Unitarios y federales, en la AFA

Fútbol argentino

La eterna AFA porteña

21/04/2019 | 15:41 |

La diferencia entre la cantidad de ascensos para los clubes de Buenos Aires y los del interior son la marca que le quita federalismo al fútbol. Las ventajas para los equipos bonaerenses son notables.

Mauricio Coccolo

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En el fútbol argentino están pasando cosas, muchas de ellas sin que el gran público las note y las discuta. La primera ficha que cayó y provocó el efecto dominó fue la creación de la Superliga. Un acontecimiento que no puede leerse solo en términos deportivos, porque también significó un cambio histórico en el manejo económico: después de 124 años la AFA dejó de tener bajo su órbita a la Primera División, con todo lo que ello implica.

Para decirlo sin vueltas: toda la plata que genera el torneo más importante del país ya no pasa por la caja de la entidad que preside Claudio Tapia. En la repartija, la AFA se quedó con el control de la Selección (un producto que genera muy buenas ganancias en dólares), con el ascenso metropolitano (el famoso #AscensoUnido que fue un bastión del presidente) e indirectamente, a través del Consejo Federal —donde tiene a Toviggino, un hombre de su confianza—, maneja el ascenso en el resto del país.

Después de la muerte de Grondona, y una vez que quedó atrás el bochornoso 38 a 38, las piezas se fueron acomodando silenciosamente en el tablero de la calle Viamonte. Claudio Tapia aglutinó fuerzas apoyándose en los dirigentes del fútbol metropolitano, reactivó viejas mañas grondonistas para conformar a los del interior, ganó popularidad subiendo fotos con Messi y un día jugó la ficha que venía queriendo jugar desde que asumió: la nueva estructura de los campeonatos de ascenso.

Cualquier entidad medianamente seria, en un fútbol medianamente serio, de un país medianamente serio, hubiese explotado por los aires si pasaba lo que pasó el 20 de diciembre del 2018 en la AFA. De la noche a la mañana, los dirigentes de la B Metropolitana modificaron el reglamento de un campeonato que estaba en plena disputa y agregaron tres ascensos. Cambiar las reglas del juego mientras se está jugando ya es motivo suficiente para un escándalo mayúsculo; ni hablar si, además, esa modificación a su vez genera una injusticia con terceros que compiten dentro de la misma estructura.

Le dieron a la B Metropolitana 5 ascensos para 20 clubes, dejaron al Federal A (su equivalente en el interior) con 2 para 36 y no pasó nada. Incluso algunos dirigentes justificaron la decisión argumentando que en el 2014 Grondona repartió ascensos para todos y otorgó siete a los clubes del interior, mientras que a los metropolitanos de tercera división les dio solo tres. Una verdad a medias. Es cierto que siete es más que tres, pero proporcionalmente, en ese momento, era lo más justo porque en el Federal A había 40 participantes y en la B Metro 22.

Lo más curioso del caso es que hay dirigentes del interior, como Alicio Dagatti, presidente de Estudiantes de Río Cuarto, que están convencidos de que lo que hicieron está bien porque fue una compensación retroactiva y justa.

La cuadratura de las cabezas de algunos directivos del fútbol argentino no debería sorprender, pero alarma. Una cuenta simple alcanza para graficar la injusta distribución de premios entre los torneos metropolitanos y los del interior: si sumamos las terceras y cuartas divisiones de cada lado, tenemos a 277 clubes del Consejo Federal compitiendo por 6 ascensos, mientras que entre la B Metro y la Primera C suman 40 clubes que pelean por 8 ascensos. La cifra es escandalosamente inequitativa: el interior tiene como premio un ascenso, en proporción, cada 46 equipos, mientras que la zona metropolitana cuenta con uno cada ¡5! Repito: 1 cada 46, contra 1 cada 5. Para un futbolista que quiere ascender, por ejemplo, es casi diez veces más ventajoso jugar en Victoriano Arenas que en Talleres de Perico.

El presidente de Talleres, Andrés Fassi, que desde hace algunos años se reinsertó en el fútbol argentino advierte una notoria falta de participación y compromiso por parte de los dirigentes, especialmente los del interior, que no parecen moverse lo suficiente para defender los intereses colectivos.

Las diferencias deportivas son apenas una de las caras de este cubo mágico imposible de armar. Otro detalle, para nada menor, son los costos, los viajes, las dificultades para contratar jugadores o hacer un simple trámite. Lo explica con mucha claridad Gustavo Abdala, dirigente de Patronato: “Hasta para firmar un papel hay que ir a Buenos Aires”.

Los que conocen ambas orillas del río, como Salvador Daniele, actual técnico de Barrcas Central —recientemente ascendido a la B Nacional—, quién en algún momento de su carrera salió a trabajar al interior del país, creen que lo más justo es buscar la equidad deportiva, que no haya ventajas que no tienen otro fundamento más que el origen geográfico.

La movida compensatoria con la que Tapia les devolvió a sus pares el favor de haberlo puesto como presidente de la AFA, fue acompañada por una reestructuración de los campeonatos del Consejo Federal. Desaparecieron el Federal B y el C, para unificarse en una sola competencia, sin plaza fija, llamada ahora Regional Federal Amateur, la nueva cuarta división del interior.

Un histórico caudillo de tierra adentro, Emeterio Farías, presidente de la Liga Cordobesa, cree que la creación del Regional acierta en un punto clave: volver a poner a las ligas de origen en el centro de la escena, como impulsoras de los clubes. Lo que fueron, en definitiva, hasta la resolución 1309.

El sistema de competencia del Regional Federal es una muy buena noticia para ayudar a la economía de los clubes porque disminuye la cantidad de viajes al dividir al país en zonas. Además, que no haya plaza fija contribuye a la movilidad, provocando un ida y vuelta constante con las ligas de origen, lo que aumentará el atractivo de esas competencias domesticas que quedaron en el ostracismo desde la década del 80.

Como todos los cambios históricos en los torneos de la AFA y el Consejo Federal, hay aspectos positivos y otros para corregir, pero lo que sigue sin tocarse es el fondo de la cuestión: la división entre clubes afiliados directamente y clubes afiliados indirectamente. Mientras esa diferenciación se mantenga, todas las modificaciones serán superficiales. Apenas, un poco de maquillaje.

Quizás no lleguemos vivos para verlo, pero la verdadera federalización del fútbol argentino se producirá cuando Bella Vista y Muñiz, por citar dos clubes al voleo, arranquen compitiendo, cada uno en su región, desde el mismo escalón de la misma escalera. Es decir, el día en que se rompa la actual estructura y cada zona geográfica sea una más —incluyendo a la Metropolitana— como todas las otras, sin privilegios económicos ni políticos ni deportivos.

Claro que la cruda realidad es una aplanadora para las pretensiones de los idealistas. Nada, ni un solo motivo, invita a pensar que un fútbol federal sea posible en un país históricamente unitario.

Por Mauricio Cóccolo.