancar al “Turco” de su lugar en el mundo.

Río Cuarto es su familia y su referencia, su niñez y sus amigos, su trinchera y su emblema. Siempre defendió al interior del interior, aún trabajando para Buenos Aires.

Federal por convicción y Socialista de Alfredo Palacios en su ideología. Crítico impiadoso de los negociados de la AFA y de la era Grondolandia. Lector empedernido y profundo conocedor de la historia argentina.

Confesor y confesante en largos viajes para las transmisiones, en los que sus compañeros nos convertimos en amigos, de tanto compartir horas, que nos permiten desnudar el alma.

Cultor de los asados, del kepe (crudo o cocido) de las empanadas árabes y del whiskysito digestivo que deja abierta la puerta a la sinceridad durante la sobremesa.

Escudero incondicional del respeto, del gracias, del por favor, del disculpe la molestia.

El “Turco” Wehbe no esconde su condición de tipo especial, un poco Perro Verde, a veces solitario, siempre solidario. Muy ansioso, tanto como afectuoso.

Ni las luces de Buenos Aires, ni las ofertas millonarias pudieron arrancar al “Turco” de Río Cuarto, su lugar en el mundo.

“Güeme, Güeme” le gritan los hinchas cordobeses desde debajo de la cabina, y cuando el “Turco” se da vuelta resuena de nuevo el “….Güemeee!!! a´ve si gritai hoy un gol de Taiere, ¿Ah?” (o de Belgrano, o de la Gloria o de Racing, en su caso).

En la Copa América ‘95 en Uruguay, después de la eliminación de Argentina, sólo quedamos en Montevideo el “Turco” y yo para transmitir la final entre Uruguay y Brasil.

Unos días antes del partido era mi cumpleaños y había llegado la familia de Osvaldo para acompañarlo, en consecuencia yo iba a estar sólo para celebrar. Ese día “El Turco” me prestó su familia. Junto a Gladys, su esposa, Camila y Florencia, sus hijas quienes eran dos niñitas preciosas, me invitaron a pasar el día en Punta del Este y me llenaron de cariño. Gracias a ese gesto de la familia Wehbe pasé un cumpleaños muy feliz, lejos de mi casa, con la familia que me prestó Osvaldo. Nunca lo olvidé.

El “Turco” Wehbe ama a Diego Maradona, a San Lorenzo y como quedó dicho admira a Víctor Hugo Morales.

Tiene una bufanda añeja con los colores azulgranas que parece su uniforme del colegio, creo que no se la saca ni en verano.

Con una sonrisa dibujada, cuando quiere que le crean te dice: “Te lo juro por el Lobo Fischer”.

En estos días, donde le toca jugar su partido más difícil tengo la certeza que no se va rendir. El áspero volante central del Colegio de Abogados, conocido como el “Patas cortas”, no da por perdida ninguna pelota.

En el diccionario de su “Mundo de nostalgias” no existe la palabra resignación. Su “Pasión Deportiva”, que lleva más de 20 años en la tele, pero muchos más en la vida, lo va a empujar a ganar este partido. De esta va a salir como Minoian, el viejo arquero de Banfield. La va a pelear como Chatran y la pelota se va hacer luna para festejar tu regreso a una cabina.

Efendi, amigo, sé que volverás a emocionarnos y a emocionarte como aquella noche en el Nuevo Gasómetro, cuando San Lorenzo cumplió tu sueño de pibe.

Querido amigo, crack de relator, señor de la vida, “Maestro de Río Cuarto”, “Patas cortas”, admirado “Turco”, compañero de mil rutas, creo conocerte, aunque sea un poquito, de tantos años compartidos: sé que no te vas a rendir ¡Te lo juro por el Lobo Fischer!

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