Messi se quiere ir del Barcelona, ¿algo más 2020?

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Messi se quiere ir del Barcelona: ¿algo más, 2020?

29/08/2020 | 13:19 | El argentino piensa en nuevos horizontes y el “Barca” ya sufre por la partida de su leyenda. Su salida marcaría el final de un romance de 20 años que cambió la historia del fútbol. Repasá su camino. 

Mauricio Coccolo

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Messi se quiere ir del Barcelona, ¿algo más 2020?

Cuando pensamos que nada peor podía ocurrir en el 2020, el martes 25 de agosto, Lionel Messi le mandó un burofax al Barcelona para informarle que quería irse del club. Una bomba impensada. Especulaciones al margen, lo concreto fue que Messi, el mejor jugador de la historia del Barza, eligió cambiar de camiseta después de casi 20 años vistiendo la única que usó como profesional en toda su vida.

Dicen que Leo venía masticando la decisión desde hace mucho tiempo, soportando una cadena de errores dirigenciales: cambios abruptos de técnicos, refuerzos que no estuvieron a la altura y hasta la contratación de una empresa para que hostigara a los jugadores a través de las redes sociales.

Con la paciencia al límite, la gota que colmó el vaso de la bronca de Messi habría sido la forma que eligió Ronald Koeman para decirle a Luis Suárez que no lo tendría en cuenta. El nuevo técnico le comunicó mediante una llamada telefónica, al tercer goleador histórico del Barcelona, que debería buscarse club para la próxima temporada.

La primera reacción del presidente Bartomeu fue esconderse detrás de Ramón Planes, el nuevo gerente deportivo, que reafirmó la teoría de que el proyecto del próximo Barcelona giraría en torno a Messi.

Con el paso de las horas ganó fuerza el rumor de que Bartomeu estaría dispuesto a renunciar siempre y cuando Messi dijera públicamente que él era el problema. En el medio, Jorge Messi, padre y representante del jugador, tuvo que salir a desmentir un audio falso donde un imitador le hacía decir a su hijo que tenía todo arreglado con el Manchester City.

Que Lionel Messi pueda irse del Barcelona significaría el punto final para uno de los mejores ciclos futbolísticos de la historia. En realidad, son muchos capítulos dentro de una gran película.

Todo empezó cuando el club catalán, hace casi 20 años, decidió invertir en ese nene argentino que necesitaba pagarse un tratamiento de crecimiento. La familia completa se había mudado a Barcelona, pero solo papá Jorge pudo quedarse con Leo. Estuvieron a punto de dar un portazo y volverse porque los dirigentes no les daban una respuesta, hasta que apareció Carles Rexach con la famosa servilleta donde le hizo firmar el primer contrato a Messi.

Desde el 2000, Leo dejó atrás su país y los colores de Newell’s, el club de sus amores, para convertirse en uno más de los tantos jóvenes talentos que soñaban con llegar a la primera del Barcelona desde La Masía. Era uno no más, pero no sería uno más.

El 16 de octubre de 2004 quedaría marcado a fuego en la historia del Barcelona, ese día en un clásico contra el Espanyol, el técnico Frank Rijkaard, cuando faltaban 8 minutos para terminar el partido, llamó a un pibito que tenía una camiseta con el número 30 que le sobraba por todos lados. Los carteles anunciaron: sale Deco, entra Messi. Ya nada volvería a ser igual.

El primero de los 634 goles que Lionel Messi metería para convertirse en el máximo goleador histórico del Barcelona, llegaría en el 2005 contra el Albacete después de un pase de Ronaldinho, que en ese momento era la gran figura del equipo y un puntal futbolístico para el crecimiento de Leo.

Durante las primeras temporadas, Messi alternaba sus participaciones entre el primer equipo del Barza y el filial hasta que cruzó la línea de la promesa para convertirse en una potente realidad. El proceso fue progresivo, pero hubo una fecha clave: 22 de febrero de 2006 en Stamford Bridge contra el Chelsea. El día que Leo sacó a pasear a Del Horno.

A esa altura, la comparación con Diego Maradona era inevitable y Lionel Messi se encargaría de abonarla copiando dos goles emblemáticos del astro mayor. Primero, contra el Getafe, imitó el histórico vuelo del barrilete cósmico gambeteando a medio equipo rival. Después, contra el Espanyol, metería un gol con la mano muy parecido a la famosa “Mano de Dios”.

La temporada 2007/08 fue un quiebre en la historia de Barcelona y de Messi. El equipo no ganó ningún título, más allá de las buenas actuaciones del argentino, y el cambio de técnico sería una movida fundamental: Pep Guardiola reemplazó a Rijkaard y dio el primer paso de un ciclo brillante.

El primer año del Barcelona de Pep sería insuperable: ganó todo lo que jugó y lo hizo con un nivel de excelencia. El punto culmine fue contra el Manchester United, en la final de la Champions, cuando Messi metió de cabeza uno de los goles más recordados de su carrera. Después amargaría a Estudiantes, de pecho, para darle al Baza el título de campeón del mundo por primera vez en su historia.

Los trofeos cayeron uno detrás de otro como fichas de dominó hasta un récord de 14 en cuatro años, incluyendo una Champions más, en el 2011, de nuevo contra el Manchester United. La cátedra daba sentencia: Puyol, Xavi, Iniesta, Dani Alves, Busquets y Messi, entre otros, formaban parte de un equipo que pasaría a la historia.

Lionel Messi ya empezaba a golpear la puerta del olimpo de los grandes, el mano a mano con Cristiano Ronaldo se convirtió en una disputa futbolística sin precedentes, las máquinas de contar récords no paraban de largar humito y el fútbol mundial asistía a una época de bronce.

En el 2015, ya con Luis Enrique como técnico, Barcelona y Messi ganaron la cuarta Champions en menos de una década, un logro impensado para un club que antes de la aparición de Leo había levantado solo una vez el trofeo más importante de Europa.

Después de 731 partidos y 34 títulos, no es una exageración decir que Lionel Andrés Messi cambió la historia del Barcelona. Por supuesto que no lo hizo solo, pero fue el hilo conductor de una era dorada que podría resumirse con un número: cuando Leo llegó el Barza estaba 11 títulos abajo del Real Madrid y ahora está uno arriba. Sin contar que los catalanes, antes de Messi, promediaban un título cada dos años y en los últimos 16 levantaron a razón de dos trofeos por temporada.

Si finalmente se confirma, el impacto deportivo de la salida de Lionel Messi del Barcelona sólo podrá comprobarse con el tiempo, por lo pronto, millones de personas en el mundo dejarían atrás una hermosa costumbre: revisar día y horario de cada partido del Barza de Messi. Haber logrado eso es mucho más que ganar o perder una copa.

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