La historia de Labruna, el ídolo de River

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Labruna, "El Ángel" de la banda roja

19/09/2021 | 13:40 | Decir Labruna es decir River: es el máximo ídolo del club de Núñez. Fue un goleador letal y un DT que marcó una época. 

Jorge Parodi

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La historia de Labruna, el ídolo de River

Decir Labruna es decir River. Ángel. Ángel Amadeo. Angelito. El Feo. El máximo ídolo del club.

Cada 28 de septiembre, los hinchas de River festejan su día en su homenaje.

Desde el 2003, celebran el día del hincha Millonario en conmemoración del nacimiento de Angelito.

Labruna fue un goleador descomunal y un técnico que marcó una época.

En ambos roles, se cansó de dar vueltas olímpicas.

Nadie entendió como él la esencia de lo que significa River y lo que es ser de River.

Labruna había nacido el 28 de septiembre de 1918, en Las Heras y Bustamante, cerquita de la vieja cancha de River de Alvear y Tagle.

En esas calles creció y aprendió a pegarle a la pelota, cobijado por su madre, Doña Amalia.

Es que su padre, Don Ángel, no quería que jugara a la pelota sino que heredara su oficio de relojero.

Se hizo socio de River a los 8 años, su ídolo era Bernabé Ferreyra, jugaba al básquet y al fútbol, entonces tuvo que elegir. Angelito no se equivocó.

Ángel Labruna debutó el 18 de junio de 1939, ingresando desde el banco en la derrota ante Estudiantes (1-0).

Es el máximo goleador del fútbol argentino, con 294 tantos, compartiendo el podio con Arsenio Erico. En total suma 318 gritos.

Como jugador, Labruna fue un goleador de colección y un delantero práctico, simple, talentoso e inteligente, un crack de cualquier tiempo.

Era famoso aquello de que cuando Angelito “agachaba la joroba” (forma muy particular en que arqueaba su cuerpo) al ingresar al área, al arquero rival no le quedaba otra que ir a buscarla al fondo de la red.

Además, es el jugador que más goles tiene en el Superclásico (anotó 16 veces contra Boca).

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En aquello años, el fútbol no era tan violento y Labruna se manejaba como pez en el agua en su particular folklore.

Al ingresar a La Bombonera. Ángel Labruna se tapaba siempre la nariz, haciendo alusión a que había mal olor en la cancha del eterno rival.

Como futbolista, ganó nueve torneos locales y siete copas oficiales. Entre sus récords, es el segundo jugador que más veces vistió la camiseta de River, con 515 presencias. Solamente fue superado por Amadeo Carrizo, que suma 520 en el arco millonario.

También fue uno de los integrantes de la delantera del célebre equipo del River Plate conocido como "La Máquina”. En 1942, y tras una goleada ante Chacarita por 6-2, el periodista de El Gráfico, Eduardo Lorenzo Borocotó, bautizó a ese equipo para siempre.

La formación tenía a cinco delanteros que quedarían en la historia: Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau.

Juntos jugaron sólo 20 partidos, pero les bastó para quedar en la historia del fútbol mundial, siendo para muchos, el mejor equipo en la historia del fútbol argentino.

Labruna fue famoso por sus cábalas, como aquella de evitar pisar la raya de cal al ingresar al “verde césped” (como le gustaba decir) y luego seguir con un trote canchero hasta el área y mandar la pelota al fondo de la red con un sobrador remate de rastrón... significaba el preanuncio de los goles que iban a venir en el partido.

Ganó dos títulos sudamericanos con la Selección Argentina (46' y 55') y sufrió el desastre de Suecia en el Mundial 58'.

Jugó durante 22 temporadas en Primera División. Después de 20 años con la camiseta de River, se retiró en el Club Atlético Platense, a los 42 años.

Además, en el equipo "calamar" debutó como director técnico, donde obtuvo un tercer puesto de la Primera División del Fútbol Argentino tras perder en semifinales ante Estudiantes de La Plata. En simultáneo, fue entrenador de Defensores de Belgrano, donde salió campeón de la Segunda División del Fútbol Argentino.

Labruna fue un técnico ofensivo y ganador. Con un ojo infalible para detectar buenos jugadores y armar grandes equipos. Simple a hora de explicar el fútbol, lejos de las profundidades tácticas de algunos técnicos de la época como Juan Carlos Toto Lorenzo o Carlos Bilardo.

Don Ángel dijo que River no realiza jugadas de laboratorio. “Primero, porque a mí me gusta el fútbol. Segundo, porque yo no puedo mecanizar a un creador. No les puedo sacar esa sal que tienen”.

Don Ángel ganó su primer campeonato de Primera División como entrenador dirigiendo a Rosario Central, en 1971.

Aquel título, con la histórica palomita de Aldo Pedro Poy a Newell's en semifinales y la final contra San Lorenzo, fue el primero del "Canalla" y de un equipo que no fuera de Capital o Provincia de Buenos Aires en el fútbol argentino.

Luego, en su segundo ciclo en River Plate, obtuvo otros seis títulos, siendo uno de los técnicos más ganadores en la historia del club de Núñez.

En 1974, Amadeo Nucetelli, entonces presidente de Talleres, lo convocó para comenzar a revolucionar el fútbol del interior, con un equipo que hizo historia y que construyó Don Ángel con jugadores locales como Luis Galván, Comelles, Artico y Ludueña, a los que sumó otros de experiencia como Willington,Taborda, Rivadero y Muggione.

Volvió en 1982, y llevó a Talleres a meterse entre los cuatro mejores del torneo Nacional, donde perdió en semifinales con el campeón, el inolvidable Ferro de Carlos Timoteo Griguol.

Como DT de River tuvo un primer periodo entre el 68 y el 70 donde estuvo a un paso de salir campeón.

"El Feo” fue el DT de River cuando el club cortó una racha de 18 años consecutivos sin logros oficiales, obteniendo el Metropolitano de 1975.

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Cuando regresó en ese año, dijo: “Vuelvo a River para salir campeón”, y el viejo maestro cumplió…

Fue una de las mayores alegrías y la rúbrica absoluta de su idolatría eterna de los hinchas millonarios.

Aquel equipo formaba con Fillol, Comelles, Perfumo, Artico y Hector Lopez, JJ Lopez, Raimondo (o Merlo) y Alonso, Pedro González, Morete y Mas. Le dio así a River el orgullo de ser campeón después de 18 años de frustraciones.

Luego, Labruna se cansó de dar vueltas olímpicas, vinieron otros 5 títulos, hasta que decidieron desplazarlo para que llegue Alfredo Di Stéfano en 1981, en una maniobra de la dirigencia que Don Ángel sintió como una traición.

Labruna falleció dos años después, cuando cumplía una gran campaña como DT de Argentinos Juniors, donde armó la base del equipo ganador de los títulos locales e internacionales.

El 19 de septiembre de 1983 se encontraba en la habitación de un sanatorio, donde había sido sometido a una intervención quirúrgica por un problema en la vesícula, de la que se estaba recuperando satisfactoriamente. Sin embargo, cuando se preparaba para caminar junto a Ubaldo Matildo Fillol, que había ido a visitarlo, murió a consecuencia de un paro cardíaco y cayó en brazos del arquero a los 64 años de edad.

En 2015, se erigió en el Estadio Monumental una estatua, de casi 7 metros de altura, en su homenaje.

La plaqueta que se encuentra a sus pies indica: “Al máximo ídolo de River”.

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Cuando Jorge Valdano buscó un elogio contundente para distinguir a Marcelo Gallardo, se le ocurrió decir que era el Labruna de estos tiempos.

Angelito dejó cientos de anécdotas, en las que certifica su amor sin límites hacia River.

En 1973, Labruna era el técnico de Racing. Le habían avisado que Ubaldo Fillol se iba a ausentar a la práctica porque tenía una reunión con los dirigentes de River. El club de Núñez quería tener al «Pato» en su plantel. Minutos después, observa al arquero ingresando al predio. Sorprendido, lo llama y le dice: «Fillol, ¿usted no estaba en reunión con la gente de River?», a lo que «El Pato» responde: «Sí, pero me quiero quedar acá». la respuesta de Ángel fue: «Usted haga lo que quiera, pero yo le aviso que si usted no va a esa reunión y arregla con River, yo vengo mañana y lo recontracago a trompadas»

Ése fue Ángel Amadeo Labruna: pasional, rezongón, burrero e hincha de River hasta la médula.

En su memoria eterna se celebra el día del hincha de River.

Porque más allá de ser el máximo goleador de la historia de fútbol argentino, del Superclásico, de haberse cansado de ser campeón como técnico y como jugador, de ser considerado, como indica su estatua, el ídolo máximo, fue quien mejor entendió la esencia de River y fue su hincha número 1.

Tal vez, una frase puede ser la mejor síntesis. Cuando le preguntaban si tenía que elegir entre River y su vida, contestaba “con River, porque River es mi vida”.

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